Otras miradas

El sueño húmedo del Frente Amplio

Anita Botwin

El sueño húmedo del Frente Amplio
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, posan durante la II edición de los Reconocimientos Arcoíris por el Día Internacional del Orgullo LGTBI, a 27 de junio de 2022, en Madrid (España).- EUROPA PRESS

Sigo soñando con un Frente Amplio tanto en el Estado español como en Madrid, no sé si es porque soy demasiado naif o me estoy haciendo mayor y antepongo la esperanza a la realidad. Pero creo firmemente que ese Frente Amplio de personas muy válidas y otras tantas que pudieran sumarse, es la única opción para derrocar a los gobernantes neoliberales que están destrozando todos los servicios públicos y empeorando la calidad de la vida de la gente más precaria.

No entraré aquí en si fue fulanito o menganito quien no quiso pactar para conseguir la unidad, quien no ha querido unir fuerzas, yo solo hago una petición como ciudadana para que se dejen de lado las peleas internas o las tensiones entre siglas y se ponga en el centro el proyecto común para salvar a la ciudadanía de las garras de una de las políticas que más daño han hecho a las más vulnerables. Nos va la vida en ello y creo que es necesario empatizar con los y las más perjudicados de estas políticas para dejar de lado las rencillas o las creencias propias y tender puentes para salvarnos de este infierno en el que nos vemos inmersos especialmente en Madrid.

Me arrojo si me permiten hacer esta petición en nombre de los familiares de fallecidos en la residencias, aunque yo no sea quien les represente, pero sí lo hago con el amor y respeto que les tengo por su lucha, especialmente a mi querida Mercedes Huertas, que se está dejando la piel junto con el resto de compañeros para poder hacer verdad, justicia y reparación en lo que fueron los protocolos de la muerte durante la pandemia covid y que se cobraron la vida de 9.470 mayores.

Lo pido en nombre de los profesionales sanitarios que trabajan a destajo y no se les reconoce su gran labor durante y después de la pandemia. Lo pido también en nombre de las enfermas crónicas, discas, que necesitamos un seguimiento por ser pacientes crónicas y que debido al desmantelamiento de la atención primaria, no está siendo posible cubrir nuestras necesidades y seguimientos de una manera decente.

También en nombre de quien no puede alquilar una vivienda y tiene que meterse en un zulo pagando precios abusivos, porque no existe aún una Ley de Vivienda que regule estos atropellos y robos por parte del mercado inmobiliario. Y en general, en nombre de quienes menos tienen y más necesitan una protección por parte de quienes deben velar por su bienestar social.

La mayoría de la gente humilde, trabajadora, no va a perdonar que quienes dicen representarlos vuelvan a ir separados y divididos una vez más, en lugar de unir fuerzas para hacer que sus vidas sean más vivibles. La división causará una desafección mayor que solo se traducirá en abstención y en una nueva victoria de quienes no lo merecen. La conclusión es que perderemos las mismas de siempre, las de abajo, las que más necesitan de la protección de las Instituciones para salir de los márgenes. Qué sentido tiene tomar un camino que conduce previsiblemente a la derrota.

El problema no deberían ser las primarias o qué partido lleva la batuta, a pesar de que yo tenga mis ideas propias sobre esta falta de acuerdos. El problema no debería ser el nombre, ni los sillones ocupados ni por quién, el problema es el ataque a la sanidad pública, a la vivienda, la dependencia, las personas con discapacidad desamparadas, los barracones en los que estudia la infancia, la Cañada Real sin luz. No dar respuesta a ello, no mencionarlo, mientras se hacen espectáculos de pactos y fuegos cruzados de reproches no nos va a sacar de la pobreza y va a hacer que la gente cada vez desconfíe más en la política institucional.

Por ello, esta es una petición para que el orgullo quede a un lado y se piense en el bien común, para que a pesar de las diferencias pasadas y presentes seamos capaces de creer en un mundo nuevo y trabajar en esa dirección, codo con codo, porque codo a codo somos mucho más que dos.

También fue complicado formar un Frente Amplio en Uruguay. No fue una cosa de dos días, llevó mucho trabajo, entendimiento de unos y otros, recorrer las calles, pintar murales, hablar en las plazas, conocer a los habitantes y sus problemáticas, acercarse al fin y al cabo al pueblo. Solo así pudieron hacer frente al bando fascista y ganar unas elecciones con un Pepe Mujica como presidente de la República del Uruguay.

Tuvieron claro que su objetivo era mayor que sus diferencias, sus ideas estaban por encima de sus egos. La formación del FA ocurrió gracias a la generosidad y respeto a la pluralidad de los que firmaron su acta fundacional, pero también la construcción de esa unión desde la base, algo que aquí tampoco hemos logrado. En Uruguay trabajaron desde abajo, desde los comités de base para alcanzar esa unidad, que después fue plasmada por sus líderes. Quizá aquí nos haya faltado movilizar y empoderar a nuestros propios comités de base que han ido perdiendo fuerza, como lo son los Círculos de Podemos, las Asambleas de IU o los Núcleos del PCE.

Quizá haya fallado también el trabajar desde abajo, organizarse en los barrios y pueblos y crecer desde ahí, siendo conscientes de las dificultades que atraviesa cada barrio o municipio. Esos deberían ser los cimientos de cualquier proyecto de unidad popular, trabajar desde lo cercano, lo colectivo con objetivos claros que nos representen a todas. Todos y todas podemos empezar a vislumbrar ese horizonte nuevo que nos sume si somos capaces de anteponer lo común a lo propio.

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