Del consejo editorial

Encuestas: cómo está el escalafón...

PERE VILANOVA

Catedrático de Ciencia Política

Aunque tengan un valor relativo, las encuestas de opinión, si se hacen con criterios profesionales, dan información muy relevante. Los medios de comunicación se han ido haciendo eco de la última oleada "Pulso de España 2010", mediante encuestas periódicas, y los resultados son a la vez previsibles y sorprendentes.

Por ejemplo, la alta valoración del sistema político democrático, de la "democracia como forma de gobierno", contrasta con el dato contundente de que los políticos están en la parte más baja de la escalera de valoraciones. Curiosamente, los encuestados distinguen entre "partidos políticos" y "los políticos" (como si no tuvieran vinculación orgánica), siendo aquellos peor valorados que estos. Es de suponer que la crisis, en esta ocasión, coloca en el más bajo nivel a las multinacionales y a los bancos. Estamos hablando del pelotón de los "cinco peores": multinacionales, partidos políticos, los políticos, los bancos... y ¡los sindicatos! Este dato es realmente nuevo, inesperado, y todo parece indicar que son percibidos por la ciudadanía como parte estructural del problema, no de su solución.
Que los científicos y las universidades estemos arriba del todo no debe ser tomado muy en serio: en este país pintamos tan poco que ni siquiera somos potenciales causas de mal gobierno. Reiterativo el buen dato de valoración positiva del rey, la Policía, los militares, la Guardia Civil (para algunos de nuestra generación sigue siendo motivo de beatífica sorpresa), pero sorprende el hecho de que el Parlamento esté mucho mejor valorado que los políticos que lo pueblan, que la radio tenga mucha más credibilidad que la televisión, o que el Defensor del Pueblo (siendo la encuesta reciente) esté mejor valorado que los funcionarios o las ONG.
Ello confirma que tenemos dos problemas importantes. Uno: la democracia es la mejor forma de gobierno, pero la actual manera de funcionar de la nuestra, aquí y ahora, es francamente mejorable. Y dos: la gente no cree que la actual clase política y los más potentes actores económicos sean los que van a mejorarla. Resultado: vean las elecciones del otro día en Finlandia y el mapa del auge de la extrema derecha en toda Europa.

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