Todo es posible

Los otros y los nuestros

Viene Emma Thompson a protestar contra la explotación sexual y a todo el mundo le parece que está en su papel. Nadie duda de que sea una estupenda actriz, además de un admirable ser humano. Hay unas cuantas estrellas rutilantes de Hollywood dispuestas siempre a echar una mano por una causa o por el político de turno y nadie dice ni mu. A quién se le ocurriría llamar bufones o paniaguados a Steven Spielberg, George Clooney, Oprah Winfrey, Jennifer Aniston, Brooke Shields. Will Smith, Sidney Poitier, Jamie Foxx, Eddie Murphy, Halle Berry o Forest Whitaker, por citar sólo a algunos de los muchos que le bailan el agua a Barack Obama. Todo son elogios para la gran Vanessa Redgrave incluso cuando enarbola la causa del pueblo palestino. Ni un reproche mereció Sean Penn cuando, sumergido en el agua hasta la cintura, rescataba víctimas del Katrina en Nueva Orleans, se manifestaba contra la guerra de Irak o protestaba contra una ejecución a las puertas del penal de San Quintín.

Aquí, a los artistas comprometidos, un grupo de exaltados e intransigentes los llaman con desprecio los "titiriteros de la ceja". Han puesto a caer de un burro a Pilar Bardem y a Asunción Balaguer por leer el manifiesto de los sindicatos. Se mofan de la gente de la cultura que apoya la causa de Aminatou Haidar. Los consideran escritores, cineastas, músicos de tres al cuarto, aunque en las listas aparezcan un Nobel como Saramago, un Oscar como Almodóvar o un genio como Sabina que, por cierto, anoche volvió a triunfar con un concierto soberbio en Madrid. Los habrá iguales, pero no mejores que los nuestros.

Más Noticias