Los medios de comunicación han dedicado mucho espacio (y tiempo) en la presencia de una pastora evangélica neo pentecostal en un mitin, dirigido a personas de origen latinoamericano, del Partido Popular en Madrid. Por supuesto, que un partido político mezcle lo político con lo religioso o que los religiosos de tal o cual confesión se organicen en el interior de los partidos políticos es un retroceso, pero no es ilegal ya que, al fin y al cabo, los partidos políticos son entidades privadas. Piénsese que el principal partido político en Alemania, durante décadas, ha sido el demócrata cristiano y muchos partidos políticos se reclamen de esa tradición religiosa cristiana. En el PSOE los denominados "cristianos socialistas" están organizados en el interior del mismo y constituidos como un lobby en favor de los intereses de la Iglesia católica. Es verdad que los partidos políticos en España, aunque son entidades privadas, son financiadas con dinero público y tienen, en verdad, un status semipúblico y eso quizás tendría que imponer algún limite, máxime cuando el Estado se declara no confesional.
En todo caso el asunto de la pastora evangélica no es para echarse las manos a la cabeza cuando –y esto es muchísimo más grave-miles de cargos públicos electos, de todo color político, en esta Semana Santa, se mezclarán con sus bastones de mando en las procesiones religiosas por todo el país y las instituciones públicas como las policías locales, el Ejército o la Legión, participarán directamente en todas estas procesiones, la mayoría de ellas financiadas con dinero público y las televisiones públicas, en costosas retrasmisiones, publicitarán las mismas con parrillas especiales de programación; y todo esto sí parece contrario al aconfesionalismo ya que los ayuntamientos o las CCAA son entidades públicas que no tiene por qué financiar estas procesiones y mucho menos los representante públicos asistir , en calidad de tales, a todas estas manifestaciones. Pero es que ese simbolismo católico se mezcla en todo tipo de actividad civil pública: desde una misa por la inauguración del año académico de tal o cual Universidad hasta un funeral católico de Estado, por no hablar del ofrecimiento anual de la Nación al apóstol Santiago que hace el jefe del Estado, un monarca también católico. Todo esto es más que simbólico ya que significa que España todavía no ha vuelto la página de su secular confesionalismo ya que vivimos en un país donde la Iglesia católica y su culto está financiada por el Estado. Un país donde el adoctrinamiento católico, tanto en la escuela pública como en la privada, está garantizado y financiado por el Estado o donde los colegios católicos reciben más de 4000 mil millones de euros anuales del presupuesto público (casi el triple de las rentas mínimas de inserción de todas las CCAA); la Iglesia católica en España es un factor de poder y con muchas ramificaciones en puntos neurálgicos de las decisiones económicas y políticas. Por supuesto que la participación de la pastora evangélica, en el mitin del PP, no es más que una burda imitación de la política norteamericana donde los neo pentecostales, que están muy alineados con el trumpismo, suelen participar en sus mítines electorales. Pero, igualmente, en el Partido Demócrata es normal ver a líderes religiosos de la iglesia bautistas u otras en sus mítines y actos electorales. Esta americanización de la vida política europea cada año va a más y algunos intentan imitarla aun a riesgo de caer en la caricatura. De las pancartas hemos acabado en las banderitas, en el merchandising electoral y en el Twitter. También en Europa, en relación a la inmigración, se imita el modelo americano de segregacionismo socio comunitario en vez del modelo de integración en un espacio universal laico. No solamente es el PP el que quiere resaltar las características religiosas de los inmigrantes, en la izquierda también se promueve; así vemos que en los mítines de la izquierda se busca siempre que aparezca alguna mujer de origen de países de religión musulmana para dar la imagen de una mayor diversidad y donde, portar el velo musulmán, pareciera una impronta de modernidad. En vez de apostar por un universalismo ciudadano laico se opta por una segregación socio comunitaria donde el aspecto religioso cobra una importancia cada vez mayor.
Y en periodos electorales todos los partidos políticos buscan votos en las religiones: incluso la nueva izquierda, que se pretende ahora refundar en el proyecto Sumar, tiene su icono religioso en esa especie de unción moral que Yolanda Díaz fue a buscar al Vaticano enfundada en un recatado y oscuro traje de cuáquera.
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