Traducción inversa

La paranoia del verano

Dicen fuentes bien informadas que la estrategia del Partido Popular de cara a la rentrée de septiembre es contrarrestar los horrores del caso Gürtel con una tupida malla de acusaciones contra el Gobierno a propósito de las ya famosas escuchas telefónicas. Nuestros conservadores, en efecto, se sienten observados y sospechan de sus rivales, pero como está acreditado que ellos solos se bastan para espiarse unos a otros, pues no cuela. La estrategia, de todas formas, es bastante clara: acusando de espía a Zapatero, Mariano Rajoy y sus secuaces evitan tener que hablar de Correa y los suyos, y de los espías auténticos (todos ellos a sueldo de la Comunidad de Madrid de Esperancita Aguirre). Hacerse el loco funciona muy bien en los matrimonios (cuando tu mujer te pregunta muy retóricamente por qué no has tendido la segunda lavadora), en los litigios con el Cobrador del Frac y no digamos si te para un guardia civil con gafas de sol de espejo y barba florida tras hacer caso omiso de la señal de stop. Así que Mariano, felizmente casado y felizmente barbado, está dedicando el mes de agosto a alimentar su simpática paranoia de verano (no confundir con serpientes, canciones o borracheras, también típicamente estivales).  A mí esto de la paranoia del PP, qué quieren que les diga, me provoca un poco de vergüenza ajena. ¿Perseguidos por Zapatero? Cualquier paranoico que se precie –aunque sea un falso paranoico- no se ensucia por menos de una CIA, un Mossad o alguna luminosa inteligencia extraterrestre. Hasta para ir de víctima hay que tener algo de clase, Mariano. No abuses de nuestra indulgente hilaridad.

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