Otras miradas

Más que propósitos

Marta Nebot

Más que propósitos
Una imagen de la serie 'Candice Renoir'. AXN

Con los años, la lista de buenos propósitos se hace más corta. Nos volvemos conscientes de todo lo que apuntamos en ella para nada. Además, es que llega ese momento en el que un@ empieza a no poder negarse que hay cosas que ya no va a hacer en esta vida, que hay sueños que se quedarán en el tintero, que todas las vidas que quizá querríamos no caben en esta, que no, que no vamos a poder vivir todo lo que nos gustaría.

Y entonces, cuando empezamos a dejar de fantasear futuros, nos miramos de frente y revisamos nuestra senda. Esa que el mar borrará seguro.

Y, de este modo, cerca de los cincuenta, nos hacemos capaces de pedirle al año nuevo solo salud y mucho espíritu ateo para lo que venga, mientras revisamos nuestra caja de tesoros conseguidos de otras listas, de otros muchos aprendizajes y esfuerzos.

En la mía me encuentro con que sé distinguir lo importante de lo superfluo, con nuevas capacidades de risa, con la celebración y la búsqueda de la alegría gratuita, con el gusto por hacer cosas que no sirven para nada más que para mi espíritu, con la práctica de todo lo que me hace sentir menos miserable y más orgullosa de mí misma, con la convicción de que la vida es una carrera de obstáculos que cada vez se pone más difícil y más bonita, con la confirmación de que lo que más quiero es leer más, escribir más, ver más, aprender más y estar más con gente que me interesa y a la que quiero.

De todo lo absorbido este año, de todo eso que alimenta mi caja de tesoros destaco tres hallazgos:

–Por escrito, Natalia Ginzburg, que me resulta imperdible, que con su escritura lúcida, su independencia abismal y su vida extraordinaria ha hecho que me plantee cosas que me resultaban implanteables, sobre todo con sus Pequeñas virtudes y sus Tareas del hogar y otros ensayos.

–Por pantalla, Candice Renoir, una detective francesa pizpireta interpretada por Cécile Bois, una actriz de 52 años guapa y sexi, entrada en carnes y en gracia, que me recuerda qué tipo de personas me interesan más: las que buscan el equilibrio entre lo que toman y lo que dan, las que mientras intentan vivir no pierden la oportunidad de divertirse y de mejorar lo que tocan, las que hacen lo posible por hacer la vida algo más justa, las que son nobles y valientes y no se esconden a la hora de repartir consecuencias, las mujeres que quieren y saben ser madres y querer a mucha gente sin dejar de quererse a sí mismas aunque sea un juego de equilibrios casi imposible.

–Por la oreja, "¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a entregar mi corazón", de Fito Páez. Me la he aprendido y me la canto como un himno. Es un antídoto contra la eterna inevitable visión de izquierdas del vaso medio vacío. Miremos los hechos y no el teatrillo político. No se está consiguiendo todo lo que queremos, pero se están consiguiendo muchas cosas muy importantes.

Y, de propina, para l@s que quieran cumplir con algún propósito muy concreto, para acabar esta columna, una cita de Caitlin Moran de su Más que una mujer –que también recomiendo con garantía de carcajadas–. Si quieres algo, la respuesta nunca es "hazle caso a tu intuición" y añade: "Tu intuición es una imbécil de mierda que lo único que quiere es que te despachurres en el sofá mientras ves una tragicomedia estúpida. La verdadera respuesta siempre es: prepara un plan de puta madre y llévalo a la práctica superando todos los parámetros normales del agotamiento hasta que, al final, triunfes".

Entrego y me voy a brindar; que me leéis de resaca pero yo todavía estoy sobria y más seca que la mojama. Brindaré por vosotr@s, por los míos y por lo que venga. Buen 2023, salud y república.

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