Otras miradas

Lo que pueden perpetrar los de Puigdemont en Badalona… y en Barcelona

Sergi Sol

Periodista

La presidenta de JxCAT, Laura Borràs (d), y el candidato de la formación a la alcaldía de Badalona, David Torrents (i), participan en un acto de campaña del partido en Badalona. EFE/Marta Pérez
La presidenta de JxCAT, Laura Borràs (d), y el candidato de la formación a la alcaldía de Badalona, David Torrents (i), participan en un acto de campaña del partido en Badalona. EFE/Marta Pérez

Al candidato de Puigdemont a la alcaldía de Badalona, David Torrents, se le escapó su disposición a facilitar la alcaldía de Xavier García Albiol (PP) en esta ciudad, una de las mayores en habitantes de Catalunya tras Barcelona, l'Hospitalet de Llobregat y Terrassa. Ello es muy sintomático de la posición de una parte muy importante del mundo de Junts per Catalunya, además de su progresiva irrelevancia en términos metropolitanos que sólo les permite ejercer de muleta del PSC.

De hecho, Junts en Badalona aspira a lo sumo a mantener la representación con un edil. Tras perderla en Sant Adrià de Besòs, Santa Coloma de Gramenet y l'Hospitalet. Donde ya no están, ni se les espera. Ya se ve cuáles son sus intenciones. Y cómo la confesión de Torrents levantó una cierta polvareda, el de Junts intentó matizar la cuestión con más torpeza que habilidad.

El candidato de Junts en Badalona representa la facción más beligerante contra ERC, la más nacionalista. No es casualidad que mientras Trias intenta evitar foto alguna con Borràs, fue ésta quien apadrinó a Torrents en su puesta de largo como candidato. Además de Puigdemont que también participó en el acto. Cabe decir que el presidente exiliado en Bruselas se oponía en 2018 a apoyar la moción de censura contra Mariano Rajoy. Aquellos días perdió el pulso porque no controlaba al grupo parlamentario de Madrid. También por eso decidió cambiarlo poniendo al frente primero a Laura Borràs y luego a Míriam Nogueras. Con una única misión, poner contra las cuerdas a Rufián y los suyos ante cualquier acuerdo de calado con Unidas Podemos y el PSOE.

Lo que hoy une al grueso de sensibilidades de Junts es su oposición a ERC y a su estrategia de acuerdos con la izquierda española. Con alguna relevante excepción, por lo menos en lo que a aversión a los de Junqueras se refiere.

Pero mientras en Madrid Junts mantiene una actitud maximalista, en Catalunya su práctica diaria es mucho más pragmática, sobre todo en lo que a la relación con el poder se refiere, con la salvedad de los republicanos a los que tienen visceralmente en el punto de mira. De lo que, claro está, saca provecho el PSC. Ahí está la Diputación de Barcelona, donde Junts convive con una jocosa sumisión ante el PSC de Núria Marín.

Pero lo que está a la vuelta de la esquina no es sólo un nuevo acuerdo en el mismo sentido en la Diputación si suman con el PSC. Lo realmente relevante es lo que se proponen en Barcelona. Y es nada menos que una investidura con el PSC de Collboni y con los votos en la investidura del PP de Daniel Sirera. Esa también es una de las opciones que se plantea el PSC, que ha confirmado Sirera y que Trias ha despachado como en el caso de Valls con Ada Colau, con el argumento de que a caballo regalado no le mires el dentado. Vamos, que a nadie le afea un dulce.

Lo que Collboni e Iceta negociaron entre bastidores en 2019 con el derechista Manuel Valls para apear de la alcaldía a Ernest Maragall es lo que ahora se plantean ante Colau que sigue insistiendo en un pacto con Collboni y Maragall que, si no es un ejercicio de cinismo, visto lo visto, se le acerca mucho. Colau podría ser ahora la víctima de una investidura que va a cargar el diablo y que puede ir atada a la Diputación de Barcelona, al grueso de los consejos comarcales metropolitanos, al Ayuntamiento de Sabadell y al de Sant Cugat del Vallès. Y que tendría como damnificados a los de ERC. Pero también a los Comuns. Esto es, a toda la izquierda a la izquierda del PSOE.

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