Otras miradas

Caso Assange: ¿Dónde está la supuesta prensa libre europea?

Miguel Urban

Eurodiputado de Anticapitalistas

Manifestación en apoyo de Julian Assange delante del Tribunal Superior de Londres, donde se examina su extradición a Estados Unidos. REUTERS/Toby Melville
SManifestación en apoyo de Julian Assange delante del Tribunal Superior de Londres, donde se examina su extradición a Estados Unidos. REUTERS/Toby Melville

Este martes 20 de febrero, comenzaba la primera sesión de la audiencia en la que la alta Corte Real Británica determinará definitivamente si el periodista Julian Assange será extraditado a los Estados Unidos de América para ser juzgado de espionaje por las revelaciones que realizó WikiLeaks al divulgar, en julio de 2010, más de 90.000 documentos militares; la mayor filtración de información de la historia sobre el Ejército de Estados Unidos.

Los papeles secretos revelaban las estrategias militares de la guerra de Afganistán y el número de bajas civiles que esta ocasionó, torturas, desapariciones y asesinatos impunes, que la labor de Julian Assange y WikiLeaks consiguieron sacar a la luz. Dos meses después WikiLeaks realizó otra revelación masiva: 391.000 documentos sobre la guerra de Irak.

Los informes aludían a terribles torturas a prisioneros, así como la muerte de 70.000 civiles iraquíes. Además, estos documentos ponían de manifiesto la nula investigación sobre miles de denuncias en muertes de civiles en "incidentes desconocidos". La mayor filtración de la historia de los EEUU ponía en cuestión la seguridad y reputación del todo poderoso Pentágono. A pesar de las terribles filtraciones, las autoridades norteamericanas solo condenaron unánimemente estas revelaciones porque ponían "en peligro la vida de soldados estadounidenses y aliados".

A partir de este momento, Julian Assange y WikiLeaks se convierten en los enemigos públicos número uno de la mayor potencia militar del mundo; todo por revelar sus constantes violaciones a los derechos humanos. Se inició así una persecución que ha supuesto acabar con las fuentes de financiación WikiLeaks con el bloqueo de los bancos y un tortuoso proceso judicial para que su fundador, Julian Assange, sea extraditado a los EEUU en donde le espera una petición de 175 años de prisión.

Una situación que, como reconoce la relatora de la ONU sobre la tortura, Alice Jill Edwards, puede llevar no solo a que Assange sea privado de por vida de su libertad, sino a que pueda ser víctima de tortura. ¿Alguien puede afirmar con rotundidad que en el caso de una posible extradición Julian Assange no será torturado? De hecho, ¿todos estos años de persecución y privación de libertad no son una forma de tortura?

Desde las filtraciones sobre las invasiones de Afganistán e Irak hace ya casi catorce años, Assange ha sido víctima de una campaña continua de desprestigio y difamación. Durante este tiempo, ha sido varias veces detenido en prisiones de máxima seguridad en Reino Unido y recibió asilo en la embajada de Ecuador de Londres, teniendo que residir en dos de sus habitaciones sin poder salir desde junio del 2012 hasta abril de 2019, donde finalmente volvió a ser detenido al perder su protección consular.

Se inició entonces el proceso de extradición a los EEUU, que dura justamente hasta estos días y que encara su recta final. En este tiempo he podido visitarlo en la embajada de Ecuador, colaborar con él para que impartiera varias conferencias online en el Parlamento Europeo junto a otros filtradores y periodistas como Falciani; liderar y apoyar numerosas iniciativas y cartas reclamando su libertad, así como formar parte presencial de las delegaciones internacionales de apoyo en las diferentes audiencias en Londres para su extradición, tanto en el 2020, justo antes de la pandemia, como ayer mismo.

Porque posicionarse en contra de la extradición de Assange es defender la libertad de expresión, prensa e información. Porque este caso es un claro intento de criminalizar y amedrentar a los periodistas o medios que osan denunciar los crímenes del poder. Si permitimos que extraditen a Assange, vencerá la impunidad sobre la justicia, socavando uno de los pilares básicos de toda democracia: el derecho a la información. No podemos olvidar que, mientras Julian Assange lleva mas de diez años de calvario y privaciones de libertad, los crímenes y los criminales que destapó con su información no han pisado un solo juzgado.

No deja de ser preocupante que los mismos medios que abrieron portadas y telediarios con las informaciones destapadas tanto Julian Assange como WikiLeaks, apenas hayan publicado una nota informativa sobre el juicio y las consecuencias de una posible extradición a los EEUU. ¿Dónde está la supuesta prensa libre europea?

No necesitamos concordar con Julian Assange y con el cien por cien de su biografía para comprender que esto supera al propio personaje, que lo que esta en juego es mucho mas importante y dependiendo del resultado de estos días seremos un poco menos libres y un poco mas siervos.

No podemos olvidar que el año pasado más de sesenta y cinco periodistas fueron asesinados en Gaza a manos de Israel, que setecientos ochenta periodistas han pasado por la cárcel en todo el mundo, y que un periodista español como Pablo González lleva dos años en prisión preventiva en un país miembro de la UE sin que todavía se haya presentado prueba o acusación en su contra.

Como escribía el viejo comunista sardo Antonio Gramsci: "Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son cobardía, no vida. Por eso odio a los indiferentes". En estos tiempos oscuros donde abundan los monstruos del pasado que se quieren hacer con el futuro, no podemos permitirnos el lujo de ser indiferentes y no tomar partido. O con la libertad de información o con la impunidad de los poderosos: que cada uno escoja su bando.

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