El detonador

Robert Plant, el más machote entre nosotros

¿Sabéis esos días en los que parece que no pasa nada? Te levantas, haces esto, haces lo otro, cumples con lo que tienes que cumplir, no haces lo que necesita ser hecho (pienso en poner la lavadora o en llamar a tus padres). Esos días. Y llegas a casa, de noche, y te preguntas: ¿qué ha pasado? Y te respondes: nada. ¿Sabéis, no?

Pues eso, esa sensación es exactamente la misma, o muy parecida, a la que me provocan estas tres palabras: gira de reunión. Es oírlas y querer salir corriendo. ¿A dónde? Al bar, a la tele, al balcón, a la iglesia... Cualquier sitio es acogedor y reconfortante cuando una nueva gira de reunión amenaza en el horizonte.

Que no nos mientan: en el fondo, todas son iguales.

Los grupos pueden ser más o menos honestos –Frank Black ha sido de los pocos valientes en reconocer que los Pixies volvían por la pasta- y el público se sentirá más o menos estafado -¿saben que hay unos The Jam girando por ahí sin Paul Weller? ¿Por qué no los detienen? (la policía, me refiero)-, pero al final, como una sombra justiciera, siempre llega esa sensación de... aquí no ha pasado nada (salvo en la cuenta bancaria de algunos, claro).

Me voy a casa y el grupo que acabo de ver no existe. ¿No es terrible?

Que conste que no me parece mal que los grupos se reúnan por la pasta. ¿Quién sabe lo que haría uno en su lugar? Lo que quiero decir es que es inútil: no van a ejecutar una experiencia 100 por 100 viva. Es nostalgia, pasado, teatro, negocio, gratificación...

Llámenlo reconciliación o incluso redención. Lo que sea, pero no lo llamen música viva.

Y mucho menos resurrección. Una resurrección es lo que hizo Johnny Cash en los 90, no el engendro Queen + Paul Rodgers (cuando un grupo necesita el signo +, malo)

La música pop o rock es algo más que un instante. Es simple como una piedra, por eso hay que creérsela y encarnarla. Se trata de pasión, la que fluye al estar cantando lo que uno siente. Es la verdad.

Por eso hay tanta mentira. No me creo al Iggy Pop que se frota contra los amplis con los Stooges, me dio pena ver a enrique Bunbury balbucear ‘Avalancha’ en la Romareda, ¿los Sex Pistols? Vamos hombre... (y eso que el concierto fue bueno).

Por eso, quiero felicitar y felicito a Robert Plant, que lleva resistiéndose a tocar con Led Zeppelin todo un año (¡le han llegado a amenazar con que contratarán a otro cantante!). Les ofrecían 100 millones de libras (ciento y pico millones de euros), pero Robert pasó.

60 tacos, cinco grammys, discazo tremendo (‘Raising sand’) y encima mano a mano con la bella Alison Krauss. Resiste, Robert, resiste. Eso es presente y vida. Lo demás, llámenlo gira de reunión.

Por cierto, bienvenidos al Detonador. Esto es vuestro. Se trata de hablar, escuchar y compartir, como en los campamentos. Eso sí: manejadlo con precaución.

Más Noticias