Todo es posible

Síndrome Thelma y Louise

Me piden que admita mi error al juzgar precipitadamente el caso de Strauss-Kahn y la camarera guineana. Está bien, reconozco que tengo enormes prejuicios contra un hombre que emplea el poder y la fuerza para conquistar a las mujeres. Me puse de parte de la camarera, sin dudar que el político la hubiera forzado como al resto de sus víctimas, porque es el método que emplean los hombres prepotentes en sus relaciones sexuales. Soy una más entre los millones de personas con afán justiciero que se alegran cada vez que pillan con las manos en la masa a uno de estos feroces
depredadores.

Los psicólogos han bautizado este deseo de revancha como el síndrome Thelma y Louise; sin embargo, no considero que sea enfermizo el hecho de que las mujeres hagan uso de su libertad como les venga en gana, sin estar sometidas a la perversa mirada del violador de turno que se cree con derecho a "darles su merecido". Todavía prevalece en las mentes primitivas el atavismo de creer que las mujeres incitan a los hombres al pecado. Otro asunto sería justificar, como en el caso de la película, que las víctimas se tomen la justicia por su mano y se carguen a todos los tipos que las molestan.
Lamento que el pasado de la camarera le reste credibilidad y nos impida saber si le tendió una trampa, tuvo relaciones consentidas a cambio de dinero o fue violada por Strauss-Kahn. Todo parece indicar que el exdirector del FMI utilizará el poder y la fuerza para evitar, una vez más, que se sepa la verdad respecto a la camarera guineana o la periodista francesa que le acaba de denunciar por el mismo motivo.

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