Otras miradas

¿A quién no le va a gustar un Imperio Romano?

Nagua Alba

Psicóloga. Ex diputada en el Congreso

Russell Crowe.-GLADIATOR
Russell Crowe.- GLADIATOR

Cada día que pasa me fascinan más los avances de la Inteligencia Artificial, tras ver a Mariano Rajoy recitando su "Es el vecino el que elige al alcalde" en un inglés inmejorable pensé que la humanidad había tocado techo. Entonces, un amigo me envió otro milagro fruto del doblaje de la IA, un vídeo que hacía años que había olvidado, pero que volvió a cautivarme nada más escuchar aquél "Who wouldn’t like a Roman Empire? (¿A quién no le va a gustar un Imperio Romano?). Llegó justo en el momento perfecto. Parece que la actualidad se ha empeñado en corroborar la tesis de las señoras del baptisterio: ¿a quién no le va a gustar un Imperio Romano?, al menos, si eres hombre.

Y es que esta semana hemos hablado mucho de los romanos y su imperio a partir de que se viralizara un vídeo de TikTok en el que se señalaba que las mujeres no somos conscientes de cuán a menudo los hombres piensan en el Imperio Romano. En la publicación se nos proponía que preguntásemos a los chicos de nuestro entorno. Merece la pena darse un paseo por las redes y constatar la cantidad de hombres que reconocen no solo que piensan a diario en aquella época histórica, sino que incluso lo hacen varias veces al día.

La primera pregunta que asalta a cualquiera que haya sido testigo de semejantes confesiones es "¡¿POR QUÉ?!". Las hipótesis son muy variadas, hay quienes encuentran que el motivo puede tener que ver con la herencia cultural y civilizatoria y lo mucho que debemos a los romanos (para un resumen de esto, la escena de la Vida de Brian "¿qué han hecho los romanos por nosotros?"), aunque poca gente (nadie) conozco yo que piense a diario, no sé, en Al-Andalus, por ejemplo.

Otros afirman que tiene más que ver con la construcción que de esta etapa de la historia se ha hecho a través del cine y la literatura, que han convertido al Imperio Romano en un lugar cómodo al que transportarse para diferentes tipos de hombres, desde el gymbro que sueña con atravesar a un bárbaro con su espada a lo Gladiator, hasta el que tiene complejo de conquistador y le gustaría ligarse a Cleopatra, pasando por el intelectual que se cree Séneca o el estratega que invirtió su adolescencia en el Age of Empires I.


También puede que en un contexto en el que muchos hombres sienten que el mundo que conocían y disfrutaban de forma privilegiada se desmorona (gracias, feminismo), el Imperio Romano es un rinconcito agradable en el que refugiar su masculinidad herida sin sentirse demasiado perdidos. Me decía un amigo (porque por supuesto he encuestado a todos los hombres que me rodean, y sí, la mayoría piensan en el Imperio Romano) que los romanos son la forma más plena de dominio, ya sea por la fuerza, las legiones como primer ejército moderno, o mediante la razón y la cultura, que es otra herramienta de poder.

Ante la pérdida de hegemonía de lo masculino, ellos retornan a una época no vivida que encarna a la perfección ese anhelo de control del mundo. Creo que me quedo con esta última hipótesis, aunque es posible que sea todo mucho más simple y se reduzca a que ir en camisón por la vida es un fetiche oculto de los hombres, quién sabe. Reconozco que los caminos de la mente masculina se me hacen cada día más inescrutables, pero sea cual sea la explicación, la conclusión es clara: ¿a quién no le va a gustar?

Pues al parecer, a las mujeres. Al menos, no al mismo nivel que a ellos. Algo bastante comprensible, ¿quién querría fantasear con una realidad en la que éramos tratadas como menores de edad, propiedad del padre o del marido, durante toda nuestra vida y consideradas seres inferiores a ojos de la ley? (cosa que, por cierto, sigue pasando en unos cuantos países del mundo).


Y esto nos lleva a la segunda pregunta que debería asaltarnos tras conocer esta llamativa realidad (sí, vale, es una encuesta a pie de redes, algunos fantaseáis con la Segunda Guerra Mundial y no con los romanos, realidad entre comillas, etc.): ¿en qué piensan las mujeres?. Pues no tengo ni la menor idea. He preguntado a mis amigas y familiares sin conseguir sacar ninguna conclusión. No existe una época histórica favorita, pero es que ni siquiera una categoría de fantaseo compartida. Y lo entiendo. A mí personalmente se me haría complicado refugiarme en la nostalgia por un pasado remoto no vivido, en el que o las mujeres directamente no existen, o lo hacen como víctimas de abuso y violencia, o como accesorios de grandes hombres o, en el mejor de los casos, como excepciones, una suerte de pitufinas de la historia: señoras extraordinarias y fuera de lo común que consiguieron abrirse paso en un mundo del todo masculino (véase Nefertiti, Juana de Arco o Isabel la Católica).

De todo esto podemos sacar dos conclusiones, la primera es que es un poco preocupante que casi la mitad de la población fantasee de manera recurrente con un orden de dominio total y grandes dosis de violencia descarnada. La segunda es que claramente nosotras estamos a otra cosa, quizá, si la historia no la hubieran escrito y monopolizado ellos, podríamos fantasear con ella también. O puede que no sea solo eso, puede que estemos más centradas en construir un presente y un futuro que se aleje de pasados en los que no querríamos vivir.

Más Noticias