Rosas y espinas

La cultura entra en campaña

El escultor Luis Gordillo (i) recibe a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (c) junto con el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida (d) durante la presentación del mural realizado por Gordillo en homenaje al torero Víctor Barrio en la plaza de Las Ventas, Madrid este jueves. EFE/ Víctor Lerena
El escultor Luis Gordillo (i) recibe a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (c) junto con el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida (d) durante la presentación del mural realizado por Gordillo en homenaje al torero Víctor Barrio en la plaza de Las Ventas, Madrid este jueves. EFE/ Víctor Lerena

El minuto y resultado en Las Gaunas políticas del país lo resumía ayer mismo este periódico con un par de titulares:

a: "268 escritores, actores, periodistas y sindicalistas firman un manifiesto para movilizar el voto el 4-M".

b: "Ayuso reactiva los toros en Madrid con un festival el día del cierre de la campaña electoral".

Y en medio, como siempre, está Ángel Gabilondo, o sea, el PSOE, partido muy izquierdista y panero que está en contra del maltrato animal pero considera que hay que defender la tauromaquia. Sujétate el cubata tú mismo, Gabi.

Esto suele pasar en todas las campañas. La izquierda suelta al ruedo electoral a unos cuantos intelectuales y la derecha suelta a un toro, o a un torero, o a la cabra de la legión, y así se va dirimiendo el pensamiento político profundo de este país.

Lo de sacar intelectuales en campaña yo creo que hasta quita votos en este país que no lee. Ya Felipe González metía poetas y pensadores, y hasta músicos y filósofos, en la bodeguiya, por eso tan dadaísta de entrar en la OTAN conciliando una rosa y un bombardero. José Luis Rodríguez Zapatero tuvo a los de la ceja, fanfarria nacida de aquellos premios Goya que le afearon a José María Aznar que pusiera los zapatos sobre la mesa de Bush y unas gotas de gas sarín sobre los niños de Irak. Aquello provocó curiosas reacciones: se prohibieron manifestaciones políticas en las galas ulteriores de los Goya. O sea, que premiábamos a nuestros creadores a cambio de que no dijeran nada. En España se defiende mucho la libertad de expresión, pero siempre que se practique en la más estricta intimidad, como el onanismo. Salvo que seas Miguel Bosé y laSexta necesite relanzar la audiencia de sus programas culturales.

Allá por 1977, en la Transición, quizá vivimos la mayor aportación de un intelectual metido a política que constatamos en nuestra modesta e imperial historia. Fue cuando decidieron hacer a Camilo José Cela senador por designio regio.

Se debatía en la cámara alta el proyecto de Constitución y Cela se dormía. Aun no era consciente de que aquella constitución sería sacrosanta. El presidente del Senado, Antonio Fontán, reprendió al autor de La Colmena por dar unas cabezadas. No sabía aquel señor con quién estaba hablando.

--No estoy durmiendo, estoy dormido.

--¿Y no es los mismo?

--Pues, no. Como no es igual estar jodido que estar jodiendo.

Ha pasado casi medio siglo y, ya digo, esta frase es la más grande aportación que un intelectual español ha hecho a nuestra historia política, quizá solo en competición con La Barraca de Federico García Lorca. Y ahora, además, nuestros historiadores se encuentran con que la frase no quedó registrada en el diario de sesiones. Pudibundez de los taquígrafos, quizá, aunque poco probable. Los taquígrafos siempre son más fiables y exactos que los poetas. No me quiero creer que aquella frase nunca fue pronunciada. Así que me decanto por la censura: para algo inteligente que ha aportado un intelectual español a nuestro devenir político e imperial, van y lo borran del diario de sesiones, del rastro histórico, y se perderá para siempre en los regueros de la lluvia del olvido.

Lo cual que yo pienso que hace mejor la derecha. Si sacas al ruedo electoral español a un intelectual con un libro, por una parte, y a un torero con su toro por la otra, ten por seguro que el intelectual morirá corneado y el libro fenecerá ilegible, atravesado por una espada y seis picas. Es la historia de nuestra cultura política. Es la historia de nuestra cultura, cuyo verso más apreciado es el a por ellos, .

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