Trabajar cansa

La intimidad de los corruptos

"Me preocupa mucho la percepción social que pueda existir entre la ciudadanía por los casos de corrupción" -Javier Rojo, presidente del Senado-  

                     

Colgué en la pared un mapa de España donde voy pinchando banderitas en cada ayuntamiento, diputación o comunidad donde aparece un caso de corrupción, como aquellos abuelos que seguían el curso de la guerra en un mapa. En los últimos días, entre Gürtel, Millet, Baleares y ayuntamientos varios, las banderitas se pisaban unas a otras y he tenido que cambiar el mapa por otro mayor.

El siguiente paso en mi juego político ha sido unir los casos a partir de elementos coincidentes entre ellos. Dependiendo de si la relación es más o menos directa, uso hilos de diferentes colores. En algunos casos coinciden los corruptores, en otros los corrompidos. A veces aparecen relaciones de segundo o tercer grado, pero al final aparecen. Poco a poco voy trazando una telaraña tupida, que tapa cada vez más mapa.

Imagino que conocen la teoría de los "seis grados de separación". Ya saben: todos los humanos estamos conectados por una distancia de no más de seis pasos. Cualquiera de nosotros está conectado con Obama o el Papa mediante conocidos entre medias que acaban coincidiendo. Soy amigo de un tipo que es amigo de un sacerdote que conoce a un obispo que se ha reunido varias veces con el Papa. No sé si la teoría es rigurosa o una paparrucha, pero da juego.

En el caso de la corrupción que recorre el país y que va saliendo a golpe de denuncia, investigación o venganza política, me da que los grados de separación son bastantes menos. Sea por vínculos entre empresarios que pagan mordida, o entre gobernantes que ponen el cazo en administraciones diferentes pero que acaban sentados en la misma ejecutiva, seguramente el mapa de la corrupción es más íntimo de lo que parece. Como una gran familia. O un sistema.

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