Otras miradas

Ética y estética de las grandes corporaciones de nuestro país

Antonio Oviedo

Secretario General de la federación de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT

Imagen de archivo de la Bolsa de Madrid. -Reuters
Imagen de archivo de la Bolsa de Madrid. -Reuters

Los ciudadanos y ciudadanas de este país tenemos un problema -en realidad, varios- con el reparto que se hace de la riqueza que generamos entre todos y todas. Ese problema se llama equidad, que en el contexto de la frase "reparto equitativo de la riqueza colectivamente producida" sería equivalente a "reparto justo". ¿Y qué es justo cuando hablamos de repartir? Respondamos a esta cuestión a la inversa, ejemplificando con lo que no es justo.

¿Repartir beneficios? Claro, entre inversores y accionistas

Y no es justo que las principales entidades españolas consigan, en conjunto, 10.295 millones de euros de beneficio en el primer semestre de este año 2022 y sus presidentes, presidentas o consejeros delegados digan que el impuesto articulado por el Gobierno para grabar, temporalmente, a la banca con un tipo del 4,8% es ilegal, o injusto, o abusivo o lo que sea, porque el caso es no aportar, no repartir. Bueno sí, repartir sí: con los accionistas y los inversores.

No parece justo que algunas de las principales entidades financieras españolas hayan anunciado en las últimas semanas que van a mejorar la política de retribución al accionista y elevar el porcentaje de beneficio que reparten entre los inversores, mientras una mayoría de ciudadanos y ciudadanas sufre las consecuencias de la inflación desbocada que se visualiza en los números rojos de sus cuentas (bancarias) a final de mes.

Contra el Gobierno de la nación

No es justo que el impuesto, que se aplicará contra los intereses y comisiones netas de la banca y afectará a aquellas entidades con ingresos superiores a los 800 millones de euros en los resultados de los ejercicios de 2022 y 2023, tenga como efecto inmediato que los máximos mandamases de las principales empresas del financiero patrio, con prepotencia y descaro, hayan realizado declaraciones (des)calificando al Gobierno de la nación y advirtiendo que recurrirán este impuesto por la vía judicial porque es "inconstitucional".

En definitiva, no es justo que con una brutal -y muy discutida, por cierto- subida de tipos de interés decretada por el Banco Central Europeo, que va a hacer más ricos a los bancos a costa del incremento de la cuota de las hipotecas contratadas y de las que vayan a contratarse -junto a los productos vinculados que te "ofrece" la entidad-, este sector históricamente mimado por el Estado español, señalado por instituciones europeas por los abusos cometidos contra los clientes durante la época de vino y rosas que vivió España hasta la crisis de 2008, no quiera repartir nada con la ciudadanía en la actual coyuntura de serias dificultades económicas.

Y por si todo lo anterior no sirviera para entender el significado del término "justo" o "equidad", podemos seguir ejemplificando, con otro sector: el energético. La situación es análoga a la de las empresas del sector financiero.

Aprovechar la inflación para obtener beneficios récord

Los beneficios de empresas energéticas alcanzaron los 11.000 millones de euros mientras sus popes endurecían sus discursos contra el Gobierno por un impuesto que recaudará el 1,2% sobre el total de sus ingresos y estará vigente durante los años 2023 y 2024.

Al igual que el otro sector de actividad, estos beneficios van a parar a inversores y accionistas (en el mes de julio de este año, Repsol, Enagás y Endesa repartieron 3.500 millones de euros en dividendos), con una decidida apuesta por la política retributiva que viene a mejorar el porcentaje de beneficio de los que más tienen gracias al incremento desbocado de los precios de la luz, el gas y los combustibles y a costa del ahogamiento económico de las familias que los padecen.

Y para terminar con esta ilustrativa definición del concepto "justicia", debemos poner un revelador colofón: el beneficio neto conjunto de las grandes empresas cotizadas en Bolsa en este país roza los 42.000 millones en los nueve primeros meses del año 2022. Sus ingresos en el primer semestre del año se dispararon un 29% (un 34% más que en prepandemia, año 2019).

¿Reputación Social de las Empresas?

Quien no haya entendido que el término "justicia" aplicado al reparto de la riqueza que generamos entre todos y todas, más aún en el actual contexto de encarecimiento del coste de la vida y de estancamiento de los salarios, está siendo pisoteado por la avaricia de unas élites que están enriqueciéndose, de manera insultantemente descarada, casi pornográfica, por la inflación de precios, será porque vive en una burbuja. La misma en la que viven ellos y ellas, los señores de las grandes corporaciones que con algo de voluntad y ética podrían ser un ejemplo de justicia, de generación de riqueza, de empleo, de reparto, de relaciones laborales, de gestión económica y de reputación social para sus empresas.

Si la ética y los valores tuvieran mayor influencia en la forma de entender esta economía, quizás llegásemos a escuchar a algún presidente o presidenta de una de estas grades compañías, en la presente y difícil coyuntura económica, declarar a propósito de los impuestos del Gobierno: "Esta empresa, que afortunadamente está incrementando, cada día, sus beneficios, acepta de buen grado aportar más a la sociedad en unos momentos de dificultad en los que todos debemos arrimar el hombro". Eso sí sería responsabilidad social corporativa, y no las campañitas de marketing para financiar con cuatro migajas una carrera popular o la construcción de un parque infantil en uno de los barrios periféricos de la ciudad.

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