Carta con respuesta

Juegos de niños

No les debe de temblar la mano a las autoridades deportivas. Precisamente por la relevancia del jugador, es necesario que actúen de modo ejemplar ante las insensatas y peligrosas declaraciones de Ronaldo. Sería difícil encontrar una provocación más directa, universal y permanente a la violencia antideportiva a generar directamente el insulto y el odio: "Me gusta ver el odio en sus ojos y escuchar sus insultos". No se pueden tolerar, y menos en un personaje relevante, unas declaraciones tan frías y objetivamente eficaces para degradar el noble deporte del fútbol a un salvaje enfrentamiento entre matones e hinchadas asociales. Y tras la adecuada sanción y obligada rectificación, hay que vigilar con especial atención sus declaraciones y acciones sobre el terreno, cada vez más violentas en los últimos tiempos, para evitar que ese mal profesional siga contribuyendo a encanallar el bello espectáculo del fútbol.

JOSÉ MARÍA GRANDAS MENÉNDEZ BILBAO

Sí que son delicados los futboleros: ¿eso es todo lo que dijo? Pues estoy de acuerdo. Sólo practico el ajedrez, que es un deporte violento, más bien sádico, precisamente porque no hay contacto físico. Como decía Bobby Fischer: no se juega contra las piezas del adversario, sino para destruir su alma. Cuando juego, odio con todas mis fuerzas. Si juego con amigos, antes de mover e4, nos despedimos: durante dos horas es un campo de batalla. Luego nos damos otra vez la mano y tan amigos. Y no me siento degradado ni nada de eso. Al contrario: ¿no es todo juego una purificación ritual de la violencia y del odio? La violencia, no sólo no me parece antideportiva, sino que es la esencia misma del deporte: violencia sometida a reglas o, si quiere, sublimada, o simbólica, pero no por ello menos llena de pasiones

impuras.

Si hay hinchada del adversario, a mí también me enardece ver su odio, qué pasa, me da alas. Eso nada tiene que ver con liarse a tortas, todo lo contrario: es parte del juego.

No se puede tolerar, castigo ejemplar, que no les tiemble la mano, vigilar: francamente, veo mucha más violencia en su carta. Pero violencia real, no simbólica ni sublimada ni deportiva.

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