Todo es posible

La moviola

La ficción sobre el 23-F de TVE ha tenido un espectacular éxito de audiencia, no sólo por ser un buen thriller político con un equipo de grandes actores, dirigidos por Silvia Quer, sino por la curiosidad que aún provoca el papel del Rey y la trama golpista que alentó a Tejero a irrumpir a tiros en el Congreso. Quedan algunas zonas de penumbra que algún día se harán públicas con detalle, pero no alterarán de modo esencial la historia conocida. Eso sí, los matices sobre los sucesos del 23 de febrero de 1981 varían según la versión del testigo o del protagonista que los vivió, como también son distintas las interpretaciones sobre los efectos y secuelas del golpe militar frustrado.

Unos consideran que metió tal miedo en el cuerpo de los españoles que tragaron con toda clase de chapuzas políticas al estar sometidos a una democracia vigilada. Otros, sin embargo, vieron las orejas al lobo golpista y aquella noche desfilaron por su mente, como en un una película, los últimos fusilamientos de Franco, el asesinato de Víctor Jara a manos de los sicarios de Pinochet, los torturados y desparecidos de Videla... y supieron valorar la libertad de una democracia quebradiza que, a pesar de su fragilidad, merecía la pena sacar adelante. Por eso, horas después, para defenderla, la multitud se lanzó a la calle.
Quizá la democracia que hoy tenemos no es la que esperaban muchos manifestantes de entonces. El debate continúa. Unos dicen que a España no la conoce ni la madre que la parió y otros, parafraseando a Ortega, gritan: ¡No es esto, no es esto! Pero hay un hecho indudable, y es que los militares están en los cuarteles y todo parece indicar que no tienen la más remota tentación de interferir en el proceso democrático. Es sorprendente. Las Fuerzas Armadas son el estamento que más ha cambiado en este país. Incluso obedecen las órdenes de una mujer que ostenta el cargo de ministra de Defensa.

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