Otras miradas

Fronterizaciones civilizatorias

Xavier Ferrer Gallardo

Profesor de Geografía en la Universitat Pompeu Fabra

El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell. -Alberto Paredes / Europa Press
El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell. -Alberto Paredes / Europa Press

Josep Borrell ostenta el cargo de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y de Seguridad. Y es público y notorio que también ostenta una capacidad superior a la del resto para meterse en jardines.

Uno de los más célebres berenjenales diplomáticos en los que se había adentrado Borrell se remonta a 2018, cuando el entonces ministro español de Exteriores afirmó, durante una charla en la Universidad Complutense, que los Estados Unidos "accedieron a la independencia prácticamente sin historia" y que "lo único que habían hecho era matar a cuatro indios". Es difícil establecer comparaciones entre la densidad de la polvareda levantada en aquel momento y la de la polvareda generada por su traspié más reciente. Pero en cualquier caso, es evidente que en esta última ocasión la nómina de potenciales agraviados por la desatinada metáfora del jardín y de la jungla es mucho más extensa.

Recordemos el controvertido combinado metafórico que empleó el jefe de la diplomacia de la Unión durante su discurso ante la primera promoción de la Academia Diplomática Europea el pasado 13 de octubre:

"Europa es un jardín. Hemos construido un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que ha construido la humanidad, las tres cosas juntas. (...) El resto del mundo (...) no es precisamente un jardín. La mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría apoderarse del jardín. (...)  Un pequeño y bonito jardín con altos muros para mantener la jungla fuera no es una solución. Porque la jungla tiene una gran capacidad de crecimiento, y el muro nunca será lo suficientemente alto como para proteger el jardín".

Lo que, intuimos, podría haber sido una protocolaria invitación a no aislarse tras los muros de una Europa encerrada en sí misma (o incluso podría haber sido interpretado como un reproche a quienes alientan insaciables círculos viciosos de fortificación fronteriza), acabó sonando -seguro que sin que esa fuera la intención manifiesta del Alto Representante- como una auténtica perorata eurocéntrica, de tintes colonialoides y reminiscencias ratzelianas.

El político español lamentó que sus palabras fueran interpretadas en esta línea. Pero no era la primera vez que utilizaba esta misma fórmula , y asombra comprobar cómo el de La Pobla de Segur se sigue deslizando con tanta soltura por este tobogán de metáforas pseudoorganicistas, chapoteando así, con ligereza y como sin darse cuenta, en el lodazal de la fronterización civilizatoria.

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