Otras miradas

Un falangista viejo, un amish yogurín y un policía voyeur

Israel Merino

Periodista. Autor de Más allá de la noche (Akal)

Un falangista viejo, un amish yogurín y un policía voyeur
Manuel Andrino, líder de Falange, da un improvisado mitin.- MANUEL ANDRINO

Una de la tarde, siglo XX dejado atrás hace veintitrés años, pero ahí están, concentrados (manifestándose) frente a la puerta principal del cementerio de San Isidro, en el madrileño barrio de Carabanchel.

En la acerita frente al cementerio, no más de ciento cincuenta fascistas de Falange refugiados entre el césped y los árboles del parque con el mismo nombre que el camposanto; en la mediana de la carretera, que parte en dos el Paseo de la Ermita del Santo, unos treinta periodistas al sol, comiéndonos el calor de este excesivo mes de abril; separando ambos grupos, evitando sobre todo que los fascistas de Falange crucen el Paseo y se metan en el cementerio, unos quince policías de la UIP de la Policía Nacional.

Todo tranquilo, a pesar de que la sensación térmica supera los treinta grados. En la zona falangista, la llamaremos Zona Fresquita, se escuchan cánticos de "viva la Falange española" y "gobierno, dimisión".

– ¡Con los vivos no se atreven! – escucho a una señora, 60 años tendrá, gritar a pleno pulmón.

– ¿José Antonio? ¡Presente! – grita otro tipo, a este no le echo más de 40, provocando ecos y aplausos en sus compis.

Ya que estamos hablando de edades, analicemos a los manifestantes: podríamos decir que hay de todo, pero que la tercera edad predomina, como en las excursiones a los balnearios.

Envueltos en camisas azules con bordados rojos, señores mayores levantan sus brazos; cubiertos con camisetas negras y con las nucas tatuadas, neonazis (sí, sí, he dicho neonazis, no nos pongamos tibios) se pasean de aquí para allá saludando a peña que, supongo, es importante; luciendo pantalones antiguos, de esos que parecen de pana y llevan los abuelos (y C. Tangana), chicos jóvenes, muchos de ellos con bigote fino y engominados joseantonianos, intentan convencer a los policías de que son prensa para ver si pueden acercarse hasta la mediana para estar un poquito más cerca del futuro nicho del ídolo fascista.

Todo va con normalidad (dentro de la anormal que es todo esto, la Virgen), hasta que un coche negro, parece fúnebre, pasa frente a la puerta del cementerio por el carril de subida de la vía: empieza el show.

Como k-popers al ver a su idol coreano, los fascistas congregados en la Zona Fresquita empiezan a empujar a los policías – algunos, incluso, se ven obligados a sacudir con la porra, toma ya– buscando acercarse al coche fúnebre, que mete gas y desaparece en la curva más cercana del Paseo. Aunque el féretro ya ha desaparecido – no sé si quiero preguntarle a alguno qué hubiese hecho exactamente de haber conseguido llegar al cadáver... –, los fascistas buscan ahora entrar al camposanto, por lo que siguen apretando con fuerza al cordón policial, donde se vuelven a soltar un par de porrazos – hay un tipo, tendrá 40 años, que le grita a un agente que quiere entrar a llorar a sus muertos– hasta que se consigue contener al fascio en la mediana: no han entrado al cementerio, pero han conquistado un palmito de tierra.

Allí, se entona el primer Cara al Sol de la jornada mientras una señora bajita, 70 años como muchísimo, mueve una bandera de las de Viva la unidad de España mientras se pone frente a todas las cámaras para posteriormente, yo ya empiezo a perder la conexión neuronal, gritarnos que no se nos ocurra grabarla (¿?).

Con la mediana como nueva línea de contención de la UIP, que parece que pasa un poco de los cánticos fascistas de los asistentes (¿acabo de escuchar un "Sánchez, muérete" o es que hace demasiado calor?), la tensión se va rebajando.

Vuelvo a percatarme, pues llegan un par de fascistas más, de que hay gente joven. Más gente joven de la que había contado antes, de hecho. También empiezo a pensar que, por un lado, ahí no hay más de doscientas personas, que la Falange (tocando madera) jamás va a volver a tener representación en ningún sitio, pero que por otro ¿qué más da que la Falange no vuelva si sus ideas han calado en otros partidos? ¿qué más da que no haya camisas azules si ya hay políticos mainstream, no voy a decir nombres (aunque se me viene a la cabeza Buxadé, el de Vox), que tienen un discurso intimidantemente parecido? Es cierto que todas esas camisas azules y esas gafas de aviador (todos llevan, macho, parece que los de Falange tienen la sede social en una tienda de RayBan) son cosa del pasado, pero el hecho, esto es indiscutible, es que hay partidos políticos muy presentes que comparten una gran parte de sus ideas de ultraderecha.

Tras un rato pasando calor en la mediana y viendo que todo el pescado está vendido, muchos fascistas se van, pero otros regresan a la Zona Fresquita, donde, parece, van a improvisar un mitin.

Subido a un poyete del parque, un señor llamado Manuel Andrino, me chivan que es el líder de la Falange, empieza un surrealista discurso en el que acusa de traidores a los familiares de José Antonio Primo de Rivera mientras, esto me hiela la sangre (y eso que hace calor), asegura que ahora van a hacer más homenajes al hijo del primer dictador del siglo XX aprovechando que lo tienen más cerca.

A modo de colofón, pues son las dos y media y la gente quiere irse a comer, el tal Andrino levanta el brazo derecho mientras todos sus parroquianos, entre los que se encuentran un amish jovencísimo (esto no es un insulto; o sea, es que en primera fila hay un tipo con pantalones pesqueros, camisa, barba y la misma caracterización que el primo de Dwight el de The Office) y una señora con una camiseta de Mickey y Minnie Mouse besándose (qué sé yo ya de la vida, macho), le siguen y empiezan a corear el Cara Al Sol.

Mientras tanto, y esto no lo he dicho, decenas de agentes de la Policía Nacional observan la estampa sin hacer absolutamente nada. Espíritu voyeur, lo llamaría Gay Talese

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