Otras miradas

Hemos venido a dividir al movimiento feminista

Silvia Agüero

Autora del libro 'Resistencias Gitanas' y creadora del blog y la asociación 'Pretendemos Gitanizar el Mundo'

Estamos enfadadas, peleadas, desapartadas las unas de las otras, con diversas manis en cada ciudad y gritando diferentes consignas. Esto no es bueno. Bueno sí, es bueno para el patriarcado. Así, los machistas disfrutan viéndonos divididas y de ese modo se sienten más fuertes.

La gran división –la más mediática, al menos– es que unas dicen que las mujeres trans no son mujeres y millones de insultos más que escuchamos día a día. Las insultan e infravaloran, las llaman Omvres negando así su identidad. Y, claro, también se las acusa de dividir la lucha.

Es paradójico y no entiendo cómo no os dais cuenta que el feminismo hegemónico esté utilizando los mismos insultos que utiliza la señora Ayuso en relación con las personas trans. Esta paradoja muestra bien a las claras que este vano enfrentamiento le está haciendo el caldo gordo a la derecha. ¿Verdad, Enriqueta?

Otras debaten si las trabajadoras sexuales venden sus servicios y son víctimas de, casi, el culmen del machismo. Como si vender tu esfuerzo, tu tiempo, tu buena cara en cualquier otro empleo no lo fuera también y no cumpliera la misma función.

Todas esas mujeres interpeladoras, defensoras del movimiento feminista, esas que quieren que avancemos, esas que saben que lo vamos a conseguir si todas apoyamos, sienten gran impotencia y enfado por ver cómo el horizonte político feminista se va alejando y cada vez está más lejos. Saben que si vamos en la misma dirección van a ganar. Nosotras no, ellas.

Otras muchas somos acusadas de divisoras del movimiento feminista: feministas negras, feministas musulmanas, feministas comunitarias y feministas gitana.

Antes que a nosotras, también acusaron a las mujeres lesbianas a quienes incluso acusaron de no ser verdaderas mujeres.

El caso es que las feministas hegemónicas (sí, blancas payas y cargadas de privilegios de clase y raza) lleváis una temporada de enfados, de riñas y peleas en las que nosotras ‒las gitanas, las racializadas y las migrantes‒ sobramos.

Parece ser que no tenéis claro que vuestro enemigo sigue siendo el patriarcado, o sea, el mismo que el nuestro. Y lo que parece que ignoráis o no so dais cuenta es que si tuviéramos que hacer un retrato robot de ese enemigo nos saldría un hombre blanco payo. Así, que la particular lucha de las feministas gitanas contra el antigitanismo, no sólo no divide sino que va directa contra ese macho payo blanco que a todas nos sojuzga.

Supongo, que debe ser duro asumir que sin nosotres estarían a punto de lograrse los objetivos principales del feminismo blanco payo, o sea, hegemónico. Son ellas las que van camino de convertirse en integrantes bien integradas de este sistema capitalista que de la mano del patriarcado nos deshumaniza y mantiene sometidas a las demás. No hablo de erradicar el machismo, no. Hablo de seguir teniendo puestos de poder, porque señoras el movimiento feminista hegemónico, blanco, payo, universitario, mueve votos y ya tiene poder, de mandar, de hacer leyes, de estar en el sillón de mando. Sin nosotras, esas que somos las Otras y las Nadie, muchas lo conseguirán.

Y, ahora sí, debo decir que realmente he venido a dividir la lucha feminista: el horizonte político que el feminismo hegemónico plantea, ese romper el techo de cristal que tanto oprime a las mujeres, es posible pero no es nuestro horizonte. Nuestro horizonte está más cerca: solo queremos tener empleos y que la tasa de paro sea menor; nuestro horizonte es sobrevivir y que no nos extingan; que no asesinen a mis compañeras que migran por tierra, mar o aire; que no las ahoguen en el Mediterráneo; que no maten a nuestros niños cuando salen a la plaza porque les asusta un gitano; que no den palizones a nuestros hermanos, a los que racializan como moros; que no nos esterilicen; que no nos violen...

Señoras compañeras en este movimiento social que queremos hacer fuerte y que siga en auge para que dejen de matarnos, agredirnos, violarnos y humillarnos: queréis romper el techo de cristal para hacer otra planta más alta encima de ese techo. Y cuando eso pase, cuando algunas lo rompan, no solamente les tocara a nuestras hermanas migrantes o a nosotras limpiar los cristales sino que habréis creado otra escala de poder, otra planta que haga el rascacielos del sistema más alto y fuerte. Nuevamente inalcanzable para nosotras.

Sin nosotras lo lograrán y el mundo será más neoliberal si cabe. Nos darán más lecciones del sueño americano que se han tragado con embudo. Sin nosotras y con esos payos blancos que gobiernan el mundo lo lograran.

Hemos venido a dividir al movimiento feminista, a ver quién está dispuesta a acabar con los privilegios de los machos que nos oprimen, machos en plural. Se llaman Capitalismo, Racismo, Patriarcado...

El horizonte político que planteamos desde los otros feminismos es el de romper el sistema y para eso quedan unos cuantos añitos más de lucha. Ahí sí nos encontraréis.

¿Qué os pasa? ¿No estáis dispuestas a defender a una mujer trans de una agresión machista? ¿Dónde estarás la próxima vez que haya un ataque racista antigitano?

Dice mi prima, la politóloga Sebijan Fejzula, en un precioso poema que no sois nuestras hermanas y no lo sois porque no queréis serlo y nunca habéis estado junta a nosotras cuando os hemos necesitado. Así es, por desgracia, el feminismo hegemónico nunca ha protestado por el antigitanismo ni ha defendido a las gitanas que cada día somos racismeadas por las instituciones estatales. Así que os toca ganaros esa condición de hermanas y si queréis que seamos hermanas debéis uniros a nuestras luchas.

No estoy dispuesta a dejar de designarme feminista ni a que me expulsen de la lucha y de la agenda reivindicativa. Pero sí estoy aquí para gritar hasta la ronquera que el feminismo será antirracista o no será, que sin las gitanas, las putas, las trans, las moras, las negras, las migrantes... las otras y nuestras reivindicaciones nunca alcanzaréis ese paraíso que pregonáis.

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