Otras miradas

Franco vive en la Martinica

Gabriela Wiener

Escritora, poeta y periodista

El franco CFA
Billete "Afro" encontrado en la Bienal de fotografía Africana "Les rencontres de Bamako" en Mali.- Obra de M. Ciss Kanakassy

Siempre que vengo a París me vuelven los traumas. No sé qué es. Todo es como superior y abstracto. La comida, los libros, el cine, la gente, la lengua, la política, la izquierda, hasta los croissants. No nos prestan mucha atención salvo que hayamos sido torturadas por una dictadura latinoamericana. Será que seguimos viviendo en la era de la ilustración francesa –aunque me cuenta mi maravillosa editora que el 70% de los libros que se venden en Francia son yanquis–. Ellos se protegen de la colonización gringa, nosotrxs de la colonización global.

Francia: las bellas artes, el genio maldito, el feminismo, el cine arte, la alta cultura, esa forma de entender y producir conocimiento, ese paradigma. No debe haber algo más antipático que el siglo de las luces, quizá solo el siglo de oro español, siglos que evocan el humanismo y la razón pero siglos más bien oscuros para otrxs y sí, hasta arriba de oro, construidos sobre el sudor y la sangre de trabajadores y esclavos.

Todo el mal que hace Occidente siempre es por tu bien. Nunca lo olvides.

Esto me queda más claro que nunca después de hablar con Milena Carranza, que lleva años aguantando a los franceses y ha escrito una tesis incómoda para ellos y deliciosa para nosotrxs: La descolonización (o no) del Museo del quay Branly - Jacques Chirac en el marco de la política africana de Emmanuel Macron. Además de darle a la academia desde la academia, Milena lee el calendario de 13 lunas en Instagram a través de su nick huacamayaparis. Ella asegura que el hecho de que esa tremenda fuente de energía que debe ser el obelisco Luxor no esté en Egipto sino en la plaza de la Concordia en París, está haciendo estragos en nuestras vidas. Nos citamos en el restaurante del museo, llamado Jacques (Chirac). Los camareros son negros, como las niñeras en los parques parisinos.

Yo le pregunto a quemarropa: Milena, si tuvieras que reclamar una sola cosa a Francia, ¿qué sería? ¿Restituciones inmediatas de arte y patrimonio de museos como el quay? ¿Dejar de negar el colonialismo en todas partes? ¿Devolución del obelisco? ¿Más antirracismo? ¿Aceptar la masacre en Argelia?

–Lo primero que le reclamaría a Francia es que devuelva autonomía económica a los 14 países africanos donde todavía la moneda oficial es el franco. Que dejen de obligarles a entregar el 50% de sus divisas al tesoro francés "para que se los cuide". No hay territorio en el mundo que pueda llamarse autónomo o excolonia sin manejar su propio billete o presupuesto.

–¿¡¡Qué me dices, cómo que el franco todavía existe y fuera de Francia?!!! ¿O sea que ahí compran las cosas como con billetes del Monopoly?

–Sí, es un billete de juguete, que no está en red con el dinero del mundo, aunque intenten que esté en paridad con el euro. Siguen bajo dominio francés, Nueva Caledonia y las islas del Pacífico, Martinica y Guadalupe. En América del Sur, Guyana y en el Índico, las islas de Reunión y Mayotte.  Cada país que después de firmar el pacto colonial ha querido liberarse, independizarse y usar su propia moneda, ha sido reprimido y muchos de sus líderes asesinados. Aún el Estado francés del bienestar, su alta cultura y la mitad de sus privilegios, sus vacaciones pagadas, descansan sobre la plata de África.

Milena lleva razón. El pacto colonial le dio la independencia a esos territorios pero con ciertos requisitos: que la lengua francesa sea la lengua oficial y obligatoria para la educación y las instituciones del Estado (el francés es una lengua colonial como el español); que Francia tenga el derecho a tener sus bases militares dentro de esos países; que el Estado francés y las empresas francesas, grandes corporaciones, tengan la prioridad para la explotación de sus recursos naturales. Y que sigan usando como moneda la misma moneda colonial, el franco CFA (colonias francoafricanas). Para ello se inventaron algo llamado comunidad financiera francoafricana. Y el pacto sigue intacto.

Esos francos, los billetitos, se imprimen en una ciudad francesa a cuatro horas de París y de ahí se distribuyen a las 14 "excolonias". Hace poco Macron anunció que sacarían una moneda llamada eco pero es algo meramente nominal porque se mantiene lo importante, el colonialismo económico. La colonización en Francia no terminó en 1962 con la independencia de Argelia. Como dice la politóloga feminista nacida en La Reunión, Françoise Vergès, "la independencia es una etapa de la colonización, pero no su final".

Con ese nombre colonial, Francia Márquez, una mujer afrocolombiana viaja por primera vez a África en representación del Estado colombiano buscando "la cooperación sur a sur". Mientras tanto en Europa, Macron da discursos sobre África, los museos y se tarda años en devolver un tambor a Costa de Marfil. El franco aún vive en la Martinica. Pero todo el mal que hace Occidente siempre es por tu bien.

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