Culturas

Papá ostra

YO TAMPOCO ENTIENDO NADA// CAMILO JOSÉ CELA CONDE
Una ostra se reproduce lanzando a la corriente millones de huevos —si es hembra— o espermatozoides —de ser macho— con la esperanza de que unos y otros se encuentren en alguna esquina y nazca un hijo. Ni que decir tiene que las ostras no saben nunca si eso ha sucedido o no. Jamás echan siquiera un vistazo a los hijos que les van naciendo.
Los humanos, por contra, tenemos muy pocos descendientes a los que dedicamos cuidados inmensos. Dejado aparte si eso lleva en sí mismo a la felicidad o a la desesperación, que en botica hay de todo, el asunto quedaba lo bastante claro como para poder usar la comparación entre humanos y ostras en las clases de sociobiología comparada.

Quiero saber

La nueva ley de adopción aprobada cuando al 2007 le quedaban tres telediarios cambió las cosas. Los niños pueden solicitar ahora que se les diga quién es su padre biológico, incluso en el caso de quienes han recibido el espermatozoide de un donante. Con el añadido digno de tener en cuenta de que, siendo este país como es, las leyes se aplican al buen tuntún. Otra de ellas, de 2006, regula —es un decir— la reproducción asistida y limita el uso de células reproductivas de un solo donante a sólo seis casos. Pero en la práctica se usan mucho más. Como, encima, cada donante puede suministrar semen un par de veces a la semana durante medio año en un mismo centro y, lo que se dice centros, hay bastantes, no resulta nada descabellado pensar que tal vez haya en el mundo miles de críos con el mismo padre. Críos-ostra: críos que son muchísimos y que no saben nada de su papá.

Afrontando paternidades
No sé en qué acabo la historia de aquel matrimonio de mujeres que tuvieron un hijo y, tras divorciarse, pidieron al donante del semen una pensión para el crío. La ruina acecha a los padres-ostra por esa vía pero incluso si sus infinitos hijos no piden pasta sino sólo reconocimiento, puede ser hasta peor. La estampa clásica del divorciado con un puñado de críos pasando el domingo en el MacDonalds puede convertirse en algo parecido a una ceremonia en la plaza de San Pedro, con los niños-ostra aclamando a quien, sin hipérbole alguna, cabría llamar su Santo Padre.

Camus y Wilson
Decía Camus que la única cosa seria que puede plantearse un hombre a lo largo de su vida es el suicidio. Edward Wilson, padre de la Sociobiología, combatió con saña ese pensamiento. Se ve que ni Wilson era español, ni donó semen en nuestro país. De lo contrario, igual se apuntaba.

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