Otras miradas

Más empleos y de mejor calidad

Manuel Lago

Economista. Asesor en el Ministerio de Trabajo y Economía Social

Una transeúnte pasa frente a la puerta de la oficina del SEPE de la calle O'Donell, a 4 de mayo de 2023, en Madrid (España). - Europa Press
Un transeúnte pasa frente a la puerta de la oficina del SEPE de la calle O'Donell, a 4 de mayo de 2023, en Madrid (España). - Europa Press

España siempre ha tenido problemas con el empleo. Hasta ahora, cualquier perturbación económica se trasladaba de forma inmediata a una intensa destrucción de empleo. Paro y precariedad, con una tasa de temporalidad que llegó hasta el 40% en el sector privado. Así durante décadas.

Por eso no deja de sorprender la actual robustez y resistencia de nuestro mercado de trabajo. Después de tres años de policrisis global, con la pandemia, la ruptura de las cadenas de suministro, la inflación, la crisis energética, la subida de tipos de interés del BCE y la guerra en Ucrania, España alcanza cifras récord en el empleo.

Con los datos conocidos estos días, estamos en niveles máximos de ocupación y la tasa de paro es la más baja desde 2008, pero, sobre todo, se ha producido una gran transformación en la calidad del empleo. Utilizando los datos de la afiliación a la Seguridad Social, desde que en enero de 2021 se empezó a aplicar la reforma laboral, el número de personas que trabajan con un contrato indefinido aumentó en 2,8 millones mientras que los ocupados con contrato temporal se redujeron en dos millones.

Esto es lo que se denomina la Gran Transformación: con la reforma, dos millones de personas pasaron de ser precarios a tener una relación laboral indefinida. Esta es la razón por la que se desplomó la tasa de temporalidad hasta el 13,7% en el sector privado, el valor más bajo de la historia.

En poco más de un año, la reforma consiguió situarnos por debajo de la media de la Unión Europea, un objetivo que para muchos era inalcanzable, al menos en el corto y medio plazo.

Más empleo y mejor empleo que ha provocado desconcierto a los que auguraban el fracaso de la reforma. Ante la realidad inapelable de las cifras, aparecen ahora algunas controversias que intentan cuestionar la realidad de nuestro  mercado laboral con temas como las horas trabajadas.

Algunos analistas  cuestionan las cifras del empleo porque, según ellos, ya habríamos recuperado el nivel de empleo previo a la pandemia, pero todavía no el de las horas efectivamente trabajadas. Una posición que, llevada al extremo, llega a afirmar que, en realidad, no se crea empleo, sino que se están repartiendo las horas trabajadas mediante empleos de baja calidad, fundamentalmente a tiempo parcial.

La verdad es que los datos zanjan este falso debate. En 2022 se han trabajado más horas que el 2019 y el empleo a tiempo parcial se ha reducido.

Los resultados de la EPA del primer trimestre de 2023 hablan por sí solos. En primer lugar, el número de horas efectivamente trabajadas alcanzó, en el inicio de 2023, su máximo nivel en cualquier trimestre de los últimos quince años. Nunca, salvo en algún trimestre de 2008, se habían realizado tantas horas efectivas de trabajo en la historia de nuestro país.

Para realizar una comparación en términos homogéneos, las horas semanales efectivamente trabajadas en el primer trimestre de 2022 fueron 660,7 millones de horas, frente a los 638,6 millones del primer trimestre de 2019. Esto es, las horas trabajadas aumentaron el 3,5%, o, expresado en términos absolutos, unos 22 millones de horas más cada semana. Estos datos son fácilmente localizables en el sitio web del INE.

Y lo mismo sucede con el tiempo parcial. En comparación a 2019, el número de personas trabajando con jornada a tiempo completo aumentó en más de un millón, mientras que las que trabajan a tiempo parcial se redujeron en casi 100.000 personas. El resultado es que la tasa de parcialidad, el indicador que mide el peso del empleo de jornada parcial, se ha reducido hasta el 13,7%, su valor más bajo desde 2010.

En síntesis: hoy hay más empleos que en 2019, se trabajan más horas, existen más personas trabajando a tiempo completo y menos a tiempo parcial, la tasa de temporalidad se ha reducido de forma extraordinaria y la tasa de parcialidad está en valores que no se conocían desde 2011, antes de que empezara a incrementarse con la reforma laboral de 2012.

Todo lo demás es ruido y posverdad.

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