Todo es posible

Multas arbitrarias

No cuestiono la dureza de las multas de tráfico, excepto cuando se imponen con arbitrariedad. Muchos conductores hemos sido víctimas de sanciones desmesuradas por cometer una leve infracción. A veces, nos encontramos con una brusca y exagerada reducción de velocidad antes de un túnel. A la salida, es muy probable encontrar un agente, libreta en mano, dispuesto a sancionarnos por haber sobrepasado imperceptiblemente el límite de velocidad. Hay multas que sólo se explican por la excesiva voracidad recaudatoria. No crean que protesto por un asunto personal, sino porque la ligereza en la aplicación de las normas perjudica la legitimidad de las medidas represivas.
Está demostrado que, en cuestiones de Tráfico, la letra con sangre entra. La entrada en vigor de medidas cada vez más restrictivas, como la prohibición de beber alcohol, el uso del cinturón de seguridad, el permiso por puntos o incluso la amenaza de la pena de cárcel, nos hacen conscientes del riesgo y han logrado disminuir la fatídica estadística de los accidentes. Bienvenida sea la represión si evita muertes en la carretera.

Entiendo que se imponga el
Código con toda su dureza cuando se conduce con imprudencia. Ahora bien, tan desmedido y arbitrario es quitar dos puntos por llevar el vehículo con una bombilla fundida, como multar a un conductor sólo con 600 euros y la
prohibición de no conducir durante un año tras atropellar mortalmente a dos jóvenes que iban en un ciclomotor y no socorrerlos. He leído la sentencia, pero no la entiendo. A los familiares de las víctimas sólo les queda pedir amparo al Tribunal Constitucional.

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