Otras miradas

El Ajax en Albania: con barba y melenas, no hay Copa de Europa

Ramón Usall

Historiador, escritor y profesor. Autor del libro 'Futbolítica'

Imagen de la llegada del Ajax con la Copa de Europa de 1971 al aeropuerto de Ámsterdam. Foto: Fotocollectie Anefo / Nationaal Archief
Imagen de la llegada del Ajax con la Copa de Europa de 1971 al aeropuerto de Ámsterdam. Foto: Fotocollectie Anefo / Nationaal Archief

Con la llegada de la década de los 70 del siglo XX, los equipos neerlandeses se convirtieron en los grandes dominadores del fútbol europeo. Los Países Bajos, que apenas tenían por aquél entonces trece millones de habitantes, consiguieron, gracias a una excepcional generación de futbolistas, ganar cuatro copas de Europa consecutivas entre 1970 y 1973.

Aunque el Ajax ya había conseguido llegar a la final de la máxima competición continental en 1969, el palmarés neerlandés lo estrenó el Feyenoord de Róterdam en la edición de 1970, tras imponerse al Celtic escocés sobre el césped del Giuseppe Meazza de Milán. Después llegarían las tres victorias consecutivas del Ajax de Johan Cruyff, una auténtica máquina de jugar que marcó toda una época en el fútbol europeo.

El primer triunfo continental del Ajax tuvo lugar durante la temporada 1970-71, la primera edición de la Copa de Europa que no contó con la participación del temido Real Madrid. Los holandeses se impusieron en la final de Wembley al Panathinaikos griego después de haber eliminado al Atlético de Madrid en la semifinal, al Celtic escocés en cuartos, al Basilea suizo en octavos y al 17 Nëntori albanés en la primera eliminatoria de la competición.

A pesar de las dificultades que el Ajax se encontró en su camino hacia el cetro continental, especialmente contra el Celtic y el Atlético de Madrid, el primer obstáculo tuvo que salvarlo durante su visita a Tirana, en septiembre de 1970, en el que fue su primer partido del torneo.

La entonces hermética y aislada Albania, liderada por Enver Hoxha, se erigía en el centinela de la ortodoxia marxista-leninista hasta el punto que, en 1961, había roto sus relaciones con la Unión Soviética considerándola como un estado revisionista como consecuencia de su proceso de desestalinización.

Los equipos de fútbol albaneses, pese al aislacionismo que pregonaba su régimen, empezaron a participar en las competiciones europeas en 1962, una circunstancia que provocó numerosos quebraderos de cabeza al Directorio de Seguridad Estatal, la popularmente conocida como Sigurimi, una policía política que ejercía un férreo control sobre todo aquél que entraba o salía del país.

El sorteo de la ronda de dieciseisavos de final de la Copa de Europa de la temporada 1970-71 emparejó al representante albanés, el 17 Nëntori de Tirana, con el Ajax de Ámsterdam, uno de los grandes clubes continentales de la época.

Poco tiempo después de hacerse público el emparejamiento, la agencia estatal de viajes de Albania hizo llegar al Ajax la lista de restricciones vigentes para poder acceder a su hermético país. De entre las que más sorprendieron al presidente del club holandés, Jaap Van Praag, cabe destacar la prohibición de llevar barba, de lucir unas patillas excesivamente pobladas o de tener una cabellera de más de cuatro centímetros de largo.

Por si esto fuera poco, las indicaciones también vetaban las minifaldas a las integrantes femeninas de la expedición y explicitaban que las faldas no podían alzarse más de seis centímetros y medio por encima de la rodilla.

A nivel práctico, estas medidas conllevaban que una parte considerable de los integrantes de la plantilla del Ajax, que lucía una estética sixtie donde abundaban las largas melenas como las que llevaba el mismo Johan Cruyff, no pudiera entrar en Albania si no accedía a pasar antes por la barbería, un servicio que las autoridades albanesas ofrecían en el mismo aeropuerto de Tirana con el objetivo de hacer desaparecer las barbas y los peinados inapropiados de los despistados visitantes que se aventuraban a descubrir su país.

La reacción de Van Praag ante las restricciones impuestas por el régimen de Enver Hoxha fue la de trasladar una queja formal a la UEFA solicitando la expulsión del equipo albanés de la competición o, en su defecto, la exigencia de una relajación de las medidas coincidiendo con la visita del Ajax a Tirana.

Esta circunstancia provocó que la UEFA abriera una negociación con las autoridades albanesas que terminó concretándose en un acuerdo que eximía a los jugadores holandeses de las restricciones capilares a cambio de aceptar no pasearse por las calles de la ciudad y no relacionarse con los ciudadanos locales, incluyendo a los jugadores del 17 Nëntori, durante su estancia en Tirana.

