Dominio público

Pedro Sánchez Reloaded: vísceras o venganza

Sato Díaz

Jefe de Política de 'Público'

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 10 de abril de 2024, en Madrid (España).- Eduardo Parra / Europa Press
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 10 de abril de 2024, en Madrid (España).- Eduardo Parra / Europa Press

Cuentan que pocos conocen realmente a Pedro Sánchez, que desde la esfera pública no se intuye mucho sobre sus reflexiones privadas. Cuentan, los que dicen que le conocen, que no es la primera vez que una nube negra se posa sobre sus sienes y el impulso destructivo se le impone. El 1 de octubre de 2016 fue defenestrado como secretario general del PSOE y resbaló a la profundidad de una fosa, y cuentan que preocupó sobremanera a las personas más cercanas. Y entonces arrancó el Peugeot.

Este "hombre profundamente enamorado"; este presidente del Gobierno, estratega, que mantiene al país en vilo desde el pasado miércoles; esta dualidad trágica. Los héroes clásicos de las tragedias griegas tenían la virtud de asumir enormes retos, en ocasiones más dignos de dioses que de humanos. Los héroes de las tragedias shakespearianas, al menos, ya se desesperaban por los problemas terrenales: se enfrentaban a dilemas de monarcas, de Estados, a la Historia, pero no interactuaban con los dioses, lejos quedaba el Olimpo y sus maldiciones. Pedro Sánchez es un personaje trágico, en el sentido de que va componiendo, con su historia política, la estructura de una tragedia teatral. Pedro Sánchez Reloaded.

Atrapado, el héroe, entre sus propios delirios de grandeza, sus nobles pasiones y el hibris (la arrogancia por la que los héroes desobedecían y traspasaban los límites que los dioses habían establecido para las personas, por la cual arrancan las aventuras); pero también entre un cuerpo humano, amasijo de sangre, vísceras y huesos, recipiente de pensamientos y sentimientos, de equivocaciones y pasiones. Las dos caras de una misma moneda: una que mira a la vulnerabilidad, a ese ‘que no somos nada’; la otra, al Palazzo, al Gobierno, a las cumbres internacionales, a Maquiavelo, a la estrategema.

El dolor humano de Pedro Sánchez por los ataques de la ultraderecha a su familia y esposa, Begoña Gómez, puede hacer caer al resiliente gobernante y sumir al país en una crisis política cuyas consecuencias son difíciles de prever. ¿O es todo una estrategia y un golpe de efecto de esos a los que nos acostumbra el político madrileño? El socialista ha dicho basta y ha puesto sobre el tablero un conflicto trágico: el humano que tiene ante él un reto superior al de la mayoría de los mortales pero que no deja de ser, al fin y al cabo, uno más. Las derechas y ultraderechas, que en sus facetas política, económica, mediática o judicial han cargado contra los gobiernos progresistas desde que triunfó la moción de censura contra Mariano Rajoy a las puertas del verano de 2018, ahora van a por la persona. Lo que no ganan en las urnas, lo pretenden ganar con la guerra sucia, destruyendo a quien se les interponga en el camino.

Ni la crítica política, en muchas ocasiones basada la mentira, como cuando se tachó al Gobierno de coalición de "ilegítimo", ni el constante griterío en el Congreso lograron hacer descarrilar el tren. Un sinfín de pseudomedios, de bots en redes sociales, de tertulianos ultras, apoyados por la mala praxis de elementos cada vez menos aislados en la judicatura ya saben dónde está la herida, han olido sangre y aprietan cada vez con más fuerza. Para destruir el proyecto político, antes pretenden doblegar al ser humano Sánchez, Mónica Oltra, Pablo Iglesias, Ada Colau...

La tragedia está en curso y habrá que esperar al desenlace para sacar las conclusiones. Ya falta poco, este lunes Sánchez comparecerá ante la ciudadanía como presidente del Gobierno para anunciar su decisión tomada como persona, como marido "profundamente enamorado", como padre. El líder dará una respuesta de carácter político a una pregunta humana que planteaba en su misiva del pasado miércoles: ¿merece la pena seguir con esto?

Una vez conozcamos la respuesta, cuando el spoiler se haga realidad, todo cobrará sentido y se comprenderá con claridad lo que durante cinco tan solo han sido especulaciones. Cinco días habrán pasado en los que el protagonista (Sánchez) habrá sufrido un proceso de reconocimiento personal (anagnórisis) que le lleva a tomar una decisión pública, la cual nos lleva hasta el desenlace de la tragedia para producir en la ciudadanía una reacción (catarsis). ¿Está en peligro la democracia si la política no se puede ejercer con garantías?

¿Y si el gobernante ha necesitado volverse/parecer humano para dar un paso al frente y tomar las riendas políticas de una situación que ya no controlaba? ¿Y si es una jugada, y con esta ha conseguido frenar una ofensiva sin cuartel del adversario, ha logrado al tiempo parar una emboscada y llamar a sus fuerzas a filas ante el patente avance de derechas y ultraderechas? El lunes saldremos de dudas. Pedro Sánchez Reloaded. O vísceras o venganza.

Cada segundo que pasa, pienso que está más cerca la salida del presidente del Gobierno, al tiempo que me invade más la incerteza sobre ello. Si Sánchez dimite, ¿habrá sido derrotada la persona por las artimañas de la derecha y la ultraderecha? ¿O es que no acumulaba las fuerzas suficientes ante la incapacidad de sus aliados de estar aquí y ahora, presentes en el conflicto político del momento? ¿Prioriza Sánchez lo privado al Gobierno, a la aprobación de leyes sociales, al reconocimiento del Estado palestino, a sacar adelante una amnistía que permita dejar atrás la represión política al independentismo catalán de la última década? ¿Es verdad que el futuro político de Sánchez está en Bruselas y el tren está a punto de partir? ¿Tendría que haber venido llorado de casa? ¿Hasta dónde puede aguantar una persona?

Si se queda, ¿le perdonará la ciudadanía progresista la duda de los últimos días? ¿Está en condiciones hoy de lograr más síes que noes en una cuestión de confianza en el Congreso? ¿Quién puede sustituir a Sánchez y aprobar un debate de investidura con las mayorías parlamentarias tan ajustadas? ¿Habrá elecciones? ¿Cuándo? ¿Un Sánchez presidente tomará las riendas para renovar el CGPJ conservador caducado durante más de cinco años con una ley acorde a los tiempos políticos? ¿Se queda para vengarse? ¿Es todo teatro? Demasiadas dudas... Cuando se conozca el desenlace, tomará sentido el primer acto, el segundo y el tercero.

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