Todo es posible

La tropa yihadista

Es fácil reclutar terroristas entre los desheredados de la tierra, como denominó Franz Fanon a los que sufren pobreza extrema, analfabetismo, violencia y, en general, falta de expectativas. Tal cúmulo de injusticias provoca en las víctimas una rabia latente que se activa con cualquier detonador ideológico. Dirán que Fanon, médico antillano que se unió al FLN argelino, se refería a los colonizados y que sus teorías eran simples y maniqueas. Carezco de espacio para rebatirlo, pero sugiero que lean sin prejuicios su obra y su fascinante biografía para comprobar que se trata de un personaje sutil y complejo.

Pero, a lo que iba, creo que se puede vincular el yihadismo con la desesperación. Quien haya viajado a Yemen habrá visto a esos hombres indolentes y famélicos, con el carrillo abultado por el cat, la droga que mascan para quitarse el hambre y huir de su penosa realidad. Esos tipos son carne de cañón. Yemen, Somalia, Afganistán y todos los escogidos para sembrar la mala hierba de los terroristas de Al Qaeda, más que estados, son países fallidos. El terrorismo, sin duda, es un fenómeno más complejo. Sabemos que quienes manejan el cotarro yihadista proceden, a veces, de la alta burguesía saudí, nigeriana o yemení, pero reclutan a la tropa entre los presos de Guantánamo o los mascadores de cat, jóvenes curtidos en la desesperanza, pasto del fanatismo y de la violencia. Me limito a describir la situación de unos terroristas que no entiendo, y mucho menos justifico, pero cruzo los dedos para que Obama no repita en Yemen los errores de Bush, cuya política exterior provocó agravios indiscriminados y multiplicó las ansias de venganza.

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