Otras miradas

Crece la alarma social con el aumento de las enfermedades mentales

Tiffany Sánchez-Cabezudo y Marto Egido

Doctores en Derecho y colaboradores de la Fundación Alternativas

Hace escasos días nos sorprendía una noticia: un hijo mataba a su madre y hería a su padre de gravedad en un municipio de la Comunidad de Madrid. El presunto homicida estaba bajo tratamiento médico, por lo que fue trasladado al Departamento de Psiquiatría del hospital Gregorio Marañón. No se trata de un hecho aislado: sólo hay que mirar atrás y recordar el caso de Noelia de Mingo, aquejada por una enfermedad mental, esquizofrenia de tipo paranoide, que en el año 2003 mató en la Fundación Jiménez Díaz a tres personas, quedando exenta de responsabilidad penal, adoptando la Audiencia Provincial una medida de seguridad de internamiento en un centro psiquiátrico durante 25 años. Un hecho que tuvo muchísima trascendencia en los medios de comunicación y que abrió muchos informativos. En este caso, Noelia salió del establecimiento donde estaba recluida en el 2017, siguió recibiendo tratamiento ambulatorio quedando bajo la custodia de un familiar, concretamente de su madre, octogenaria. En el año 2021 volvió a apuñalar a dos mujeres en un supermercado del pueblo donde residía.  Algo falló.

Estos casos que acabamos de ver son un ejemplo de otros muchos que ocurren muy a menudo, pero que no son conocidos públicamente. La salud mental es una asignatura pendiente en nuestra sociedad. Los poderes públicos no pueden ser ajenos a este grave problema que está asolando a la población. La pandemia -así lo ha señalado la OMS, que instó a los Estados a reforzar los servicios de salud mental- y los problemas económicos que estamos atravesando han disparado los casos de en enfermedades mentales.

Estas patologías están generando una creciente alarma social, pero muchas personas no reconocen padecerlas y no reciben diagnósticos adecuados por miedo o vergüenza o, inclusive, son mal diagnosticadas. Reside aquí un inconveniente: la falta de concienciación social ante las enfermedades mentales, las cuales han estado desde siempre muy estigmatizadas, sin contar con que los propios médicos son bastante escépticos, especialmente con los problemas de depresión y ansiedad.

Es necesario cambiar la conciencia social, llevando a cabo campañas de sensibilización y visibilización que permitan conocer que los afectados por patologías mentales no son una escasa parte de la población, sino que representan un grave problema donde el enfermo, en la mayoría de los casos, se ve aislado por circunstancias adversas. La visibilización de las enfermedades mentales, y que no se convierta en un tema tabú, debe ser un objetivo de los poderes públicos. Que los médicos sean concienciados y formados para una detección precoz de los problemas de salud mental, así como educar a los familiares, para que sepan cuidar y ayudarlos, resulta imprescindible de cara a reducir los trágicos sucesos. Por otro lado, prescribir únicamente medicación para mandar al enfermo a casa suele ser contraproducente, y puede incluso poner en peligro su vida. Asimismo, es necesario dotar a los jueces de instrumentos jurídicos para que puedan actuar frente a los casos de delitos cometidos por enfermos mentales.

También es necesario abordar el segundo problema: el control médico. Si nos fijamos en el caso de Noelia, hacía cuatro meses que no tomaba su medicación, y esto ha ocurrido en muchos de los delitos que se han cometido por personas con este tipo de enfermedades. Se debe instar a los poderes públicos a que se ponga especial atención a este apartado. Es difícil realizar ese control, especialmente cuando el paciente no está ingresado, pero quizás esto vaya relacionado con la escasa inversión económica que se hace, tanto en el estudio de las enfermedades mentales como en el bajo número de hospitales especializados en ello. Aumentar los centros que se dediquen al diagnóstico, seguimiento y control del enfermo debe ser un tema de especial interés para el futuro gobierno.

En definitiva, tal como hemos visto, los problemas de salud mental han incrementado en los últimos años. Los delitos que cometen las personas aquejadas de alguna patología mental se llevan a cabo bajo profundos trastornos psiquiátricos. Además de concienciar a la sociedad e invertir más en el estudio de enfermedades mentales y en los medios para conseguir mejorar los tratamientos, es fundamental incrementar el personal sanitario que permita realizar el seguimiento de los pacientes y de los que han cumplido la medida de seguridad, sin que se tenga que dejar la custodia a familiares que, en la mayoría de los casos, no pueden hacerse cargo.

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