Otras miradas

La racionalización de los horarios y usos del tiempo, un elemento clave para la salud y el bienestar

Lucía Artazcoz

Directora del Observatorio de la Salud Pública de la Agencia de Salud Pública de Barcelona

Hombre duerme en su mesa de trabajo. -MUNTAZAR MANSORY / Pixabay
Hombre duerme en su mesa de trabajo. -MUNTAZAR MANSORY / Pixabay

En la última década ha aumentado el interés por la pobreza de tiempo, pero sigue siendo un tema olvidado en las políticas de salud pública. Se entiende por pobreza de tiempo la falta de tiempo propio debido a la cantidad desproporcionada de tiempo dedicado al trabajo remunerado y no remunerado. El tiempo es un recurso que las personas necesitamos para disfrutar de una buena salud. La falta de él es uno de los motivos más comunes para no hacer actividad física o llevar una dieta saludable. Construir relaciones fuertes y de apoyo, que son determinantes de la salud, también requiere tiempo, igual que lo requiere ir a un centro sanitario. La falta de sueño, asociada a la pobreza de tiempo, es un grave problema de salud pública que no ha recibido suficiente atención en nuestro entorno. Se ha documentado que en las personas adultas dormir menos de 7 horas diarias se asocia con un mayor riesgo de accidentes, problemas cardiovasculares, reducción del rendimiento, sobrepeso y diabetes tipo dos, entre otros problemas de salud.

La utilización del tiempo implica decisiones basadas en condicionantes económicos y normas sociales, preferencias personales y otros recursos disponibles como las relaciones sociales. Por ello, la pobreza del tiempo es menos frecuente entre las personas de los grupos sociales más favorecidos ya que disponen de más recursos para contratar servicios para realizar determinadas actividades.

La organización de los horarios y los usos del tiempo en España son muy diferentes a los de otros países europeos. La actividad laboral habitualmente comienza a las 9:00 y finaliza entre las 18:00 y las 20:00, pero en la mayoría de los países de nuestro entorno empieza a las 8:00 y termina entre las 16:00 y las 17:00. Además, en España la jornada partida es muy habitual. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2020 entre la población ocupada el 40,2% de los hombres y el 28% de las mujeres hacían jornada partida. A mitad del día se para generalmente durante una o dos horas para comer de manera que la jornada se puede prolongar hasta las 21.00 horas lo que, por ejemplo, reduce el tiempo que madres y padres pasan con sus hijos y puede repercutir negativamente en su desarrollo.

Existen marcadas desigualdades de género en la pobreza de tiempo, con más mujeres que hombres considerados pobres en tiempo, cosa que se explica fundamentalmente por el mayor tiempo que dedican las mujeres al trabajo doméstico y de cuidados. España es un país con un modelo de familia tradicional en el que, pese a la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, ellas continúan siendo las responsables del trabajo del hogar. Además, solo un 41% de los niños y niñas de 0 a 2 años están escolarizados.


El Plan de Gobierno de esta legislatura incluye aprobar una Ley de usos del tiempo y racionalización de los horarios que, debido al adelanto de las elecciones generales, no podrá ser aprobada en este mandato. Una ley integral de usos del tiempo, tal y como propone la Time Use Initiative en el estudio solicitado por el Ministerio de Trabajo, contribuiría a mejorar la salud de las personas trabajadoras, la igualdad, la capacidad de conciliación, la eficiencia de las empresas y organizaciones y la sostenibilidad medioambiental y social. Sería una gran noticia que una ley de usos del tiempo fuera aprobada en la próxima legislatura.

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