Mi televisión y otros animales

Muerte a la cabra

Estamos de acuerdo en que las diversiones que implican maltratar a un animal están mal (coro de taurinos: "nosotros no nos divertimos". No entro en valoraciones, entonces). Lo que no entiendo es por qué seguimos tolerando las diversiones en las que somos nosotros los maltratados por un animal.

Por tanto, considero que no estaré solo cuando robe a mi amiga Rebeca su mensaje de estado en gtalk y grite: ¡muerte a la cabra!, referido al personaje virtual que copresenta un sección del nuevo Vaya tropa. ¿Es que no aprendimos nada de los personajes virtuales "graciosillos" con Jar Jar Binks y Gonzalo Miró?

Si quitamos a la cabra, y si somos productores ejecutivos con criterio lo haremos, Vaya tropa es un programa más que digno. El formato de Vaya semanita en el que se basa está muy bien trasplantado, tanto que dicen algunas malas lenguas que algún sketch es el mismo. ¡Vamos! ¿Cuatro haciendo otra vez sketches de otra cadena? ¿Y por qué no lo hicieron con Saturday Night Live? Oh, esperen...

Me sé de más de un lector de Público que se va a identificar con este sketch

Hablando de SNL, ¿confirma el estreno de Vaya tropa la defunción del formato importado? Aquí ya defendimos en su día que no hacía ninguna falta pagar por un logotipo conocido como ese cuando aquí tenemos nuestros productos de marca blanca, que rinden igual y son más baratos.

Tampoco crean que mi pasión por el Mercadona me ciega. Hay fallos, claro. Se nota que actores y guionistas aún no han encajado perfectamente y que queda trabajo por delante. En un mundo ideal, habrían grabado varios pilotos con público para ver cómo funcionan las cosas, pero ese mundo ideal no existe. Salvo que trabajes en Estados Unidos. Aquí estrenas con el piloto prácticamente tal cual. Las pruebas habrá que ir haciéndolas sobre el terreno y cruzar los dedos porque la gente siga queriendo ver nuestro trabajo. A algunos cirujanos estéticos les va bien con este método.

Y con un poco de suerte, con el método prueba-error en directo, además de mejorar los chistes, ofenden a alguien en el proceso. Si Berlusconi les deja, claro.

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