Todo es posible

Un poco de incienso

Tiene que haber unos cuantos cerebros pensando algún remedio para evitar la definitiva liquidación de la prensa. El periódico tradicional ya está catalogado como especie en vías de extinción. En un futuro más o menos inmediato, aunque lejos de 2010, es posible que sea económicamente rentable abandonar el formato papel y pasarse de un modo definitivo a Internet. Mientras tanto, no pienso sólo en los periodistas, víctimas directas de la crisis, que han sido despedidos, prejubilados o, simplemente, desalojados de sus empresas. Ni tampoco me alarma la caída en picado de ingresos de muchos editores ahogados por el descenso de la publicidad y de las ventas. Menos aún me importa la nostalgia de la letra impresa, el olor a tinta del papel, el ruido de la rotativa o la vida bohemia y noctámbula de las redacciones en la época dorada de un oficio que he tenido la suerte de ejercer con absoluta plenitud.

Lo doy todo por bien desaparecido, sin rastro de melancolía, a cambio de que sigan existiendo unos cuantos colegas dispuestos a correr riesgos por defender el derecho a la libertad de expresión. No digo que se jueguen la vida y la pierdan como les sucedió a los españoles Juantxo Rodríguez, Jordi Pujol, Luís Valtueña, Miguel Gil, José Couso, Julio A. Parrado, Julio Fuentes, Ricardo Ortega y a centenares de periodistas más. Sólo pido que sus muertes no sean inútiles y que sigan existiendo profesionales honestos capaces de poner en evidencia a los gorrones, manipuladores e indeseables que están ensuciando este oficio. Disculpen la soflama, pero es que vengo de la exposición del maestro Kapuscinski en la madrileña calle de Larra. Se la recomiendo vivamente.

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