Otras miradas

El no viaje de Antony Blinken a China

Xulio Ríos

Asesor emérito del Observatorio de la Política China

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en Washington. LENIN NOLLY/ZUMA PRESS
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en Washington. LENIN NOLLY/ZUMA PRESS

No podría no empezar de peor forma. La suspensión del viaje del secretario de Estado Antony Blinken a China debido a la presencia en el espacio aéreo de EEUU de un globo chino, supuestamente espía, es fiel reflejo del clima de sospecha que condiciona la relación entre ambos países y del alto nivel de deterioro alcanzado en la comprensión bilateral en el último lustro.

Cierto que no se esperaban grandes avances de su visita pero si una cierta moderación de tan tensa atmosfera, estableciendo bases nuevas de la relación para, al menos, poder encarrilar los diferendos en temas clave.

Sea o no cierta la versión china de la naturaleza civil del globo y su extravío, lo evidente es que un hecho de estas características pasa factura a ambos y muestra la enorme dificultad existente incluso para garantizar la comunicación en la cumbre a niveles básicos. El consenso alcanzado por Joe Biden y Xi Jinping en Bali, en el marco del G20, ha volado por los aires -y nunca mejor dicho- y las respectivas diplomacias deben apresurarse a aclarar esta "incomodidad" que a ninguno interesa realmente.

El incidente se produce en un contexto de persistencia de los diferendos esenciales, tal como quedó de manifiesto en el sexto viaje a la región de Indo-Pacífico de esta semana del secretario de Defensa, Lloyd Austin, exultante ante el acceso logrado a cuatro bases militares más en Filipinas. También el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha estado de visita en la región, prodigando declaraciones en Japón (que abrirá una oficina de representación en la OTAN) que mostrarían un acercamiento creciente, o en Seúl, señalando de nuevo con el dedo a China. El "moldeo" del entorno estratégico de China avanza a ritmo acelerado con el concurso también de Australia y Nueva Zelanda.

Y no solo a nivel estratégico. En el orden tecnológico, las recientes presiones sobre Holanda o Japón para limitar las exportaciones a China o el sondeo acerca de una prohibición total de Huawei sugieren una vuelta de tuerca tras otra que pondrá las cosas bien difíciles a Beijing.

Tampoco hay señales de desactivación en el contencioso taiwanés, a la espera del anuncio del nuevo enfoque en estudio en Beijing por parte de Wang Huning y Wang Yi. La sucesión de visitas y pronunciamientos van escalando la tensión con señalamientos de ataques inminentes (para 2025 dice ahora el general responsable del Comando de Movilidad Aérea Mike Minihan). Mientras los aviones y barcos del EPL siguen frecuentando las cercanías generales de Taiwán, el anuncio del viaje a la isla del sucesor de Nancy Pelosi, el republicano Kevin McCarthy, esta primavera, se leerá en términos de provocación y no precisamente de apaciguamiento.

El aplazamiento del viaje de Blinken es un duro golpe para quienes en ambos lados lo consideraban una oportunidad para calmar los ánimos, reducir riesgos y estabilizar una relación cada vez más conflictiva.

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