Otras miradas

¿Es creíble una coalición o un frente sin los sectores de base? 

Tomás R. Villasante 

Profesor honorífico UCM y activista eco-social

Una asamblea ciudadana en una imagen de archivo.
Una asamblea ciudadana en una imagen de archivo.

He esperado hasta ahora, por respeto a Podemos y a Sumar, que estaban en unos procesos electorales urgentes. Pero ahora ya lo puedo decir, porque los resultados nos dan la razón a los que les advertimos desde hace tiempo de que hay otras formas contrastadas de participación en los procesos políticos: en Sumar me pidieron una ficha (que entregué) para que los "grupos de escucha" a la sociedad civil pudieran ser generadores de un programa alternativo para una década, pero cuando comenzaron a funcionar cada grupo de escucha fue por su lado. Solo unos pocos salieron bien gracias a que sus coordinadores/as se lo tomaron en serio, y otros muchos apenas funcionaron con los objetivos planteados. Hoy sabemos que no han constituido una base para relanzar al proyecto Sumar. Las propias escuchas en los territorios no dejaron de ser actos interesantes, pero sin un poder "generativo", ni "auto-organizativo", desconociendo las advertencias que les hicimos de que hay "metodologías participativas" probadas que se podían haber empleado. No es una crítica solo a ese Sumar que ilusionó pero que no supo organizarse, sino también a los actos con Podemos y con IU, con talleres de base en los que algunos hemos sido invitados, en momentos y en ocasiones diversas, que les parecen muy bien a la gente, y dónde los dirigentes se llenan de hablar de la "democracia participativa", pero apenas quieren o saben dar continuidad y operatividad en la práctica. A muchos dirigentes diríamos que no se hagan los listillos y nos crean idiotas, que la inteligencia colectiva puede funcionar. 

Se repite que Podemos recogió el espíritu del 15M, pero más bien lo tradujo electoralmente, sin respetar la fuerza que tenía la capacidad de los "círculos" de base. Y cuando la ilusión de estos (a los que no se les escuchaba, salvo en plebiscitos sin deliberaciones) se fue acabando, solo el municipalismo de 2015 consiguió recuperar en gran parte las iniciativas de base. Pude coordinar con varios compañeros, con metodologías participativas antes de las elecciones, el programa de Ahora Madrid, teniendo en cuenta las muchas fracciones que había tanto en IU, como en Podemos, Ganemos, Anticapitalistas y sectores independientes, y el programa se pudo hacer con un alto consenso. Sería bueno que pudiéramos aprender de aquellos éxitos que se han construido con dinámicas participativas. Pero al poco tiempo los partidismos volvieron a las peleas sin futuro que han seguido decepcionando a las bases sociales, y a muchos activistas que seguimos en los movimientos, mientras los dirigentes siguen hablando de "un nuevo estilo de hacer política y democracia participativa". Para 2019 ya pocos creíamos en tanto discurso y tal programa y tan poca práctica real. El discurso de la "escucha" vimos cómo durante un tiempo encantaba de nuevo a las bases sociales activas, pero de nuevo se frustró, y de nuevo por la práctica manifiesta de las peleas partidistas. Y esta vez peor, entre las lideresas. Tampoco las declaraciones de estos feminismos han llegado a los "cuidados" entre ellas, ni con los "grupos motores" de los movimientos y ni con las bases a las que dicen representar. 

¿Autocríticas y mesas de partidos? Sin duda son necesarios, pero ¿para dar entrada a las bases sociales y a las metodologías participativas en los posibles frentes a construir, o para repetir los frágiles acuerdos por lo alto, ante unas posibles elecciones, negociando los puestos y dineros, entre dirigentes? ¿Empezamos la casa de nuevo por el tejado, por los liderazgos? Sin duda son necesarios los acuerdos entre partidos, pero no es lo básico. Quienes estamos cabreados, los que se han ido al voto útil ante los avances de las derechonas, o a la abstención, o a los votos nacionalistas con prácticas de base local, o votamos con la nariz tapada, necesitamos algo más para pasar de una actividad social solo defensiva (o en movimientos de muy distinto tipo) a una posición política ilusionante a corto y medio plazo. Cuando no hay  unas elecciones cercanas es el momento para sentar las bases para un proyecto que sea más creíble porque recuperen  los éxitos parciales que se han tenido. Es el momento para que el sentido común desde las bases activas pueda ser tenido en cuenta, desde la auto-organización sectorial y territorial, para una participación de verdad, respetando y aprendiendo con los movimientos sociales. 

En las metodologías participativas, la escucha "deliberativa" y "generativa" es una práctica habitual, y se puede ejercitar de diversas formas. No es elegir a los/las líderes y que ello/as resuelvan la organización y el programa, etc. y luego consulten en plan plebiscito, sino que se puedan apoyar y atender al sentido común de la base social a la que se deben. Los activistas y los votantes nos fijamos más en estos comportamientos que en los programas: hacer política de otra forma desde el "conocimiento situado" de las feministas, y que haya "grupos motores" que sean activos para contrarrestar las campañas de los medios derechosos y sus bulos, etc. En los lugares donde ya practicamos estos métodos de base estamos teniendo buenos resultados sociales, y también electorales. Este escrito es una llamada para que dirigentes culturales y de los movimientos exijamos a los partidos que en septiembre, cuando seguramente se reúnan para que la coalición pueda seguir adelante, piensen, acuerden y actúen un poco más lejos de lo inmediato, y de sus intereses particulares (respetables pero no ilusionantes para la mayoría).  Una llamada a una mediación desde metodologías participativas, para hacer política desde las bases sociales, para ser coherentes con lo que se dice (o sea, practicar la participación también en lo interno, etc.) Hay diversas técnicas en las ciencias sociales para las "escuchas generativas" tanto para quienes ha dejado de votar o han cambiado su voto, como para quienes seguimos en los movimientos sociales, como para las bases militantes, o incluso para cuidar y conciliar a dirigentes con resquemores. Son posibilidades que deberían atreverse a probar, si quieren que la coalición se mantenga más allá de unas elecciones concretas, y son factores claves sin los que será difícil cualquier frente, con "inteligencias co-labor-activas", que quiera ser transformador. 

 

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