Tengo cuarenta y cuatro años, y salvo un corto e ilusionante período de gobierno municipal progresista en 2015, en Madrid sólo he vivido gobiernos de derechas que han estado aplicando políticas basadas en las privatizaciones de los servicios públicos y la corrupción sistemática, deteriorando la calidad de vida de los vecinos.
Más de 20 años consecutivos escuchando mantras ideológicos, falsos y nocivos, que han llevado a los diferentes alcaldes que ha tenido Madrid a recortar prestaciones públicas, con la consecuente merma de los derechos conquistados.
En Madrid, la deuda municipal durante los años del fanático Alberto Ruiz- Gallardón experimentó una subida del 580%, pasando de 1.136,7 millones de euros en 2002 a 7.732,8 millones de euros en 2012. Es decir, lo multiplicó por siete en una década. Esta es la herencia de quien durante un tiempo se vendió como figura centrista del PP más duro. Lo que es la vida.
La llegada de la izquierda al Ayuntamiento de Madrid supuso una reducción de esa deuda en casi un 52%, logrando un superávit de 4.606 millones de euros destinado al bienestar de los ciudadanos madrileños. Todo a pesar de "la regla de gasto" con la que el ministro y secuaz del poder, Montoro, pretendía intervenir las cuentas. Otra prueba más de que nosotros gestionamos mejor que ellos. Y otro motivo para romper la vieja cantinela que dice que desde lo privado se gestiona mejor. Este relato es absolutamente falso y el caso de Madrid es el más claro.
El acuerdo de unidad al que hemos llegado Podemos e Izquierda Unida en Madrid para las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 responde a un clamor social que miles de ciudadanos progresistas nos llevan pidiendo desde hace meses en las calles. Derrotar al peor Partido Popular (ese que llega a pactos con la extrema derecha más recalcitrante, que mantiene homenajes en las calles a sanguinarios fascistas o que ha provocado las mayores tasas de desigualdad en nuestros barrios) no es solo una opción, es una obligación que todos los demócratas debemos asumir.
En estos momentos, Madrid está en una situación crítica, sujeta a las políticas neoliberales que desprecian con descaro lo público. La sanidad pública, con la Atención Primaria al borde del colapso, es el ejemplo más evidente.
Proteger nuestros servicios públicos, defender la dignidad de unos barrios olvidados por un ayuntamiento hostil a cualquier tipo de iniciativa vecinal, e invertir en políticas que ayuden a mejorar la vida de los ciudadanos madrileños debe ser hoy más que nunca nuestra prioridad. La pandemia ha evidenciado que existe una derecha y una extrema derecha que jamás estuvieron a la altura, mirando para otro lado o incluso desviando dinero público para beneficiar a unos cuantos amiguetes, primos o hermanos, mientras nuestros familiares morían a miles cada día. El flagrante caso de los "Protocolos de la Vergüenza" de la Comunidad de Madrid para no derivar a nuestros mayores a los hospitales así lo evidencia. Justicia, habrá justicia para sus familiares. Este es uno de los compromisos que esta coalición ganadora ha firmado con la ciudadanía y en esa dirección trabajaremos cuando lleguemos al gobierno.
No les quepa duda de que nosotros cumplimos. Somos fuerza de gobierno en España, poniendo sobre la mesa conquistas sociales nunca antes vistas en nuestra democracia. Hemos demostrado estar a la altura, con nuestros errores y aciertos, con lo que la ciudadanía esperaba en un momento crítico para nuestro país: un cheque para ayudar a las familias con el precio de la compra, congelar precios del alquiler y proteger a las personas con hipoteca variable, o aumentar la financiación para que el bono transporte sea más barato. Siempre con las familias. Siempre con los de abajo. Estas son algunas de las últimas medidas que el gobierno de coalición ha puesto en marcha. Y Madrid debe ir en esa misma dirección.
Madrid tiene que cambiar. Hay una buena parte de ciudadanos y ciudadanas que están esperando una respuesta de sus gobernantes. Una señal que nunca llega, puesto que el señor Almeida y la señora Ayuso están claramente en otras cosas: defender sus privilegios, seguir beneficiando a las grandes multinacionales privatizando lo que es de todos, y liquidando el estado del bienestar con el beneplácito de una extrema derecha que parasita las instituciones.
Hubo un tiempo en el que pasaba mis días preparando temporadas competitivas. Durante aquellos años de largos y extenuantes entrenamientos, con el frío viento del invierno madrileño o con un calor sofocante en verano, comprendí que con un buen equipo todo es posible. Mi entrenador, mi fisioterapeuta, mi médico dietista, y mi preparador físico. Juntos éramos capaces de conseguir cualquier cosa que nos propusiéramos. Porque juntos éramos más fuertes. La unidad como eje principal de cualquier desafío por muy complicado que pudiera parecer. Mientras muchos decían no, nosotros siempre decíamos sí.
El deporte no es algo tan diferente a la política. A veces llegar a acuerdos de unidad traen posibilidades de éxito. Vuelve la ilusión, vuelven las ganas. Porque hay una batalla en el horizonte que podemos ganar. Nos lo piden en las calles, en cada manifestación, en cada reunión vecinal. Unidad. Yo seguiré trabajando siempre para que así sea, por responsabilidad y por amor a un proyecto que incluya a todos y todas, progresista, feminista y verde. Y seguiré tendiendo la mano siempre para aunar todas las fuerzas posibles con tal de sacar el clasismo y la soberbia de las instituciones.
El próximo mes de mayo iremos a por todas, para desalojar a quien lleva más de 20 años liquidando las arcas públicas y apropiándose de las instituciones de los madrileños. Dos modelos, dos opciones de gestión. El modelo que nos ha llevado a cuotas de desigualdad insoportables, o el modelo de la protección de quienes más sufren la crisis, el que apuesta por la igualdad y tolerancia. Yo lo tengo claro. Porque como decía mi entrenador de toda la vida, juntos siempre somos más fuertes.
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