Así pues, Johan Cruyff, que no pudo jugar como consecuencia de una lesión aunque sí que siguió el partido desde el banquillo visitante, no tuvo que cortarse su característica melena a pesar que ese era un requisito indispensable para que cualquier otro visitante extranjero pudiera acceder al país.

De hecho, la proclamación de la constitución de 1967 había convertido Albania en el primer estado oficialmente ateo del planeta, una particularidad que tenía mucho que ver con la prohibición de llevar barba, un elemento tradicionalmente asociado al islamismo y  al cristianismo ortodoxo, dos de las principales religiones del país.

Este singular veto provocaba la extraña paradoja que en un territorio que estaba plagado de retratos de Karl Marx y Friedrich Engels luciendo largas y frondosas barbas sus ciudadanos tuvieran prohibido imitar la estética que llevaban los padres de ese mismo comunismo que inspiraba al régimen albanés.

A la prohibición de lucir vello en el mentón se añadió también la de llevar una cabellera excesivamente larga o la de vestir con determinadas prendas de ropa, en este caso por considerar que eran elementos propios de la "decadente cultura occidental capitalista" que podían desviar a la juventud albanesa del recto camino hacia el socialismo que propugnaba el régimen.

A raíz del acuerdo promovido por la UEFA, la expedición holandesa pudo llegar a Tirana sin necesidad de cumplir con las estrictas medidas que el país imponía a los visitantes extranjeros pero ni tan solo esto sirvió para evitar el choque diplomático.

El Ajax se alojó en el hotel Dajti, el más lujoso del país en aquel tiempo, y el hecho de que la expedición holandesa llevara su propia comida fue considerado como una ofensa por las autoridades albanesas. Tampoco les gustó que el Ajax pretendiera disputar el partido con una de las pelotas de la marca alemana Adidas que se había llevado desde Ámsterdam (los locales preferían las suyas, fabricadas en China, el único aliado internacional de Albania por aquella época) o que sus jugadores regalaran una camiseta a los integrantes del 17 Nëntori, un obsequio que fue rechazado por los futbolistas albaneses que siguieron así al pie de la letra las indicaciones de sus autoridades de evitar todo contacto innecesario con los "pérfidos" occidentales.

Todas las circunstancias que rodearon aquel primer partido del Ajax en la Copa de Europa que terminaría ganando en el londinense estadio de Wembley tuvieron un marcado carácter político. Su club rival, el 17 Nëntori, había sido bautizado con este nombre en recuerdo del 17 de noviembre de 1944, la fecha en la que los partisanos de Enver Hoxha habían liberado Tirana del yugo nazi. El partido se jugó en un estadio, el Qemal Stafa, que llevaba el nombre de uno de los compañeros de armas de Hoxha muerto en combate durante la ocupación italiana de Albania, donde no podía verse ningún tipo de propaganda comercial, como era habitual en los partidos disputados en otros lares, y con un seguido de consignas glorificando el marxismo-leninismo, el Partido del Trabajo de Albania y la figura del camarada Enver Hoxha decorando el recinto.

Aunque el Ajax se avanzó con dos goles del lateral Wim Suurbier, que lucía una melena y unas patillas que no eran para nada del agrado del régimen albanés, los locales lograron rehacerse y consiguieron un meritorio empate que ha pasado a la historia como uno de los mejores partidos de un equipo albanés en la máxima competición europea, en buena parte porque se disputó contra un equipo que terminó finalmente proclamándose campeón de la Copa de Europa.

Después del encuentro disputado el 16 de septiembre de 1970 en Tirana y que estuvo marcado por la polémica capilar que lo había precedido, el partido de vuelta se celebró dos semanas después en el estadio Olímpico de Ámsterdam.

Los holandeses se impusieron por 2-0 y dieron así el primer paso para terminar conquistando su primera Copa de Europa. Los albaneses, cuya delegación había viajado hasta los Países Bajos acompañada de varios miembros de la omnipresente Sigurimi, cayeron con dignidad y el empate logrado en Tirana tuvo, para las autoridades del régimen albanés, un cierto regusto a victoria. Aun así, su claudicación a la hora de aplicar al Ajax las estrictas medidas que debían cumplir tanto los ciudadanos albaneses como el resto de extranjeros que visitaban aquel fortín comunista provocó que los equipos que posteriormente viajaron hasta Albania para disputar competiciones europeas no tuvieran que afeitarse la barba o cortarse las melenas para poder soñar en ganar la Copa de Europa.

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