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¿Hubo solo una Semana Negra?

Por Álvaro Esteras Ruiz, activista de La Comuna

Desde hace años ya varios años cuando se cumple el aniversario de la que se llamó "semana negra" de la Transición nos reunimos, por iniciativa de La Comuna, asociación de presxs y represaliadxs por la dictadura franquista en el Teatro de Barrio, para recordar a los jóvenes Arturo Ruiz y Mari Luz Nájera y también a Ángel Rodríguez, Enrique Valdelvira, Francisco Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides y Serafín Holgado, asesinados en el despacho de la calle Atocha, 55 y recordamos también a sus compañeros que resultaron gravemente heridos Lola González, Luis Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz. En los últimos años también se ha unido el recuerdo a Ángel Almazán y Vicente Cuervo (cuando escribo estas líneas no puedo evitar sentir un nudo en la garganta y no puedo evitar leer y releer sus nombres). A mí siempre me queda una sensación agridulce. Pues, aunque les hemos recordado a ellos, hay muchísimos más, durante el tardofranquismo y la transición murieron cientos de personas cuando luchaban para que la dictadura no continuase y murieron como consecuencia de la acción de la policía, la extrema derecha y/o la guerra sucia. En la inmensa mayoría de los casos sus muertes quedaron en la más absoluta impunidad.

Estaba pensando en eso cuando reparé en que hace algún tiempo está dando vueltas por casa un libro, ahora lo tengo al lado, que ya tiene sus años, se titula POEMAS, la portada es gris y parece como si tuviese salpicaduras de sangre, lo editó Akal, en el Depósito Legal dice que se publicó en 1977. Esta prologado por el poeta Celso Emilio Ferreiro. La edición no sé cómo se hizo, pero creo que lo voy a escanear porque se está borrando.

No tengo la menor duda de que la crítica literaria no es lo mío y aunque a mis padres les gustaba mucho la poesía y me animaban a leerla, yo nunca he llegado a aficionarme de verdad, pero no puedo evitar abrirlo al azar y leerlo y aunque de vez en cuando lo quito de en medio y lo coloco en una estantería, invariablemente me acuerdo de él y vuelvo a las andadas, lo abro otra vez y me pongo a leerlo, me parece buenísimo. El autor es Carlos González. Los poemas que se publicaron fueron reunidos por la novia y amigos del autor tras su muerte.

Durante varios años al llegar a Somosaguas, en el Pabellón Prefabricado de la Facultad de Económicas se veía un mural en el que aparecía el rostro de Carlos y una frase de uno de sus versos:

"¿Y qué contemplarán los hombres futuros cuando miren los ojos de los poetas muertos?".

El mural en alguna de las remodelaciones de la facultad desapareció. Yo procuro no olvidar a Carlos.

¿Hubo solo una Semana Negra?Carlos, el 27 de septiembre de 1976, en el primer aniversario de las ejecuciones de Ángel Otaegui, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Juan Paredes Manot y Ramón García Sanz, acudió a una manifestación que se convocó en protesta y memoria de los fusilamientos y también para reivindicar la amnistía.
Según relataron testigos después del primer salto en la calle Alcalá los manifestantes llegaron a la calle Barquillo. En ese lugar el grupo en el que estaba Carlos González fue atacado por unos pistoleros franquistas que al grito de "viva cristo rey" abrieron fuego y le alcanzaron en la espalda con dos disparos a muy poca distancia. Carlos en un primer momento no pidió ayuda en un centro asistencial por miedo a ser detenido. Finalmente, y después de ser examinado por un médico, padre de una amiga, fue trasladado a un hospital donde fue intervenido. Carlos falleció como consecuencia de las gravísimas heridas que había sufrido.

Aunque las descripciones hechas por testigos de los disparos permitieron hacer retratos robot de los pistoleros nunca se los localizó, los que conocen los hechos más de cerca indican que los casquillos encontrados de los disparos no fueron nunca cotejados con casquillos de otros incidentes y asesinatos. En realidad, no parece que nunca se hiciese nada parecido a una investigación. En aquellos días las fuerzas de orden público en Madrid estaban bajo el mando el gobernador civil Juan José Rosón y el ministro de Gobernación era Rodolfo Martín Villa.

Carlos, además de un poeta prometedor, cuando fue herido de muerte llevaba en un bolsillo los últimos poemas que había escrito. Era un chico comprometido, su novia, Marién, en la presentación que hay en el libro recordó a Carlos así:

"Carlos sentía la política de mil maneras diferentes; para él viajar era un acto político, escribir poemas, un acto político, salir a la calle gritando libertad, como en sus poemas, un acto político. Carlos militaba en las filas del pueblo."

"Carlos luchó toda su vida; por eso, deseamos que se le recuerde como a un hombre más, como un luchador más; no es nuestra intención hacer de Carlos un héroe o un mito, sólo queremos que, con sus poemas, se vea a una persona de carne y hueso, que ríe, llora, sufre y se alegra con su pueblo, con sus compañeros, sus amigos y sus amores. En la libertad, tal vez, no ocurran hechos tan terribles como el que le costó la vida. Quizá lo más importante, lo que nos está enseñando continuamente Carlos es que los que han muerto como él, no son seres aparte, seres únicos. Cualquiera de nosotros puede morir de la misma forma; en cierto modo nos matan lentamente, sin dejarnos decir lo que pensamos."

El Tribunal Supremo lo reconoció como víctima del terrorismo 30 años después, en 2006.

Cuando escribo, esto es la mañana del sábado 21 de enero. No puedo dejar de pensar que sus asesinos, de estar en Madrid, pueden perfectamente estar manifestándose, bien como declarados franquistas y/o como cerrados constitucionalistas diciendo defender la libertad.

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