Rosas y espinas

El día del indeciso

566ec6ec5b129.r_1450204019743.26-55-898-504Según el último dato del CIS, el 41,6% de los electores se tambalea sobre la cuerda floja de la indecisión. Y yo sospecho que este espectro de indecisos va engrandeciéndose a cada debate, talk-show o gran hermano extraparlamentario cual honguito de yogur en un vaso abandonado. Pero no nos confundamos. Los indecisos no sufren en la duda cartesiana de a quién votar. Lo que no tienen nada claro los indecisos es a quién no votar. Deshojamos la margarita del te voto, no te voto, te voto, no te voto, y estamos deseando que nos salga el no te voto, el no me quiere. Es muy triste haber superado así nuestra adolescencia democrática, españoles. Ahora ya no nos obligan a votar por amor a nuestras ideas, sino por desconfianza de las suyas.

2014-10-CIS_PodemosIdeologia-500x330Acuno incluso la impresión de que estas elecciones las tendríamos que celebrar a la inversa. Si cada español señalara en la papeleta al partido por el que detestaría ser gobernado, los resultados serían mucho más fiables. Y no lo digo yo, que soy un iletrado periférico y con ininteligible dialecto propio, como todos los paletos. Lo dicen las encuestas. Todos los partidos políticos se ganan a sí mismos en el apartado "a quién no votaría usted nunca" que en el de intención directa de voto.

La culpa es nuestra. De los ciudadanos y de nuestros políticos (algunos de ellos, alguna vez, fueron ciudadanos). Hemos contrahecho tan espantosamente nuestra democracia que tenemos claro lo que odiamos, pero divagamos cuando nos consultan sobre algo a lo que amar (disculpad, entelequias, la horterada: juro que no he leído jamás a Paulo Coelho). Y mi miedo es que los indecisos, muchos indecisos, ay, voten miedo: y ya sabéis vosotros a quién se vota cuando se vota miedo.

Ahora que se acerca el coñazo villanciquero de la navidad ruidosa, es como si a los niños les obligáramos a escribirle una carta a los reyes magos con todo lo que no desean. Ardua tarea.

Empezaba yo con la duda cartesiana y debo, entonces, acabar con Descartes, pues a la poesía, al contrario que a las ideas políticas, le conviene entrar en bucle: "No hay nada más equitativamente repartido que la razón: todo el mundo está convencido de tenerla". Pero esta vez no pasa. El votante se mantiene muy confuso e indeciso, y a muchos viejos fachas o viejos rojos se les ve hoy suspirar, acodados en sus ventanas de invierno, exhalando incertidumbre amorosa como un trovador medieval.

El PP lleva ventaja, de todos es bien sabido, pues es el partido u organización criminal que más voto fiel, dogmático, casi hooligan, mantiene. Oh, herencias del franquismo. Uno nunca vota contra su vocación. Porque, como diría el diputado popular Pedro Gómez de la Serna, "ya, pero a mí, mientras, me dieron una pasta". Y la derecha española siempre ha tenido vocación de pasta: unos porque la tienen, otros porque la trincan y la mayoría porque admiran, desde su pobreza o burguesía, a los dos colectivos anteriores. Y así seguimos superando el 25% del voto.

El PSOE nos ha salido despistado: para cultivar un jardín de margaritas, se ha dedicado durante 35 años a alimentar a los cerdos. Ya se sabe que tampoco es mal negocio echarle margaritas a los cerdos, a pesar del refranero popular. Y a mucha gente aun le gusta el neoliberalismo de izquierdas, pues es pirueta circense que le da mucha alegría a nuestra pudiente socialdemocracia.

En cuanto a los dos aspirantes, disfrutan la ventaja y la desventaja de la incógnita, pues el indeciso es muy vago en el tema de la búsqueda del saber, y no se lee los programas. "Regalaría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro", termino con René. No hay como leer a los clásicos para no saber nada. Ni siquiera lo que va a hacer España este 20-D. El día de la marmota, el día del indeciso, el Día-D.

Más Noticias