Si hay una derivada palpable de la revolución digital, posiblemente sea el acceso casi ilimitado a la información que ha propiciado. Esto ha otorgado al periodismo un papel central y lo ha convertido en protagonista de muchos debates, aunque no precisamente en un sentido positivo. Porque esa avalancha informativa no siempre llega acompañada del rigor, la independencia y la honestidad esperables por cualquier lector formado y con criterio.
Los medios tal y como los conocíamos hace quince años han dejado de existir, al igual que nuestra manera de comunicarnos casi en cualquier plano es radicalmente distinta ahora que entonces. En la era de las redes sociales, la información fluye a velocidad de vértigo. Por un lado, esto ha favorecido la movilización de colectivos sociales y la visibilización de una disidencia activa, además de consolidar una conciencia y actitud críticas en parte de la ciudadanía. Por otro, los medios -inmersos en una enorme crisis económica y de credibilidad-, han perdido mucha de su capacidad de intermediación en favor de las redes sociales: es el/la ciudadano/a quien recibe cantidades ingentes de información 'en bruto' y él/ella es su propio filtro, otorgando un valor cada vez menos relevante a esa función catalizadora de los medios de comunicación.
Este cambio de paradigma desencadena numerosas consecuencias, pero hay una de especial relevancia para cualquier sociedad democrática: la proliferación cada vez mayor de historias erróneas o directamente falsas, presentadas a ciudadanos con un lenguaje, diseño y narrativas similares al periodismo profesional -incluso a veces procedentes de los propios medios de comunicación-, lo que daña la capacidad de los ciudadanos de averiguar si las noticias que reciben son confiables -trabajadas con los parámetros de un periodismo ético y basado en el rigor-, o si son meras mentiras o propaganda. Esto merma aún más la credibilidad de los medios, pero sobre todo dificulta la construcción de una opinión pública basada en la evidencia y el pensamiento crítico, un pilar esencial para cualquier democracia.
Con esta reflexión de fondo, en Público comenzamos a pensar hace un año y medio en posibles soluciones para devolver a los lectores esa confianza en el buen periodismo (o sea, en el periodismo; porque si no es bueno, simplemente no es periodismo) y para intentar arrojar algo de luz en esa oscuridad que es la desinformación.
¿Y qué es el 'buen' periodismo?, preguntaréis, con razón. Algunos responderían con palabras como "objetividad", otros con "imparcialidad", o "independencia", o "verdad"... Y ninguno estaría en lo cierto al 100% y tampoco se estaría equivocando. Lo entenderéis a la perfección si echáis un ojo este fragmento del libro Libertad de palabra. Diez principios para un mundo conectado (Tusquets), del historiador y periodista Timothy Garton Ash; es posiblemente la mejor descripción que he leído sobre este oficio. Pero, en relación con lo que nos ocupa, resulta especialmente pertinente esta acotación:
La confianza en la 'intención' del escritor, bloguero o responsable de la emisión es crucial. Tiene toda la importancia del mundo el creer o no que ella o él están tratando de "contarlo tal como es" y de "interpretarlo bien". Yo he llamado 'veracidad' a esta cualidad, pero el reportero de investigación Nick Davies lo expresa de un modo aún más sencillo: "Para los periodistas, el valor definitorio es la honestidad, el intento de decir la verdad. Ese es nuestro objetivo primario".
Así, si asumimos como válida esta premisa, entenderemos que el periodismo no es una ciencia exacta y que, por tanto, aunque el periodista siempre debe aspirar a ser lo más certero posible, no está libre de cometer errores. Un punto de partida complicado para invitaros, lectores, a confiar en nosotros, pero que debería llevarnos a un lugar de no retorno a los que nos dedicamos a este oficio.
Ese punto de no retorno es la conclusión de que los medios debemos aplicarnos a nosotros mismos los estándares estrictos de transparencia que exigimos a los gobiernos, las empresas y organizaciones de la sociedad civil. En Público creemos que sólo así, siendo transparentes con nuestro trabajo, con nuestros procedimientos, quienes nos leen tendrán la certeza de estar ante ese periodismo seguramente imperfecto y falible, pero honesto y humano.
Para hacerlo posible, hemos desarrollado una herramienta de periodismo transparente (TJ Tool, Transparent Journalism Tool por sus siglas en inglés), que genera un Mapa de Transparencia en cada una de las informaciones que publiquemos.
Se trata de un esquema visual que permite al lector adentrarse de un vistazo en el proceso de creación de la información: desde el momento en que como medio empezamos a prestar atención a una historia específica (¿por qué cubrimos esta historia en lugar de otras?) hasta el instante en que la noticia se publica o actualiza.
