Del consejo editorial

Libia no es Irak, pero…

LUIS MATÍAS LÓPEZ

Desazona ver a España metida en otra guerra, y agudiza esta sensación que el Gobierno socialista, justo cuando se vislumbra un fin de ciclo, adopte una decisión contraria a la retirada de Irak, con la que lo abrió. Por eso es tan palpable el desconcierto entre quienes entonces gritaban "¡No a la guerra!".
Invadir Irak fue decisión de EEUU, sin respaldo de la ONU, y los pretextos esgrimidos, como las armas de destrucción masiva, eran falsos. En Libia, en cambio, el Consejo de Seguridad ha dado su visto bueno. Con intereses directos más difusos, y con los frentes iraquí y afgano abiertos, es menor, aunque vital, el protagonismo de Washington. Un Obama multilateralista quiere hacer creer que ha dado un paso adelante por la incapacidad de Europa para lidiar por sí sola con un problema en su patio trasero.

Otra diferencia clave es que la intervención se produce, sobre el papel, para evitar una matanza y a petición de los libios que se alzan, como en Egipto y Túnez, para derribar a un tirano. Además, el Parlamento español, con una rara cuasiunanimidad, ha respaldado la misión, aunque a posteriori y para certificar el hecho consumado.

Con todo, la desazón persiste. No sólo porque hasta hace poco se hacían grandes negocios con Gadafi, se le vendían las armas con las que ahora mata rebeldes y se le recibía como invitado de honor. También por el doble rasero: ¿por qué Libia, y no Costa de Marfil, Bahrein, Siria, Yemen y, tal vez mañana, Arabia Saudí o Marruecos? ¿Y por qué no se remedia la injusticia histórica con el pueblo palestino, la madre de todos los conflictos?
Además, hay síntomas de división entre los aliados, dudas de que la acción militar se ajuste a los límites del mandato de la ONU y, sobre el futuro de Gadafi, no cabe excluir un designio imperialista, no se sabe bien quiénes son los rebeldes y qué régimen impondrían, persiste el riesgo de un largo conflicto y/o partición, y se ignoran las consecuencias en cuestiones vitales para Europa como la inmigración y la expansión de Al Qaeda.
Tanta incertidumbre explica la desazón, que aumentará si el conflicto se alarga porque, como toda guerra, no se sabe cuándo terminará esta, ni cómo. Y ni siquiera está claro que sea "nuestra" guerra.

Luis Matías López es periodista

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