Otras miradas

Que denuncien a (su) Dios

Oti Corona

Maestra y escritora

Salustiano García (d), que, con su hijo Horacio (i) como modelo, se ha hecho viral en redes sociales con su cartel de Jesús.- EFE/ David Arjona
Salustiano García (d), que, con su hijo Horacio (i) como modelo, se ha hecho viral en redes sociales con su cartel de Jesús.- EFE/ David Arjona

Me gustaría pasar la tarde como la pasan la mayoría de mis amigas, que juegan al póker, duermen largas siestas, van a clases de lindy hop o se compran ropa de primavera para pasar lo peor del invierno. Sin embargo, debo de tener algún instinto suicida, un yo interior siniestro y autolesivo y ayer, por ejemplo, me dieron las tantas en la web de Abogados Cristianos.

Qué página, señoras. Qué saber no estar. Qué rato más malo. Qué pestilente guarida para gente obsesionada con el control de las vidas y de los cuerpos ajenos, especialmente, oh, sorpresa, los de las mujeres. En un primer vistazo pude constatar hasta qué punto les enfurece nuestra capacidad de decidir con quién y cómo queremos vivir, cuánto les fastidia nuestro derecho al aborto, cómo les aterra que las escuelas eduquen en igualdad. Y no es que se dediquen a predicar amorosamente a fin de acercar a los infieles a la palabra de (su) Dios. Qué va.

Ellos van a lo loco: exigen dimisiones, difaman, promueven retiradas de campañas y eliminación de carteles, señalan con su dedo acusador a personas indefensas, denuncian, tergiversan la realidad para que se adapte a su lamento de perpetuos ofendidos. Me recuerdan al matoncillo de mi instituto, continuamente mirando a un lado y a otro, como una suricata, a ver quién o qué podía ofenderle para así sacar pecho, montar bulla y conseguir la intervención de los profesores, aunque fuera para advertirle de que parase de dar la nota. En definitiva, son unos tipos furibundos y seguramente acomplejados que se ensañan con cualquiera que no responda a su ficción de familia feliz heteropatriarcal, siempre por la vía de urgencia y con medidas cautelarísimas.

El último de sus desvaríos ha sido arremeter contra el Jesús buenorro que aparece en el cartel de la Semana Santa de Sevilla. Quienes nos educamos en colegios religiosos no salimos de nuestro asombro: ¿Ahora se enteran estos de que Jesús está buenorro? ¿A qué iglesias iban? ¿No había imágenes? Las niñas de mi colegio nos dimos cuenta de que el profeta tenía su aquel más o menos a los diez años. La cuestión es que también andan cabreados porque les parece que la ya famosa ilustración de Salustiano García muestra a un Jesús afeminado, en contradicción con esos párrafos de la Biblia donde se detalla que el hijo de Dios fue un macho muy macho, de los de palillo en boca, pecho lobo, tosco en las maneras y bastante mal humor.

Ahora mismo no encuentro los versículos exactos en los que se da la descripción, e incluso puede que no existan, pero por supuesto que Jesús era heterosexual. Así lo evidencia su matrimonio, ay, no, que esposa no consta, o sus muchos hijos, ahí va, que tampoco. Bueno, aunque no se pueda probar si fue o no heterosexual, en el caso de ser gay, habría sido de los discretos, de los que solo son gays de puertas para adentro. No habría lucido con orgullo esos bíceps torneados, esos pectorales, ese ombliguillo hundido entre benditos abdominales, esa túnica en forma de serpenteante taparrabos que le hace a una preguntarse a qué se refieren los abogados cuando dicen que están estudiando medidas.

Es sorprendente que quienes se erigen en defensores de Cristo encuentren tanto tiempo para odiar a sus semejantes y tan poco para hacerse serios planteamientos sobre su cliente. Podrían preguntarse la opinión de Jesús sobre el asunto de ese canónigo que apareció muerto y del que después hemos sabido que pagaba por sexo a chicos en situación de vulnerabilidad. ¿No pediría Cristo a sus abogados que investigasen si el religioso se aprovechaba de esos chavales?¿No querría que indagasen por si la Iglesia tuviese la obligación moral de indemnizarlos? ¿Cuántos casos de pederastia en sus templos vio Jesús desde las alturas sin mover un dedo para ayudar a las víctimas?

De ser cierto eso de que los cristianos hablan con Dios, podrían preguntarle por cuestiones más allá de nuestras fronteras: ¿No están muy apretujados en el paraíso los más de diez mil niños palestinos asesinados por Israel? ¿Hay en el cielo leche y galletas para todos ellos? ¿Con qué cara mira el Señor a esos niños? ¿Qué piensa de quienes arrasan, torturan, violan y matan, en Palestina y en tantas otras guerras de hoy, de ayer y de siempre? ¿Por qué no hace su magia y les parte un rayo? ¿Se puede ser todopoderoso y bueno y no intervenir frente a la crueldad, el sufrimiento, el odio, la injusticia? ¿Por qué malgastar recursos con cartelitos, campañas, jesuses de toma pan y moja y otras zarandajas en vez de interpelar a quien tiene en su mano el fin de tanto dolor? Me sorprende que alguien crea en un Dios bondadoso y omnipotente y que a estas alturas aún no le haya metido una buena querella.

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