Trabajar cansa

El legado menguante de Zapatero

 

Llevo días queriendo escribir un balance de los años de gobierno de Zapatero, ahora que llega al final de su mandato, pero nunca me atrevo: tengo miedo a que, en las horas que transcurren desde que escribo la columna hasta que sale publicada, tome el presidente alguna decisión repentina que deje desfasado mi texto.

Estaba yo el otro día, por ejemplo, escribiendo un parrafito no muy negativo sobre la política exterior, para evaluar un período que arrancó en 2004 con la retirada de las tropas de Irak. Pero de repente, cuando no había llegado al final de la frase, aparece Zapatero y por sorpresa nos coloca un escudo antimisiles en todo lo alto, obligándome a revisar el balance.

Si ha pasado con el escudo, ¿quién me garantiza que en unas horas, mientras llega a imprenta mi columna, no nos sorprenda con una reforma laboral de último minuto, otra enmienda constitucional pactada en secreto con el PP o, quién sabe, hasta el regreso de las tropas a Irak? Puestos a retractarse, ¿sobrevivirán hasta el final de legislatura leyes como la de dependencia, el aborto o el matrimonio homosexual? ¿Seguiremos con bares y oficinas sin humo, o darán también marcha atrás sobre la bocina?

Lo mismo debe de pensar el candidato Rubalcaba, al que este final de legislatura puede acabar quitándole hasta las "ganas de ganar" esas que decía hace unos días que no iba a perder pasase lo que pasase. Y es que impresiona el afán autodestructivo de Zapatero, cuyo legado ya era de por sí desigual, tras enterrar las medidas sociales de la primera legislatura bajo la cal viva de las medidas anticrisis del segundo mandato, pero que puede acabar en menos, en nada, de seguir a este ritmo.

Como los minutos de la basura de esta legislatura aún pueden dar sorpresas, es arriesgado adelantar un balance. Pero a fecha de hoy, hasta el último Consejo de Ministros, el legado es poco memorable. Incluso algunas de las conquistas que se le reconocen a Zapatero hay que dejarlas en cuarentena antes de apuntárselas, pues con la crisis también se tambalean. Es el caso de la celebrada ley de dependencia, que hoy sin embargo se está incumpliendo en algunas comunidades por falta de recursos. Y una conquista no puede ser tal si sólo sirve para los años de vacas gordas. Aunque con los vientos que soplan, agarrémosla fuerte por si acaso, no sea que también acabe abolida.

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