Otras miradas

Solo espero que la institucionalidad de la política no me cambie y sea yo la que la transforme

Tesh Sidi

El pasado 13 de marzo se hacía, por fin, pública la noticia de mi candidatura a las autonómicas de la Comunidad de Madrid junto a Más Madrid. Una comunidad que no sólo me ha enseñado mucho y me ha hecho madurar, sino que, además, me ha acercado, como ninguna, a mis raíces.

Ahora bien, para comprender la decisión de lanzarme a la política institucional hay que remontarse a un tuit de hace más de dos años. Eran malas noticias: "El Sáhara Occidental entra en guerra". Por aquel entonces, yo estaba bastante despegada tanto de mis raíces como de la causa saharaui, ya que desde los inicios de mi etapa universitaria tenía que costearme los estudios, trabajar casi de forma diaria para llegar a fin de mes y sortear los obstáculos del racismo institucional.

Cualquier saharaui que abandona los campos de refugiados de Tindouf lo hace con una mochila llamada "expectativa". Es una mochila de gran responsabilidad, que yo, personalmente, he llevado con mucho gusto por todo lo que representa. Pero cumplir expectativas nos hace rehén de los sueños de los demás.

En 2020, mi mochila era algo más ligera, pero guardaba dentro más deberes; unos deberes que requieren de un esfuerzo que ningún título universitario puede cumplir: estar al lado de mi pueblo, contra viento y marea. Y hacerlo sin frustrarme, sin tomar las críticas como personales, sabiendo que, algún día, llegará una generación que lo hará mejor, facilitando espacios con otros pueblos y movimientos sociales, sorteando los egos, pero, sobre todo, haciendo lo que más me apasiona: la comunicación por un Sáhara libre.

Lo cierto es que coger el tren del activismo no es ninguna casualidad. Era el mejor momento, dadas mis circunstancias: ya había superado las dificultades laborales, económicas e institucionales. Había pasado a tener el "privilegio" de una vida digna para poder enfocarme en otras luchas y militar en la mía. No todo el mundo tiene la estabilidad para hacerlo, pero es importante hacerlo cuando ya la hemos adquirido.

Formar parte de Más Madrid fue algo muy bien recibido por amigos, familiares y compañeros de trabajo, la comunidad saharaui y el movimiento solidario. Pero también puso sobre la mesa la siguiente pregunta: ¿Es positivo para los saharauis formar parte de partidos políticos? Toda nuestra mochila de expectativas cada día pesa más por la falta de responsabilidad del Gobierno de España y por el abandono de la clase política al pueblo saharaui. ¿Esto había hecho que los saharauis perdiéramos la fe en la política española?

Hace un par de meses, preguntaba a mi comunidad de Instagram si la lucha saharaui era política, ideológica. Podría ser, más bien, ambas cosas, pero es cierto que no se puede enmarcar dentro de ningún partido en concreto. Juntas, acabamos definiendo lo obvio: es una lucha anticolonial, política y que engloba diferentes ideologías, pero no se puede enmarcar en las expectativas de ningún partido, sea en España o fuera. Es, por lo tanto, una lucha que busca el consenso de todo el espectro político.

Partiendo del punto anterior, quiero dejar claro que mi posicionamiento político no engloba a todo un pueblo, pero sí es un altavoz del mismo. El pueblo saharaui siempre ha estado presente en la política española por la responsabilidad directa que tiene España como potencia administradora de un territorio pendiente de descolonizar. Así, formar parte de las instituciones políticas españolas es un claro mensaje al Gobierno central: los saharauis hemos sido y seguimos siendo parte del pueblo español. Pero ya no necesitamos que hablen por nosotros, ya lo podemos hacer nosotros mismos; y ya no sólo por nosotros, también por nuestras y nuestros vecinos de una España diversa.

Por eso, es fundamental normalizar la diversidad en política; es clave para cuidar la democracia y transformarla. Es importante bajar a la base y que las medidas políticas lleguen a la ciudadanía, de manera que se comprenda que esas medidas nos afectan a todas por igual como vecinas y vecinos de los municipios y ciudades.

Cuando decidí dar un paso al frente y asumir este reto, sabía que añadiría más deberes a mi mochila, pero lo hacía al lado de un equipo humano impresionante, que comprendía la política como la comprendo. La política es el día a día de todos y todas; no hace falta ostentar un cargo político para hacer política y transformar la vida de las personas.

Yo hacía política en movimientos de base, pero también como empleada en una gran corporación, y como mujer en un mundo de informáticos. Por eso, asumo este reto de hacer política en un espacio más, en la institución. Para transformarla con mi experiencia en el mundo Big Data, con mi experiencia liderando equipos, mi experiencia como mujer migrante, pero, sobre todo, con mis ganas de que la gente viva cada día mejor en un Madrid verde y feminista que mira por la base social haciendo medidas políticas con proyección de futuro.

Las personas migradas no somos cuotas para entretener mítines, somos ciudadanas con lo mejor de allá para transformar aquí.

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