Pensamiento crítico

¿Por qué el PSOE abandonó su compromiso con la autodeterminación de los pueblos y naciones de España?

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

Hace cuarenta años que se celebró el Congreso de Suresnes del PSOE, uno de los congresos más importantes de la historia de la socialdemocracia española. En este Congreso, una nueva generación tomó el relevo de la dirección de la que había sido la fuerza mayoritaria de las izquierdas durante la II República. No fue, sin embargo, la fuerza mayoritaria durante la lucha contra el régimen de la dictadura del General Franco, puesto ocupado por el PCE-PSUC. En realidad, el liderazgo que este último partido había ofrecido durante la clandestinidad preocupó enormemente a las potencias occidentales, y muy en particular al gobierno federal de EEUU, ya asustado por lo que  estaba ocurriendo en Portugal, con la victoria de la Revolución de los Claveles, claramente influenciada por el Partido Comunista portugués.

En Europa, la socialdemocracia estaba también preocupada. La dictadura en España estaba acabando y había inquietud sobre su futuro. Los máximos dirigentes de la socialdemocracia europea —François Mitterrand, Willy Brandt y Olof Palme— acudieron al Congreso de Suresnes, en Francia, y apoyaron el cambio de dirección del PSOE, ofreciendo toda la ayuda a la nueva dirección de este partido, liderado por dos jóvenes socialistas, venidos del interior de España, Felipe González y Alfonso Guerra.

En aquel Congreso, el nuevo PSOE intentó capitalizar el gran deseo de cambio detectado en la sociedad española, debido al enorme desprestigio del régimen dictatorial. Una de las experiencias que contribuyeron a este desprestigio fue la estructuración del propio Estado español durante la dictadura, que se caracterizó por ser un Estado pobre, con escasa sensibilidad social, represivo, poco redistributivo, altamente corrupto y sin ninguna sensibilidad al carácter plurinacional de España. En realidad el régimen dictatorial había sido hostil y discriminatorio hacia las nacionalidades catalana, vasca y gallega. Este Estado no era un Estado que atrajera a las clases populares (que son la mayoría de la población) de los distintos pueblos y naciones que constituyen España. De ahí que en sus propuestas para la nueva España, el nuevo PSOE pidiera el reconocimiento de esta plurinacionalidad, proponiendo un Estado federal en el que las naciones que lo comprendían tuvieran el derecho de autodeterminación, por el cual cada una escogería la manera de relacionarse con el resto de España, asegurándose así la unidad voluntaria y no forzada dentro del Estado federal (si así fuera el resultado escogido). Vale la pena citar la resolución "La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español pasa indefectiblemente por el reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas, que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de pueblos que integran el Estado español". No podía haberse escrito de una manera más clara. Y para que se entienda mejor, es importante que se comprenda también que el derecho de autodeterminación es idéntico al derecho a decidir con el que la mayoría del pueblo catalán (75% según las últimas encuestas) está de acuerdo y favorece y que maliciosamente se ha interpretado, tanto por los independentistas catalanes como por los nacionalistas españoles, como idéntico a la reclamación de la independencia. El derecho a decidir implica derecho a elegir y la secesión es una opción, pero no la única. Ni que decir tiene que la resistencia por parte del nacionalismo español que domina al Estado español a permitir incluso una consulta no vinculante para conocer la opinión del pueblo catalán está aumentando rápidamente el deseo de secesión.

El derecho a decidir sobre la articulación de Catalunya con el resto de España no es, pues, una demanda de ruptura de España, como constantemente se manipula a los dos lados del Ebro, sino una redefinición de España (véase el artículo de Santos Juliá "El pleito de Cataluña", El País, 02.11.14, donde asume erróneamente que lo que él llama nacionalismo catalán es lo que lleva a la ruptura de España). Naturalmente que, tal como he indicado, el derecho a decidir incluye el derecho a escoger, incluyendo la escisión como una alternativa, una alternativa que en Catalunya históricamente ha sido minoritaria, pero que está aumentando (400 personas al día en Catalunya se hacen independentistas) debido a la percepción de que tal redefinición es imposible hoy en España.

Las dos visiones de España

Como he indicado en otro artículo ("El conflicto entre dos visiones de España", Público, 03.09.14), ha habido desde hace mucho tiempo dos visiones de España y del Estado español. Una es la que se expresó en su mayor dimensión durante la dictadura, y que ve al Estado español como uninacional, centrado en el establishment de Madrid, con una visión radial de España, que no acepta, discrimina y reprime a aquellos que desean un Estado plurinacional, federal, con derecho a decidir, y a los que el nacionalismo español define como anti España. Este nacionalismo es excluyente en extremo y reprime (lo hizo con gran brutalidad durante la dictadura) la demanda de una España plurinacional. No olvidemos que los golpistas del 1936, que se levantaron en contra de un Estado democrático, implantando una de las dictaduras más represivas que hayan existido en el siglo XX en la Europa Occidental, se autodefinieron como "los nacionales", defendiendo la visión uninacional a sangre y fuego.

