Trabajar cansa

El punki Aznar nos pone a cien

"No se puede interpretar ningún gesto sin tener en cuenta el contexto. Para mí, Aznar significa respeto, admiración y gratitud." -Javier Arenas, presidente del PP de Andalucía-

              

Me voy a forrar, ya verán. Como tengo buena vista comercial, he encargado a mi proveedor habitual diez mil camisetas con la foto de Aznar y su peineta. La previsión es que se agoten en pocas horas, así que planeo hacer también chapas, tazas y pegatinas para el coche. Sé que hay demanda, y que me las comprarán a cualquier precio.

Y es que una vez más se comprueba el potencial afrodisíaco del ex presidente. Cómo nos pone. A todos, a los suyos y a los de enfrente. Fíjense qué manejo del dedito, cómo es capaz, sin esfuerzo, de excitarnos a todos, ocupar portadas, tertulias, columnas -ésta, por ejemplo-, conversaciones de bar, y hasta de hacer que más de uno pierda los papeles cada vez que el gran líder, con dedo o sin él, te dice "ven" y lo dejas todo.

Les pasa por igual a admiradores y detractores. Dos ejemplos de ayer: la secretaria de Política Internacional del PSOE, Elena Valenciano, que se aceleró y escribió en su blog sobre el "pelito semilargo, nuevos abdominales, pulseras de cuero" de un "Aznar patético". O en el otro lado, el humorista y ex portavoz Miguel Ángel Rodríguez, colocando el dedo supremo junto a la excitación del clítoris y la ministra Aído, todo en la misma frase.

Por supuesto, el dedo lo tapa todo, lo propio y lo ajeno, pues ayer sólo hubo carne y uña aznarita. Así, casi pasó desapercibida la propuesta de Rajoy para abaratar el despido mediante la fórmula de indemnización variable, o la chulería de Rita Barberá con el Constitucional en el Cabanyal. Mirando al dedo tampoco vimos la luna que señalaba, la pancarta que le acusaba por su implicación en Irak, ese pacífico y democrático país donde el año pasado hubo 4.500 muertos a sumar a la abultada cuenta del trío de las Azores.

Conociendo al personaje, y visto el éxito de su gesto, lo esperable es que vaya a más, y que tras la peineta vengan los cuernos, el corte de mangas, la mano a la entrepierna, el escupitajo o el manoteo gritando "sujetadme, que me pierdo". La afición pide más, y no puedes decepcionarnos.

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