Cartas de los lectores

11 de diciembre

No cuela
Desde la óptica de la gestión política, de la racionalización de las inversiones en función de las prioridades para el interés general, si se cotejan las cantidades de dinero público que se han gastado y gastarán próximamente en la guerra de Afganistán y las destinadas a la lucha contra el cambio climático y la pobreza, podría extraerse una conclusión: un sector de la población (talibán) de uno de los países más pobres, desindustrializados y atrasados del mundo es la amenaza inminente de mayor entidad para la humanidad y el planeta.
Está claro que no cuela, pero la ceguera, la obstinación y los intereses inconfesables continúan manteniendo rumbo fijo hacia el error.
Alejandro Prieto Orviz / Gijón (Asturias)

Aminatou Haidar: gracias, mujer coraje
Me adhiero a la solicitud de Saramago: "No podemos permitir que esta mujer, Aminatou Haidar, se muera. Vamos a ser moralmente más pobres si la dejamos morir".
También me uno al apoyo y a las protestas de miles de personas que asisten indignadas a la prepotencia del Gobierno marroquí y a la incoherencia del Gobierno de España, que está resultando incapaz de ponerse en su sitio ante Marruecos.
Esta mujer nos recuerda, por un lado, la coherencia humana, al haber sido capaz de decidir morir de hambre por defender el derecho a ir a su casa sintiéndose lo que ella verdaderamente se considera –ciudadana del Sáhara Occidental–, sin tener por ello que rendir pleitesía ni comprar su derecho a vivir a ningún rey. Por otro lado, Aminatou Haidar nos recuerda la verdad del funcionamiento de este mundo hipócrita que consiente que países como Marruecos se consideren con derecho a hacer lo que quieren con los pueblos y las personas durante años y años, saltándose el Derecho Internacional, las resoluciones de la ONU y las directrices de la Unión Europea. Porque Marruecos no sólo niega el derecho de autodeterminación al pueblo saharaui, sino que niega también el derecho a ir a su casa a una persona como Haidar, controla a su familia, detiene a disidentes y tortura a quienes apoyan una solución no violenta a este problema que arrastra desde 1975.
Tere Sáez / Técnica de igualdad

El Gobierno tiene que determinar qué valores debe defender
Las relaciones que España mantiene con el reino de Marruecos ya estaban enfermas antes de que Aminatou Haidar apareciera en escena para exigir una lección de coherencia al Gobierno español. No podemos hablar de solidaridad hacia el pueblo saharaui y, simultáneamente, hacerle el trabajo sucio a sus verdugos para mantener los caladeros de pesca o facilitar que empresarios marrulleros nacionales deslocalicen su empresa en el cortijo de Mohamed VI.
La activista saharaui no es quien nos ha sumergido en esta dicotomía moral, sino que sólo nos enfrenta a ella con toda su crudeza.
Aminatou Haidar está siendo calificada de radical incluso entre algunos sectores de la prensa "progresista". Su incómoda huelga de hambre, esa lúcida determinación que no consiguieron truncar el encierro ni las torturas, nos coloca frente a nuestra inmoral complicidad en este asunto.
Se trata de determinar cuáles son los intereses y los valores fundamentales que un país democrático debe defender ante todo.
Y eso no pude pasar por ceder a los chantajes y amenazas de un estado que viola sistemáticamente los derechos humanos e incumple las resoluciones de Naciones Unidas.

Basta con no participar del perverso juego de Marruecos y denunciar alto y claro todos los abusos.
Actuando como secuaces del monarca alauí, perdemos mucho más de lo que ganamos. Sobre todo dignidad, algo que a Haidar le sobra a raudales.
Ana Cuevas Pascual / Zaragoza

También nos van a oír a los funcionarios
Coincidiendo con el debate de los Presupuestos, asistimos a una provocación por parte de dirigentes contra los funcionarios a propósito de si debe o no subírseles el sueldo.
Los trabajadores y trabajadoras del sector público están consiguiendo diariamente unos niveles de atención que para sí quisieran muchas empresas privadas. Asistimos a una ofensiva brutal por parte de dirigentes y de la patronal para crear en la opinión pública la idea de que la responsabilidad de la crisis es de los salarios de los trabajadores, de las indemnizaciones, de la rigidez del mercado de trabajo y de las condiciones laborales de una "casta funcionarial".
Hay que tener muy claro que son otros los que han provocado esta situación con su afán desmedido por acumular beneficios; son otros los que se siguen repartiendo los miles de millones que el Gobierno ha inyectado a los bancos y han apostado por desregular el mercado de trabajo y privatizar áreas esenciales; son otros los que han promovido la especulación.
Mañana, en Madrid, tenemos una buena oportunidad para hacer oír nuestro descontento en una manifestación contra la crisis, para decirle a los responsables económicos que la han provocado que no estamos dispuestos a ser los que paguemos sus sueldos astronómicos y las víctimas de su insolidaridad a la hora de contribuir con sus impuestos.
Emilio Tejero Gómez / Miembro del Comité Provincial del PCE de Toledo y funcionario de la Tesorería de la Seguridad Social de Toledo

Nos jugamos nuestro futuro en la cumbre de Copenhague
La noticia de que en la cumbre de la ONU sobre el cambio climático –que se está celebrando estos días en Copenhague– han podido concentrarse la friolera de 15.000 personas procedentes de 192 países de todo el mundo no puede dejarnos indiferentes.
Es de esperar que en esta multitudinaria reunión
–la más grande de todos los tiempos en cuanto al calentamiento global se refiere– se obtengan las medidas concretas para poder combatir los perniciosos efectos de las emisiones de CO² en nuestra sociedad a lo largo de las próximas décadas.
El tema es tan serio como preocupante. En este juego estamos implicados todos y cada uno de los seres humanos del planeta.
Deberíamos aprovechar esta oportunidad –de una vez por todas– para encontrar las soluciones para poder frenar el cambio climático, pues de ellas no solamente depende en gran parte nuestra calidad de vida, sino también el legado que les terminaremos dejando a las futuras generaciones.
Miguel Sánchez / Zaragoza

Más Noticias