Históricamente, las izquierdas mayoritarias (como queda constatado en el Congreso de Suresnes del PSOE) defendieron la otra visión de España: la visión voluntaria y no forzada de un Estado unido, con su plurinacionalidad, expresada a través del derecho de cada nación a determinar su relación con el Estado español. Está claro que el PSOE actual ha abandonado esta visión de España, al menos en lo que a la autodeterminación se refiere. Creo que sería importante que el PSOE y aquellos que jugaron un papel clave en el cambio lo explicaran. En la historia hay cambios que puede que sean necesarios, pero deben explicarse, porque lo que sería inaceptable, desde el punto de vista democrático, es que el cambio fuera (como indicó uno de los redactores de la Constitución, el Catedrático Solé Tura) consecuencia del deseo y las presiones de la Corona y del Ejército, ninguno de los cuales tenía autoridad democrática para hacerlo en aquel momento.

Se me dirá que el PSOE ha recuperado ahora su alma federalista tras abandonarla y/o diluirla considerablemente. Pero esta visión federalista se debe única y exclusivamente al temor que les produce a los dirigentes del PSOE el movimiento independentista en Catalunya. Sin este movimiento, sería más que probable que el alma federalista del PSOE continuara abandonada. Está claro que les ha sorprendido enormemente la fuerza del movimiento pro derecho a decidir y están alarmados por el incremento del independentismo, al  cual están contribuyendo con sus posturas e insultos.

A la luz de estos hechos, parece razonable concluir que la dirección del PSOE nunca se tomó en serio su compromiso en Suresnes. A la vuelta del exilio, me asombró y preocupó enormemente oír a algunos dirigentes del PSOE (y ellos saben quiénes son) referirse nada menos que a Manuela de Madre, Ex vicepresidenta del PSC, y a José Montilla, Ex presidente de la Generalitat, como "contaminados por el nacionalismo catalán" precisamente por  su apoyo a tal redefinición de España, que quedaba bien reflejada en el Estatuto de Catalunya propuesto por el gobierno Tripartito. El término nacionalista, por cierto, lo utilizan constantemente los nacionalistas españoles, que siempre niegan ser nacionalistas, para definir a aquellos que promueven otra visión de España, ignorando que es tan nacionalista el que cree que en España hay solo una nación como los que creen que hay varias que deben tener el derecho de escindirse si así lo desea su población. El Estatuto propuesto por el Tripartito no pedía el derecho a la autodeterminación, pero sí pedía el reconocimiento de Catalunya como nación, que el Tribunal Constitucional vetó. Y ahí está el origen del movimiento soberanista y, dentro de él, del independentismo.

Qué está ocurriendo en España

Uno de los elementos más interesantes que están hoy ocurriendo en España es que está emergiendo en las izquierdas españolas —como Podemos, Izquierda Unida (e incluso algunas voces marginadas del PSOE)— un reconocimiento de la plurinacionalidad de España que incluye el derecho a decidir (y no solo de ser consultado) por parte de los pueblos de las distintas naciones en España.

Hace solo unos días, Podemos, que según las últimas encuestas sería la segunda fuerza en intención de voto en España, ha hecho una serie de propuestas que incluye, entre otras, la siguiente: "Ampliación y extensión de la figura del referéndum vinculante también para todas las decisiones sobre la forma de Estado y las relaciones a mantener entre los distintos pueblos si solicitan el derecho de autodeterminación". Y en IU aparecen propuestas similares. Estas fuerzas políticas obviamente representan el futuro de España. Y no es casualidad que estas fuerzas políticas, que recuperan esta visión de España y que aceptan la autodeterminación, sean también las más radicales en sus demandas de cambio social y económico, más fieles a los principios, tanto nacionales, como sociales y económicos que han caracterizado a las izquierdas en España, principios hoy prácticamente abandonados por la dirección del PSOE.

No es casualidad que las mismas fuerzas que están rebelándose frente al Estado español, que consideran que no les representa, sean las mismas que simpatizan con la redefinición de España. Estas fuerzas son las auténticas herederas de los millones de españoles que lucharon contra el fascismo y contra la dictadura totalitaria que existió en España.

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