Otras miradas

La tristeza de votar en contra

Marta Nebot

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, a 22 de marzo de 2023, en Madrid (España).
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, a 22 de marzo de 2023, en Madrid (España).

Tras la hostia del 28M –permítanme omitir eufemismos– y el órdago de Pedro Sánchez, convocando elecciones a vote pronto, confieso que me ilusioné un poco. Revisando la cuenta de resultados de este Gobierno y la reacción de Sumar creí seriamente que se podía ilusionar al electorado rojo.

Ahora la ilusión se me ha esfumado. Había oído hablar de votar con la nariz tapada. Lo que no había oído es que se pudiera votar a ciegas queriendo desesperadamente que el voto valiera; y me parece probable que sea lo que, esta vez, muchos elijamos. Yo fantaseo con la idea de coger las dos papeletas, barajarlas y, sin mirar, meter una en el sobre para sentir que cumplo aunque no elijo. Y es que los dos líderes progresistas, en mi opinión, en un momento crucial se están equivocando hasta el infinito.

Para empezar, Yolanda Díaz con Jordi Évole se revolcó en el barro interno en el que nunca había entrado en lugar de contarnos qué proyecto real e ilusionante propone, qué hay de lo nuestro, qué hay de lo suyo, en qué consiste ese Sumar que tanto ha costado. Llevaba un año cebando su candidatura, haciendo un programa conjunto con los ciudadanos y a la hora de la verdad ¿no traía nada qué contarnos? Después llegaron las ocurrencias, como la herencia universal y los imposibles, como trabajar una hora menos por decreto. En pocas semanas pulverizó el patrimonio de realidades palpables conseguidas por aquella que lideró todos los rankings centrándose en tangibles que cambian vidas. ¿De verdad la solución para la juventud es darle 20.000 euros a todos los jóvenes, incluidos los hijos de Ana Rosa o los nietos de Botín, vayan a hacer con ese dinero algo constructivo o no? ¿En serio les parece creíble que trabajemos una hora menos cuando el contador de horas extras puesto en marcha por su ministerio no ha terminado ni con su impago ni con su exceso?

Sumar sobrepasa la delgada línea entre ilusionar y el flowerpower con frecuencia. Además desilusiona con mayúsculas no dejando participar a los partidos que integran la coalición ni en el programa ni en la campaña.

Iba a ser algo nuevo, un partido de partidos, una formación horizontal, que venía a proponer y a alcanzar mejoras para tod@s y, de momento, ni lo uno ni lo otro. Sin proyecto ni integración está al albur de la suerte en los momentos mediáticos que protagonicen.

Sánchez, por su parte, en el único cara a cara de esta campaña dio vergüenza ajena y propia. Le humillaron a él y a todos los que apoyamos su gobierno. Fue doloroso hasta el final, cuando el Presidente dijo a modo de despedida "un placer" cuando había sido un infierno.

No fue capaz de salir de la emboscada con metralleta de mentiras y provocaciones que Feijoo y el formato le tenían preparada. Está tan desenchufado de si mismo –por el miedo a perder, supongamos– que no fue capaz ni de poner pie en pared en algún momento, de ser el Presidente del Gobierno y no un pelele al que se puede empapelar con mentiras. Las falsedades sobre promesas electorales siempre han sido parte del juego. Mentir o maquillar el futuro lamentablemente es lo que siempre se ha hecho. Mentir sobre el pasado reciente en asuntos importantes y comprobables es nuevo. Es romper la baraja. Es dejar de ser hombres de estado para convertirse en tertulianos de los malos. Sé mejor que muchos que las mentiras en televisión salen gratis, lo sé y lo sufro a diario. Si el periódico envuelve el pescado del día siguiente, la tele se borra a los diez minutos. Sin embargo, la credibilidad de un aspirante a Presidente hasta ahora estaba por encima de ese vacío. Hasta que Feijoo se lanzó a él desde el último piso.

