Rosas y espinas

Sánchez Dupin en la habitación cerrada

5767cbe807595.r_1466523484276.0-11-921-486El otro día tuve un sueño. Como si regresara a Diodati, o sea. Fue después de oír mucho a Pedro Sánchez parloteando en muchas radios y en muchas teles y demasiadas veces a la vez y diciendo siempre lo distinto:

Uno.- Que nunca pactará con el PP.

Dos.- Que nunca hará presidente a Pablo Iglesias.

Tres: Que no habrá terceras elecciones.

Entonces, derruido neuronalmente, me dormí.

220px-Edgar_Allan_Poe_portrait_BY soñé que escribía, y que era Edgar Allan Poe, y que hacía viento en aquel invierno de 1841 (el viento es más jodido que el frío para los dipsómanos). Escribía un cuento sin sentido titulado Los crímenes de la calle Morgue. Después los críticos dijeron que estaba inaugurando la novela policial, pero eso son cosas que piensa uno siglos más tarde, cuando los indiferentes te dejan algo de tiempo.

El caso es que aquella noche, en mi sueño edgariano, ideé el misterio de la habitación cerrada. La trama es ágilmente resumible. Madame y mademoiselle L´Espanaye son brutalmente asesinadas en un cuarto con solo un acceso, que es una puerta cerrada con llave desde dentro. La policía, quizá desnortada, recurre a los servicios del  detective aficionado Pedro Auguste Sánchez Dupin, famoso por haber desvelado que "calcular no es intrínsecamente analizar" y que su "único aparato es mi Peugeot 407".

Tras inspeccionar Pedro Auguste Sánchez Dupin las tres paredes sin puerta y los cadáveres, cierra la única puerta y observa la llave interior, que, como el sueño se remonta a 1841, es de esas imposibles de girar desde fuera estando la copia dentro. Disculpad el embrollo sintáctico. La cerrajería siempre te estropea las pasiones urgentes y la prosa.

--El asesino no tiene otra salida --afirma el flemático chevalier Sánchez Dupin, y después va señalando las tres paredes--. Por ahí no puede salir, por ahí tampoco, y por ahí tampoco.

Ante tal enarbolación de brillantes sinapsis, los ineptos policías desmayan sus agotados cerebros sobre sus placas. Sin prestarles atención, Sánchez Dupin se vuelve hacia la única pared con puerta, con su llave clausurante aun en la cerradura.

--En la llave está la clave --asombra a los ineptos inspectores con su erudición etimológica--. Alguien se preocupó de dejar este cuarto cerrado y bien cerrado.

--Atado y bien atado --corrige tímidamente uno de los ineptos policías.

--No sea impertinente y no me interrumpa.

--Solo quería ser franco.

--No opine. ¿Como se llamaban las víctimas?

--L´Espanaye. Madre e hija.

--¿Espa qué? ¿Espa algo? Traigan una bandera inmensa de España inmediatamente y cubramos estos heróicos cuerpos.

En ese momento me desperté, y dejé de estar en 1841, de escribir mi versión dadaísta de Los crímenes de la calle Morgue, y, lo que es peor, dejé de sentirme Edgar Allan Poe.

Como ya no tengo psicólogo, inmediatamente llamé a mi viejo amigo Woody Allen para que me interpretara el sueño. Gracias a la diferencia horaria, Woody tuvo la deferencia de no responder.

56e2917f999ea.r_1462738464299.0-118-3000-1664El PSOE de Pedro Sánchez se encuentra en la misma situación que el detective chevalier Auguste Sánchez Lupin. Ha habido un crimen en una habitación cerrada, y solo se descubrirá girando la llave de esa puerta. El PSOE de Felipe González renunció a abrir esa puerta para hacerle más amable a los franquistas la Transición, preservando su impunidad y sus privilegios. Y además, gran bajada de pantalones, Felipe obligó al PSOE a abandonar el marxismo como ideología oficial, y bajo amenaza de dimisión.

Los tiempos cambiaron y José Luis Rodríguez Zapatero se atrevió a tocar la llavecita con dedos finísimos, ley de memoria histórica y tal, pero después retrocedió por miedo a las voces que escuchaba detrás de la puerta.

Pedro Auguste Sánchez Dupin se encuentra ahora con el misterio de la habitación cerrada otra vez. Y en otro tiempo. Desde la muerte de Franco, el PSOE nunca se ha enfrentado al posfranquismo. Y el pueblo se ha mantenido condescendiente. Pero otra cosa es que ahora, pasados los pudores ideológicos y los ruidos de sables, el PSOE se postre por inercia al neoliberalismo. En este misterio de la habitación cerrada, del PSOE se sospecha al mismo tiempo que sea el narrador, el policía, la víctima y el asesino. Con la irrupción de Podemos robándole la izquierda, a Sánchez le ha caído el marrón de dejar eso históricamente claro. Y, quizá, a su sucesor, de retomar el marxismo. Que es lo que empieza a votar otra vez la gente. Cuarenta años de espera para ser español y socialista, tras la muerte de Franco, son demasiados. Por mucha sigla histórica que vendas. A ver si se entera el PSOE.

¿Para qué vamos a darle importancia a los sueños? Tengo entendido que desestabilizan los mercados. Y eso provoca pesadillas a los niños, como todo el mundo sabe.

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