Trabajar cansa

Las palabras del poder

"El debate europeo debe dar lugar a una estrategia que contenga una gobernanza seria, exigente con los objetivos" -José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno- 

                   

Hablábamos hace días, a cuenta del buenismo, de esos términos lanzados al debate político, nada inocentes, y cuyo uso ya supone una cesión, aceptar las reglas del adversario. La jerga de los tecnócratas europeos abunda en palabras sospechosas, que los dirigentes asumen y difunden. Un ejemplo es "gobernanza", usada ayer varias veces por Zapatero ante el Europarlamento. 

Gobernanza suele ir acompañada del adjetivo "buena" (presuponiendo otra gobernanza mala). Como tantos conceptos de su especie, suena bien, es positivo. La propia definición del diccionario es muy favorable. Adoptado por la Unión Europea hace años, es habitual en documentos de organismos internacionales, aunque también en el management, donde nace. Incluso ha calado en algunos movimientos sociales, lo que prueba su éxito. 

Estos días leo un libro que me aclara de qué va la gobernanza: El gobierno de las palabras, de Juan Carlos Monedero, un brillante "libro de autoayuda colectiva" para tiempos de confusión. Monedero habla de "palabras-trampa", surgidas de laboratorios de ideas con el objetivo de disciplinar a la sociedad. Gobernanza, mundo libre, globalización, modernización... 

Términos surgidos para defender un modelo, el neoliberal, y que bajo su apariencia blanca ocultan un origen reaccionario. Es el caso de gobernanza, que propone una sociedad sin conflicto que acaba mermando la democracia. Si quieren protegerse de "las palabras del poder", y desenmascarar un lenguaje que es pura ideología, lean a Monedero. 

(Y hablando de palabras, aprovecho para dar las gracias a Pere Gimferrer, que con su impresionante memoria y curiosidad me ha puesto al tanto del origen italiano de buenismo. Gracias.)

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