Todo es posible

No los doblegaron

En estos días de revisión histórica sobre la Guerra Civil y su fatídico desenlace, las conversaciones se trivializan hasta el punto de que la otra noche me vi envuelta en una discusión sobre la capacidad intelectual de Franco. Surgieron, una vez más, dos bandos, ambos antifranquistas. Unos decían que era un zopenco y otros que algún talento debía de tener un general que ganó una guerra, fulminó a cuantos le hacían sombra, se mantuvo en el poder cuatro décadas y murió de viejo en la cama. Admito su astucia para la supervivencia, pero me duele el hecho de que morir en la cama se anote como un mérito para el dictador y un oprobio para sus adversarios.

Si queremos recuperar la totalidad de la memoria histórica, no olvidemos a los españoles que lucharon por evitarlo. Fueron muchos los trabajadores, sindicalistas, universitarios, estudiantes, curas obreros, abogados... que nunca se doblegaron, ni se acobardaron, ni se sometieron al poder de aquel hombre que impuso su ley por la fuerza. Durante todo el franquismo se produjeron huelgas, protestas y movilizaciones populares para defender los derechos de los ciudadanos, la dignidad y, en definitiva, la libertad. Lucharon y resistieron, aunque no ganaron. Son más admirables estos héroes solidarios, tenaces y perdedores, que los vencedores arrogantes y violentos. En cuanto a la capacidad intelectual de los personajes carismáticos, también los hay de dos tipos: unos tienen el talento de levantar el ánimo y dar esperanza; otros sobreviven a fuerza de humillar, excitar el odio y los deseos de venganza. Franco era de los últimos, aunque muriese en la cama.

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