Dicho Mapa arroja una valoración del grado de transparencia de cada información, atendiendo a la cantidad de detalles que los periodistas o autores hayan aportado sobre cada uno de los ocho Indicadores de Transparencia Editorial que configuran la valoración final: por qué cubrimos una historia, cuántas personas se han asignado para producirla y quiénes son, dónde se ha escrito, cuándo se escribió, qué fuentes fueron consultadas, qué elementos de contexto se utilizaron para su elaboración, qué documentos la respaldan y si el medio que publica la información, en este caso Público, tiene una política editorial pública y transparente. Cada indicador tiene un valor máximo, de manera que, en el mejor de los casos, sumados todos ellos, una información puede llegar al 100% de transparencia.
La valoración final no es en ningún caso un indicador de la calidad de la información, sólo de la transparencia a la hora de comunicar el proceso informativo que tiene detrás. Por ejemplo, una investigación exclusiva basada en fuentes cuya identidad deba ser preservada por su seguridad recibirá la valoración más baja posible en el indicador 'Fuentes', dado que el lector no podrá rastrear las fuentes consultadas. Eso, sin embargo, no significa que esa información sea de peor calidad que otra, por ejemplo, elaborada a partir de la nota de una agencia de noticias. La diferencia estribará en que en el segundo caso, cuando el periodista indique a TJ Tool que la fuente de su información es una o varias agencias, obtendrá un valor de transparencia algo mayor en dicho indicador, y así quedará reflejado en el Mapa de Transparencia a disposición del lector. Aún así, no recibirá la puntuación máxima, que sólo se obtendrá cuando se indiquen con nombres y apellidos, en el caso de personas, o citando el nombre de la organización o institución en su caso, las fuentes consultadas.
Esta disección de la información es lo que algunos organismos internacionales defensores de las buenas prácticas periodísticas denominan trazabilidad de la noticia: el mismo procedimiento que se utiliza, por ejemplo, con los alimentos para saber cuál ha sido su recorrido hasta llegar a la tienda y que, en caso de alerta, permite a las autoridades sanitarias 'desandar el camino' hasta encontrar el punto exacto donde se produjo el problema. El comprador puede acceder a través del etiquetado a todo ese recorrido para entender a la perfección qué está consumiendo. En el caso de las informaciones de Público, esa etiqueta estará representada por esta 't', que a partir de ahora encontraréis en todas nuestras informaciones.
¿Qué aporta la herramienta de Público?
Ya hay muchas herramientas para ayudar a los ciudadanos a verificar la información que encuentran en las redes sociales y el contenido generado por los usuarios. En su mayoría se basan en tres fórmulas: algoritmos que calculan la probabilidad de que una historia sea verdadera, verificación colaborativa de los hechos y recursos educativos. Todos estos instrumentos analizan la información una vez que ha sido publicada; si es falsa, el daño ya está causado. En este sentido, la revista Science publicó el pasado marzo el resultado de una investigación realizada por el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) sobre la difusión de contenidos falsos; entre otras cosas, concluía que en Twitter noticias ciertas difícilmente llegaban a más de 1.000 personas, mientras que los contenidos falsos alcanzaban a más de 10.000, y que los responsables de esta diseminación son personas y no bots.
Por eso el enfoque de Público es radicalmente diferente y pionero: en lugar de intentar verificar la información "después" de su publicación, presenta un mapa completo de trazabilidad por adelantado, de manera que el lector, al abrir la información, ya puede asegurarse de que, al menos, esta tiene un trabajo periodístico detrás que puede rastrear si lo desea.
Por tanto, TJ Tool representa un gran cambio y una propuesta original y única en la forma de abordar el desafío de la desinformación, porque se basa en la voluntad de las organizaciones de noticias de aplicar una política de divulgación completa de su trabajo periodístico.
De hecho, se ha desarrollado como una herramienta de código abierto (incorpora un plugin para WordPress aún en pruebas) con el objetivo de ser compartida globalmente con la industria de medios como un primer paso para iniciar un movimiento de transparencia periodística que busca restaurar la confianza de los ciudadanos en el periodismo, en la credibilidad del periodista, en la capacidad de los medios para ejercer su función de vigilancia; y, además, proporcionar a los anunciantes una herramienta para identificar, recompensar y vincularse fácilmente al periodismo de calidad.
TJ Tool ha sido financiada parcialmente por Google DNI e integra inteligencia artificial desarrollada por el equipo de Group for Advanced Interactive Tools (GHIA) de la Universidad Autónoma de Madrid para este proyecto.
Todos los detalles en:
*¿Qué es el Mapa de Transparencia?
*Así funciona la calculadora de transparencia
*Política editorial de Público
*Las 10 banderas de Público
*¿Quiénes somos?
*Para más información sobre TJ Tool puedes escribir a buzonpublico@publico.es
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>