Sin embargo, era previsible y Sánchez y su equipo no lo vieron venir cuando era obvio que vendría. El ayusismo gana y se copia. Las versiones patrias de Trump triunfan por toda Europa. El Presidente fue una marioneta controlada por todas las encuestas, paralizada por la opinión encuestada. Habla mucho en esta campaña de la diferencia entre la opinión pública y la publicada. A ver si empieza a pensar también en la distancia que hay entre la opinión encuestada y la que finalmente decide ante la urna. Supongo que en su inconsciente pesan las acusaciones de soberbio, los números que le dicen que de Catalunya hable poquito, que de la ley del solo sí es sí, lo mismo; y también debe pesarle el cansancio que hace que cuente su milagro económico y social como quien dice una lección aprendida, de carril, sin ser capaz de hacer pedagogía, ni de convencer y apasionar a nadie porque no es capaz de apasionarse ni a él mismo.

Presidente, coja el toro por los cuernos. Arriesgue. O lo hace o estamos perdidos.

1–Zanje de una vez el asunto del Gobierno de la lista más votada, más allá de que el PP solo lo quiera para si mismo. Eso es incumplir la Constitución que dice que vivimos en un régimen parlamentario que impide que las elecciones elijan a un hombre –o incluso a una mujer– sino a muchos que deben formar alianzas para construir un gobierno representativo. Feijóo, en su defensa férrea de la intocable Constitución, tiene lapsus como éste muy llamativos.

2–Diga claramente que Catalunya era un polvorín en llamas y ahora está tranquila; que hizo lo que había que hacer y los otros, si ganan, van a volver a incendiarlo al pedo, como diría un argentino. Las leyes –si se cumple la Constitución– no pueden ser retroactivas. Es un camino solo de ida. Este país tiene que asumir lo perdonado porque ya no puede desperdonarlo aunque gobierne el mismísimo diablo.

3–Explíquele a Feijóo que no puede borrar el sanchismo porque no puede retirarles los derechos a los que ya los disfrutaron, que lo único que podría estar en su mano es que los que vengan después no puedan disfrutarlos. Grítele, si hace falta, que eso de aprobar una ley para que los condenados por terrorismo no puedan ir en las listas electorales es una estupidez porque no lo va a poder aplicar a los ya condenados y ahora no hay terrorismo. Tendría que revivirlo para poder aplicar su nuevo eslogan de txapotismo.

4–Saque al resto de los ministros de la cueva de Twitter donde los tiene metidos ¿Por qué solo vemos a Calviño y Montero? ¿Por qué no hay un ejército de políticos explicando que la cesta de la compra se les fue de las manos y que, a pesar del escudo social y lo logrado, sigue habiendo medio país pasándolas putas pero que ya saben cómo arreglarlo? Díganos que por fin van a controlar a los que, como dice hasta Europa, se están enriqueciendo con lo que comemos en un momento muy delicado. Explíquenos cómo el Ingreso Mínimo Vital y los subsidios van a llegar a todos los previstos, porque van a poner los funcionarios y los medios que hagan falta para que la entrega de ayudas sea tan ágil como Hacienda, porque esas ayudas también somos todos y la credibilidad de su Gobierno.

Y 5–Admita sin paliativos que lo que pasó con la ley del solo sí es sí fue un error garrafal y que, si vuelve a gobernar, nunca jamás ocurrirá nada parecido, que no volverá a presidir un Gobierno que rebaje penas sin quererlo aunque eso le cueste la coalición o algún ministro.

Los votantes necesitamos escuchar todo eso –¿o seré solo yo?-.

Sobrevivimos –o sobrevivo– buscando algún fogonazo de ilusión, alguna buena frase de alguno de los dos, como si fuera un madero en mitad del océano que nos mantenga la ilusión a flote, aunque sea por un rato, hasta que se nos pudre con la siguiente ocurrencia, imposible, o falta de convicción. Nos consolamos soñando con votar a Zapatero o a Matute.

Es triste votar solo en contra –aunque sin duda hay que hacerlo–. Solo digo que ojalá consigan en lo que queda de campaña algo más de voto a favor y algo menos de voto por resignación o por miedo.

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