Buzón de Voz

El buen café y la mala leche

El ex presidente Aznar tiene un concepto extraño de lo que los demás entendemos por invitar a un café. Entre los humanos, tal gesto significa que uno toma la iniciativa para charlar o discutir amigablemente con su invitado y, al final de la charla, paga la cuenta. Pero Aznar no lo ve así. Durante la multitudinaria cena convocada por el rey para celebrar su 70 cumpleaños, Aznar le dijo a Zapatero que le iba a invitar a un café, se supone que como gesto de gratitud por la defensa que el presidente del Gobierno hizo de su antecesor durante la última y surrealista Cumbre Iberoamericana, en la que Hugo Chávez llamó a Aznar de todo menos bonito.

Pero hace ya tiempo que Aznar vive en otro mundo, incomprensible para el resto de los humanos. Esta misma semana, el ex presidente ha transformado su invitación a un buen café en un serial de monólogos cargados de mala leche y dirigidos uno tras otro a su presunto invitado, José Luis Rodríguez Zapatero. Algún psiquiatra podría entretenerse en estudiar los discursos de este señor, sin olvidar su gestualidad, ni su media melena de progre de los setenta cruzada con ese bigotillo de guardia civil de Berlanga; pero, sobre todo, convendría analizar esa mirada fija perdida en el vacío de una sala repleta de humanos a los que parece no ver. Habla como si hubiera decidido transformarse en su contrario y soltar por la boca todo aquello que los demás han dicho de él. El mundo al revés. Sostiene Aznar que a Zapatero "le sobra arrogancia y le falta coraje; le sobra sectarismo y le falta talento". Y ya metido en ese extraño túnel de la desmemoria, lanza al auditorio una sonora pregunta: "¿Qué ocurriría en otro país si alguien que fuese candidato a la presidencia de Gobierno, en un asunto vital como el terrorismo, reconociese que había engañado a su país?" Y sin ninguna arrogancia se responde él solito: "En ese país se abriría un inmenso debate sobre si podría seguir siendo candidato. Me asombra que aquí no haya sido así". Impresionante. Ni a su íntimo amigo Bush, al que acaban de sacar un detallado informe con 925 mentiras por él pronunciadas sobre la guerra de Irak, se le habría ocurrido la osadía de lanzar en voz alta semejante pregunta.

El que manda

Hay gente en la derecha que responde a lo anterior con una argumentación supuestamente razonable. Reconocen que el PP perdió las elecciones de 2004 precisamente por la arrogancia y el sectarismo de Aznar y por sus mentiras sobre la guerra de Irak y sobre el 11-M, pero añaden que Aznar no se presentó como candidato y que ya sólo ocupa la presidencia honorífica del partido. Este argumento tendría validez si desde el mismo 14 de marzo de 2004 el PP hubiera abordado la renovación de su dirigencia y si el propio Aznar o sus sucesores hubieran reconocido sus errores y pedido disculpas a los ciudadanos.

No sólo no ha ocurrido esto, sino que Aznar, antes incluso de designar a Rajoy como heredero, lo preparó todo para seguir manejando los hilos del partido. El único ingrediente inesperado que se agregó al menú previamente cocinado fue la dosis de rencor que le produjo la derrota del 14-M y una doble obsesión: justificar su actuación en el gobierno y echar de La Moncloa a Zapatero lo antes posible. Desde entonces, ni Aznar ni el PP han podido disimular que el presidente honorífico es más ejecutivo que florero. Rajoy ha reconocido en privado que Gallardón y Esperanza Aguirre le han "dado la legislatura". No puede reconocer que quien ha destrozado la oportunidad de renovación del PP ha sido Aznar, con la inestimable pasividad de Rajoy.

Antes de salir del Gobierno, Aznar montó una macrofundación, FAES, fábrica de mensajes y programas que alimenta en exclusiva el ideario del PP. Y que trasciende lo ideológico, porque coordina con mano férrea a las distintas familias económicas que confluyen en la derecha española y cuya alineación actual proviene del proceso de privatizaciones por el que en su día Aznar colocó en puestos clave a Manuel Pizarro, Francisco González y otros expertos en juegos de bolsa y enriquecimientos rápidos.

Un día sí y otro también, Aznar roba a Rajoy el protagonismo de los mensajes; cuando Rajoy da un paso al centro, aparece Aznar para pegar un volantazo a la derecha; cuando el presidente del PP ordena poner fin a la locura de los agujeros negros del 11-M, aparece el Jefe y reabre la caja de los truenos... y por ahí hasta llegar al superfichaje de Pizarro como número dos o a la colocación de varias decenas de aznaristas en las candidaturas electorales.

Se desconoce si Aznar invitará a Zapatero a ese café después del 9-M. Lo que sí sabemos es que FAES ya tiene ultimados varios informes sobre los distintos escenarios que se abren en el PP a partir de esa fecha. Ojo: el cuaderno azul sigue funcionando.

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