Otras miradas

Ni juventud ni Unión Europea

Pablo Allende

Vocal de Incidencia Pública de Equipo Europa

La bandera de la Unión Europea en la fachada del edificio del Parlamento Europeo en Bruselas. -REUTERS / Francois Lenoir
La bandera de la Unión Europea en la fachada del edificio del Parlamento Europeo en Bruselas. -REUTERS / Francois Lenoir

Cuando comienza un debate de investidura para la presidencia del Gobierno, los ciudadanos esperamos que las principales preocupaciones de nuestro día a día aparezcan en los discursos de los líderes políticos. La persona que presenta su candidatura para presidir el país cuenta con tiempo ilimitado durante al menos dos jornadas para responder a las otras formaciones, pero, sobre todo, para presentar un programa de Gobierno que responda a las necesidades del país con propuestas específicas.

La aprobación de la utilización de las lenguas cooficiales, las identidades territoriales, la amnistía o las acusaciones han marcado la conversación política; sin dejar de ser temas esenciales, han aparcado aquellos problemas que continúan agrandando la brecha de desigualdad y la brecha intergeneracional. Incluso, han orillado nuestro papel a nivel internacional en un momento de especial protagonismo para España. Como suele ser tradición, extrapolamos los debates europeos e internacionales a nuestras prioridades nacionales.

Por poner en contexto, el presidente de los populares y candidato, Alberto Núñez Feijóo, desgranó su propuesta de Gobierno durante una hora y 42 minutos. En un discurso de más de once mil palabras, únicamente hubo referencia hacia la juventud en siete ocasiones; dentro de las cuales, solo en dos se plantean propuestas directas, de forma vaga, a las preocupaciones y problemas que sufre este sector de la población. En cambio, solo basta releer el discurso y comprobar el protagonismo de las menciones al conflicto catalán. Recordemos que los partidarios del "no" a la independencia de Cataluña están en máximos, según las encuestas, y que más del 70% de la ciudadanía catalana no la ve una prioridad.

Lo que sí es prioritario para la juventud es la vivienda, especialmente cuando el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) evidencia que los jóvenes se emancipan a los 30,3 años y dedican alrededor del 80% de su sueldo para un alquiler medio o el 60% para una hipoteca, se presentan medidas únicamente enfocadas a la problemática de la ocupación y ninguna que acuda directamente a la raíz de esta desigualdad. Lo mismo sucede, cuando se cita el desempleo juvenil, sin propuestas específicas que acaben con la vergüenza de ser el país con mayor desempleo juvenil europeo. Sobre la mesa, no aparecieron términos o referencias a temas como la precariedad o la inversión en becas. Todos reconocemos que forman parte de la vida de la mayoría de los jóvenes, sin lugar a duda, y provocan sus desvelos; sin embargo, parece que no tuvieron la suficiente consideración en un programa de Gobierno. Sin olvidarnos del cambio climático, solo mencionado en una ocasión, y no de forma propositiva.

El hecho que el candidato orillase a la juventud en su discurso no significa que el resto de las fuerzas políticas hicieran alguna referencia durante sus réplicas. De nuevo, le refriega política y los discursos identitarios primaron sobre la vertebración social.

La calidad del debate también obvió completamente el papel de España en la Unión Europea. Nuestro país vive un momento de especial relevancia presidiendo el Consejo de la UE y teniendo la capacidad de diseñar las prioridades y la agenda de asuntos esenciales. Mientras en las instituciones comunitarias se negocian las nuevas reglas fiscales, el pacto migratorio o la autonomía estratégica, la investidura no dedicó palabras sobre la posición de España en estos debates. Una vez más, España prioriza su propia agenda interna.

En unos meses se celebran unas elecciones europeas trascendentales y ya hay voces que hablan de una posible ruptura de la alianza tradicional que ha liderado las instituciones europeas, la formada por populares y socialistas, con el añadido de liberales y verdes en los últimos años. Estas voces se dirigen hacia un acuerdo entre los populares y otras fuerzas situadas que no creen de forma convincente en la integración europea y, en algunos casos, defienden dar pasos atrás. ¿Qué opinan nuestros líderes nacionales? Europa se mueve y nosotros no nos podemos parar.

La juventud española representa ese sector de la población que solo ha vivido en democracia, menos comprometido con el voto a un mismo partido, más cambiante, y que ha vivido varias crisis que han golpeado sus esperanzas. Y si los problemas de los jóvenes no entran en el debate político, la desafección puede hacerlo en su lugar y llevarlos a la abstención o la búsqueda de quien les ofrezca soluciones sencillas a problemas complejos.

Por suerte, existe una juventud europeísta comprometida que está adquiriendo un mayor peso en la agenda pública y que está trabajando por incidir sobre temas que les afectan en su día a día, como la remuneración obligatoria de las prácticas. Es una juventud que no entiende su vida sin Europa porque han estudiado fuera gracias al Erasmus, han viajado libremente y han entrado en contacto con otras culturas o se benefician de medidas tan simples como el cargador universal.

Esperemos que el previsible próximo debate de investidura se acerque a las inquietudes de la juventud española, que está preparada para ser escuchada, y no se agrande la brecha social que hay, sin quitar importancia al debate territorial. Los jóvenes creen en la Unión Europea y quieren más de ella, acerquémosla desde las Cortes Generales.

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