Rosas y espinas

#QueTeVoteElNarcoDelBote

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal conversan durante el desfile militar en el Día de la Hispanidad, a 12 de octubre de 2022, en Madrid.
Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal conversan durante el desfile militar en el Día de la Hispanidad, a 12 de octubre de 2022, en Madrid.

Nos quitan las encuestas justo ahora que se ponían interesantes. Entramos en la semana de la incógnita y la caverna platónica para el votante desnortado. Tanteamos papeletas en tinieblas como personajes del Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Ya no podremos calibrar la utilidad estimativa de nuestro voto. Y, sobre todo, nunca llegaremos a conocer demoscopias sobre si la sarta de mentiras que soltó Alberto Núñez-Fakejóo en su cara a cara con Pedro Sánchez le va a pasar factura electoral o, como dicen los palmeros mediáticos, el hecho de ganar el debate, con los métodos que fuere, ha frenado mortalmente la presunta remontada del PSOE.

Me llamaréis ingenuo, impertinentes lectores, si creéis que insinúo que algún votante camisa vieja del PP se siente ofendido o defraudado por el racimo de mentiras explosivas arrojado por su amado líder en esos modernos parvularios de opinión pública llamados televisiones. Ni se me ocurre pensarlo.

El votante camisa vieja del PP y Vox es inmune a la mentira y la corrupción, y vota con más orgullo y entusiasmo cuando sus falaces líderes largan o perpetran una barbaridad más grande que la de ayer. Son católicos trumpistas de dudosa moral y cero ética.

Pero quizá Fakejóo no calibró el efecto Froilán que 14 mentiras fehacientes, ametralladas en apenas 40 minutos de parloteo televisivo, podrán tener en esos ex votantes socialistas que hasta hoy pensaban entregarse al gallego moderado.

Encuestas más o menos fiables, incluso bastante conservadoras, nos hablan de que ese trasvase de votos puede rondar el 10%. O sea, que uno de cada diez votantes del PSOE de 2019 ha desertado al PP en estos cinco años. Hablamos de 675.000 papeletas. Harían falta muchos volquetes de putas de Francisco Granados y sus secuaces para transportar tantas toneladas de democracia.

Así como la inmunidad a la falacia está científicamente demostrada en nuestros votantes de derechas, no quiere eso decir que, cual película de zombies, el virus de la mentira no pueda provocar rechazo en alguien que, de Zapatero a Sánchez, ha votado socialista.

Ese votante es fundamental para Fakejóo. Haciendo una estimación algo zangolotina y acientífica, es posible que la sola  pérdida de una tercera parte de ese votante socialista desencantado impida que el PP sume con Vox. Aún queda gente que se niega a ser cómplice de la mendacidad. No es porcentaje demasiado alto, pero quizá sea suficiente para desequilibrar la muy sutil balanza que decidirá estas elecciones.

Cuando en mi mente ebria y enfermiza visualizo esa balanza, en el platillo derecho veo una escopeta de caza y, en el izquierdo, un libro. Aunque parezca increíble, pesan casi lo mismo, y el desequilibrio de la balanza, el 23-J, dependerá del aleteo de una mariposa sobre el libro o la escopeta en unos cuantos pueblos perdidos de nuestra España vaciada.

Dice el refrán que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Quizá los desertores del PSOE vieron antes al Pedro Sánchez cojo, por tener que apoyarse en las muletas de Podemos, ERC y Bildu, que al Fakejóo mentiroso. Pero ahora que ya lo han visto tan descarnadamente ("el PP apoyó la subida de las pensiones", p.ej.), quizá algunos sientan la tentación de volver a acogerse a la ética en lugar de a la moral.

El efecto Froilán del tiro en el pie que puede sufrir Fakejóo tras mentir tanto en este debate, quizá no solo afecte al desafecto votante que había abandonado a Pedro Sánchez y puede volver a la rosa y al puño. También puede contribuir a cierta removilización de los ultracríticos con la izquierda sunrise de Yolanda Díaz: los neoabstencionistas de Podemos.

Porque yo no creo que sea casual que, tras la claudicación de mal estratega de Sánchez en el debate ante el musculoso mentireiro Fakejóo, Ione Belarra y Vicky Rosell se hayan echado al monte mitinero a rogarle a los desencantados podemitas -desencantados como ellas- que salgan a votar a quienes vetan a Pablo Iglesias, Irene Montero, Juan Carlos Monedero, Pablo Echenique, Rafa Mayoral, y los que me olvido con disculpa.

Las mentiras de Fakejóo, en mi nigromántica opinión, no solo han movilizado (no sé si mucho o poquito) a ese votante de Podemos reacio a acatar las humillaciones de Yolanda Díaz. Los mensajes de Rosell y Belarra fueron tan medidos y generosos, tan de humildad casi claudicante de dos guerreras, que hasta a mí, que soy un cínico y un anarquista lírico y despiadado, me produjeron ternura. Después de escucharlas me puse ET, y me pareció una película extremadamente violenta.

El tercer caso de Efecto Froilán que quizá haya activado suicidamente Fakejóo es su defensa tácita del eslogan #QueTeVoteTxapote. Lo ando viendo por las redes sociales.

Etiquetas/respuesta como #QueTeVoteElNarcoDelBarco o #QueTeVoteElNarcoDelBote galopan por las redes con varias fotos del candidato a la presidencia del Gobierno con el narcotraficante convicto Marcial Dorado, en la época en que la droga mataba cada año a más personas que ETA en toda su historia.

Pero quizá no haya Efecto Froilán tras las mentiras de Fakejóo, tras su negativa a desvelar de dónde sacó los 600.000 euros de crecimiento de su patrimonio en dos años, tras su ocultación del salario que percibe del PP, tras sus negativas en sede parlamentaria (galega) a mostrar los contratos de la Xunta del PP con el narcotraficante de sus veranos azules. Quizá nada de eso importe ya, porque la mentira ha ganado. Y las plazas ya nunca volverán a llenarse de unicornios. Aunque sé, por experiencia, que el regreso de los unicornios nunca se puede descartar. Por mucho que amenacen los dinosaurios. Que esos sí, como en el cuento de Monterroso, nunca se fueron ni se irán jamás.

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